El turismo pincha
He estado en Fitur varios años como visitante, periodista y hasta ataviado de danzante pegando brincos. Hace tiempo que me propuse no volver salvo obligación personal o profesional. La feria del turismo de Madrid es colosal, pero también una bufa insoportable de saludos y parabienes entre políticos que siempre acaban soltando las mismas generalidades. Un cúmulo de lugares comunes que, no obstante, es necesario. En Fitur se notan más las ausencias que las presencias.
Este año, el vinito y los canapés que abundan en este jolgorio han sido más agrios que de costumbre. Según el INE, Guadalajara perdió casi 20.000 turistas en 2012 respecto al año anterior (216.480 visitantes frente a los 236.073 de 2011). También registró 30.000 pernoctaciones menos (de 396.645 a 365.485). Son datos muy malos, especialmente, el de las pernoctaciones. Significa que muchos de los que vienen a Guadalajara no se quedan a dormir ni una sola noche.
La oposición ha reprochado estas cifras al gobierno de la Diputación, acusando a la presidenta de dilapidar en un solo año la herencia en materia turística y hasta de tomárselo a guasa. Según el PSOE, el vicepresidente se refirió a la Posada del Cordón de Atienza como “el museo del botijo”, una expresión muy en línea con el nivel cutre y arrabalesco que se ha instalado en la plaza de Moreno desde mayo de 2011.
Patochadas aparte, la frialdad de los datos debería invitar a la reflexión a quienes tienen en sus manos no desaprovechar una de las pocas industrias que aún funciona en este país.
No soy sospechoso de defender al actual gobierno de la Diputación, pero culpar a Guarinos de la bajada del número de turistas es reduccionista. El PSOE yerra el tiro. Guadalajara es una provincia que se vende como una joya de interior. El turismo rural tiene una dependencia notable del mercado doméstico, y el mercado doméstico, en un país con seis millones de parados, está tocado y casi hundido. Madrileños, catalanes y valencianos son los principales emisores de turismo a Guadalajara. Observen cómo está el patio en esas comunidades y encontrarán la respuesta al batacazo.
El turismo rural en España descendió un 2% en pernoctaciones y viajeros en 2012, según Top Rural. El comportamiento de Guadalajara se puede extrapolar a otras provincias: en León cayó alrededor del 20% la afluencia de visitantes; en Murcia, cerca del 14%; en Extremadura, un 35% durante todo el verano; y en el conjunto de Castilla y León (que es líder en turismo rural), la actividad turística se contrajo casi un 10% solo en el mes de julio.
El desplome de la demanda nacional explica estos porcentajes, pero no debería tapar las debilidades de Guadalajara. También podría ser un acicate para que los responsables políticos, tanto en la provincia como en la región, se pongan las pilas. Quizá habría que dejar de ser autocomplacientes. Quizá habría que abandonar ese estilo entre rancio y zarzuelero con el que algunos conciben este mundillo. No basta con decir que esta tierra es muy hermosa y que aquí hacemos el cabrito al horno como Dios manda. No basta con gastarse 200.000 euros en señalización. Se echa falta una apuesta decidida por la innovación, la mejora de los servicios, la profesionalización de la hostelería y la creatividad a través de campañas promocionales, como aquella de Guadalajara no solo está en Jalisco, que den el golpe en internet y las redes sociales. Hay que potenciar el turismo con recursos económicos, no solo con discursos engolados.
La presencia en Fitur ha sido tachada de gris. Incluso de inexistente. Lo relevante es pensar en el futuro. En España estamos acostumbrados a que cuando hay un cambio de gobierno, se hace tabla rasa. Mala cosa. La Junta de Castilla-La Mancha lleva muchos años creando una marca de valor para el turismo de esta comunidad que los actuales gestores políticos no deberían desaprovechar. Potencien, mejoren, amplíen el trabajo recibido. Y si le dan la vuelta a lo que se ha hecho hasta ahora, háganlo con criterios profesionales. Es lo que aconseja el sentido común.
La presidenta de la Diputación dijo hace unos días: “tenemos muy claro que apostar por el turismo es apostar por el desarrollo rural y por el desarrollo de toda nuestra provincia”. La frase es categórica, pero sería más creíble si no fuera acompañada de su silencio ante el cierre de escuelas y de urgencias. Apostar por el turismo es estupendo, pero la actividad económica no cae del cielo. Solo se genera cuando hay población. El negocio turístico nunca fue la panacea, aunque sí una vitamina para la media Guadalajara que sigue anémica. El empuje de los promotores de alojamientos rurales debe ser arropado por las administraciones. De lo contrario, será un esfuerzo baldío.
Gracias Raul. Se puede decir mas alto, pero no mas claro. Un abrazo
Veo que has vuelto a animar tu blog. Me alegro. ¿No hay ningún medio digital de Guadalajara que quiera enlazarlo?