Patada en la boca a Molina
Henares al día, 28.11.2013
La secretaria de Estado de Turismo, Isabel Borrego, compareció ayer en la comisión de Presupuestos del Senado para informar de las inversiones de su departamento que contempla el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2014. Perdón por arrancar con tanta prosopopeya burocrática, pero el contexto es fundamental en esta historia. Tanto PSOE como PP coinciden en que, durante su comparecencia, dijo que el Gobierno no iba a gastar un euro en la construcción de paradores nuevos. A partir de ahí, han vuelto a tirarse los trastos a la cabeza. La realidad que subyace es la patada en la boca (una más) que ha vuelto a recibir Molina.
Los periodistas deberíamos huir del periodismo declarativo, pero seguimos empeñados en el mismo error. Quizá por eso ya no me sorprende seguir leyendo noticias y teletipos en los que se dice: Fulano de tal dijo esto y Fulano de cual dijo esto otro, sin mayor contextualización. ¿Para qué estamos los periodistas si no es para reproducir las palabras de los protagonistas y transmitir una idea clara en una noticia?
El senador Alique, del PSOE, sostiene que la secretaria de Estado de Turismo confirmó que en 2014 no se construirá el Parador de Molina. El senador De las Heras, del PP, responde que esto no es así: “Cuando acabe la fase administrativa [que aún se desconoce] saldrá a licitación, se adjudicará y se continuarán las obras”.
Sería conveniente leer la transcripción de las palabras de Borrego, pero no hace falta ser un lince para deducir que si la autoridad del Gobierno en materia de turismo acude al Senado a dar cuenta de las actuaciones de su negociado, y dice literalmente que no se contempla un duro para nuevos Paradores, es que no lo hay para ninguno. Es una representante del Ejecutivo en la comisión que desgrana los presupuestos del año que viene. Y dijo lo que dijo: que Molina, un año más, seguirá sin Parador. El Estado nunca construye lo que no se presupuesta.
Los ciudadanos de Guadalajara ya pueden colocar la pesadilla de este Parador en el mismo cajón de los horrores que la Autovía de la Alcarria, el Palacio de Congresos de la capital o aquella etérea autovía que iba a conectar Alcolea con Teruel. Son entelequias que se traspasan unos gobiernos a otros sin que ninguno asuma la responsabilidad de su falta de ejecución. Son promesas incumplidas en una provincia maltratada con un nivel subterráneo de inversiones públicas. Son los platos rotos de un Estado incapaz de entender la necesidad de mimar a sus zonas de interior.
El PSOE perdió mucho tiempo desde el incendio hasta que inició los trámites para levantar el Parador. El Ayuntamiento de Molina se mostró lento y torpe. Y Turespaña, pasota. Hubo un retraso notable a la hora de elegir el lugar en el que iba a ubicarse, definir sus características y conceder los permisos necesarios. Eso hizo que estallara la crisis y el proyecto embarrancara. En septiembre de 2011 se puso la primera piedra, pero ahí se quedó. Fue la primera y la última.
El PP, que empuñó el retraso en las obras cuando estaba en la oposición, no ha salvado la infraestructura. El déficit aprieta y Paradores reconoce una deuda de 75 millones de euros. Lo vergonzante es el cambio de discurso de los populares. De reclamar con ahínco el Parador durante la legislatura anterior han pasado, primero, a tomar el relevo del proyecto, y después, a casi ponerlo en cuestión. Y todo ello sin mediar una explicación nítida ante la opinión pública.
Numerosos dirigentes del PP revelan en privado que la viabilidad del Parador molinés es dudosa por la cercanía con el de Sigüenza, que funciona como un tiro, y con el de Teruel, que se ha cerrado parcialmente. Esto no se dijo antes de las elecciones. De hecho, se dijo lo contrario. Ramón Aguirre, actual presidente de la SEPI y ex diputado por Guadalajara, llegó a soltar: “el Parador se hará con el PP”.
Fue el propio Aguirre quien, en enero de 2012, aseguró que la encomienda de la obra del Parador estaría terminada antes de acabar ese mes. Esta decisión desbloquería la falta de asignación presupuestaria que el PP recibió del anterior gobierno, si bien el PSOE jura y perjura que encargó las obras a Tragsa. En abril de ese año, Cospedal se reunió con Rajoy y éste le garantizó su apoyo al Parador.
Nunca más se supo. Han pasado casi dos años y ni asignación, ni encomienda, ni obra, ni gaitas. Cospedal no ha vuelto a preguntar a Rajoy qué hay de lo mío y Aguirre, siguiendo la línea de los buenos paracaidistas, se ha quedado mudo. Debe de ser que Guadalajara solo importa cuando hay que cazar un acta de diputado. Para lo demás ya están los machacas del partido en provincias, aunque su relato sea inconexo.
Porque, repasando la hemeroteca, cualquier ciudadano puede comprobar que las excusas de los responsables del PP están siendo incoherentes. Aguirre dijo en enero de 2012 que el Parador no se hacía por la falta de presupuesto del Gobierno anterior; Porfirio Herrero le corrigió dos meses después y lo achacó a que “la empresa está en quiebra”; y ayer De las Heras anunció que el proyecto se completaría “cuando concluya el trámite administrativo”. Teniendo en cuenta que la situación financiera no ha variado demasiado, ¿en qué quedamos? ¿No se hace porque no hay dinero, porque Paradores roza la quiebra o porque aún no saben si va a tener 60 o 80 habitaciones?
Cuando un proyecto se eterniza y se convierte en pasto de la trifulca política, el desánimo cunde. Todos aquellos que se acerquen a la zona o tengan alguna vinculación personal saben -sabemos- que el galimatías del Parador causa bochorno en la Tierra de Molina. Por la falta de seriedad del Gobierno, por la irresponsabilidad a la hora de cumplir sus propios compromisos y, sobre todo, por la frustración que genera que pasen los años y todo siga igual.