Castilla-La Mancha, enfangada
En su discurso de investidura, pronunciado el 20 de junio de 2011, María Dolores de Cospedal se marcó «la creación de empleo y la batalla contra el paro» como «la máxima prioridad» de su legislatura. Al cabo de veinte meses de gestión, la propia presidenta y su gobierno ponen el acento en la reducción del déficit público como principal aval de su tarea. El empleo ni lo mentan porque los últimos datos son para salir corriendo.
En un entorno macroeconómico depresivo, y con las cuentas de la comunidad casi en quiebra, el PP ha tenido que afrontar un recorte severo del gasto social en una Administración que destina más del 70% de su presupuesto a sanidad y educación. No es lo mismo recortar delegados provinciales o el Defensor del Pueblo que médicos de urgencia. Los primeros tijeretazos han dado paso a otros que tocan el nervio de la calidad de vida de los ciudadanos. Y por ahí empieza a vislumbrarse una fractura con la sociedad que al Gobierno regional le será muy difícil taponar.
A lo largo del año pasado, la Junta de Comunidades cerró 58 escuelas, recortó el horario de 21 puntos de urgencias (una medida parada por la justicia), suprimió decenas de líneas de transporte, ordenó la paralización completa de obra pública hasta sanear las cuentas (es decir, hasta el segundo tramo de legislatura), redujo en casi 100 millones de euros su asignación a la Universidad de Castilla-La Mancha, prescindió de 3.900 profesores interinos, eliminó el sueldo de los diputados, aplicó el “céntimo sanitario” sobre la venta de hidrocarburos a minoristas y cercenó las ayudas a la dependencia con el fin de esterilizar una ley infrafinanciada. En 2011, la presidenta Cospedal ya ejecutó un recorte equivalente al 25% del presupuesto de la comunidad y redujo un 3% del sueldo a los 70.000 empleados públicos de Castilla-La Mancha (50.000 trabajan en sanidad y educación).
Desde su llegada a Fuensalida, el PP ha impuesto una política basada en el ajuste y la ausencia de estímulos económicos. Los resultados no llegan. La comunidad ha pagado las facturas pendientes a miles de proveedores y ha logrado rebajar el déficit, pero a costa de reventar el paro.
El Ministerio de Hacienda tiene previsto comunicar en febrero si la región ha cumplido con el 1,5% del PIB, que es el objetivo de déficit marcado para todas las autonomías en 2012. Hasta ahora sabemos que Castilla-La Mancha es, junto a Murcia, la región que más ha reducido su presupuesto para este año, con una rebaja que supera el 10%. Castilla-La Mancha cerró el tercer trimestre con un déficit del 0,76% del PIB, 284 millones de euros, cinco puntos menos que el registrado en el mismo periodo de 2011. En paralelo, la tasa de paro regional llegó al 30,02% durante 2012, un porcentaje escandaloso y cuatro puntos superior a la media nacional. Según la EPA, el desempleo subió en 50.900 personas. Ahora mismo, en la comunidad hay 296.500 parados, la cifra más elevada de su historia. Un récord que pulveriza cualquier atisbo de recuperación del tejido productivo.
¿Qué fue de la ley de emprendedores? ¿Qué fue de las rebajas fiscales prometidas? ¿Qué fue de los incentivos a los jóvenes para su aterrizaje en el mercado laboral? ¿Qué fue de las ayudas al pequeño comercio o al sector primario? ¿Qué fue de la privatización de RTVCLM anunciada a bombo y platillo? ¿Qué fue de aquel proyecto de región moderna y pujante que dibujaron los populares en campaña, en contraste con la realidad esclerótica y derrochadora de la Castilla-La Mancha socialista?
Teniendo en cuenta la catástrofe en la que se ha instalado la región, el ciudadano empieza a preguntarse si el tratamiento doloroso que nos presentan a modo de trágala es solo para cumplir el déficit o hay razones de sesgo ideológico.
Stiglitz, en El precio de la desigualdad (Taurus), escribe: «la cuestión esencial que hay que tener presente cuando se piensa en reducir el déficit es que lo que lo provocó fue la recesión, y no al revés. Una mayor austeridad tan solo empeorará la crisis, y la ansiada mejora en la situación fiscal no se producirá» (pág.273).
En plena recesión, casi nadie puede criticar los hachazos al gasto corriente, pero sí la arbitrariedad en los recortes. En Castilla-La Mancha, algunas comparaciones son lacerantes. El dinero para publicidad institucional no se ha visto muy mermado en las cuentas de 2012, ni tampoco los recursos de la radio televisión pública, cuyo presupuesto para 2013 se ha reducido un 8,2% hasta situarse en 41 millones. Ojo: 41 millones es mucho dinero en una región pobre como ésta. El propio Gobierno regional, aunque sin concretar demasiado, admitió que el cierre de las urgencias rurales podría ahorrar alrededor de 5 millones de euros y la eliminación del salario de los diputados, apenas un millón de euros. Comparen.
Y Cospedal, ¿qué dice? El relato político de la Junta se ha mostrado errático y deficiente. Primero situó la herencia recibida como eje de su discurso y después justificó los recortes sociales en la necesidad de “ahorrar”. El mantra oficial es ‘austeridad, austeridad, austeridad’, cuando el programa electoral con el que el PP concurrió a las elecciones de mayo de 2011 pivotaba sobre el empleo. «Nos encontramos con que los jóvenes españoles y castellano manchegos necesitan hoy más que nunca políticas decididas, pensadas para ellos, para fomentar su mejor formación y preparación, así como la ayuda a la búsqueda de empleo» (lo dijo Cospedal en septiembre de 2010).
Solo durante los últimos meses, algunos miembos del Ejecutivo regional han empezado a hablar abiertamente del cambio de patrones que hasta ahora parecían intocables dentro del Estado del Bienestar. Mareando la perdiz y con circunloquios verbales, pero lo han hecho.
El consejero de Sanidad, José Ignacio Echániz, hace ya tiempo que aboga por modificar la atención sanitaria (mediante la fórmula de colaboración público-privada, léase privatización de servicios). «Hay que abandonar el modelo de los años 70 de hospitales tan grandes como ingobernables y encaminarse hacia uno nuevo centrado en el paciente y en la continuidad asistencial, con unidades clínicas y autonomía de los profesionales» (Echániz, septiembre de 2011). El pasado lunes, Cospedal defendió en la Comisión de Educación del PP castellano-manchego un cambio de modelo en la enseñanza pública «que, al contrario de lo que ocurre ahora, no genere el 33% de fracaso escolar». No concretó ninguna propuesta, pero reclamó una educación «basada en la calidad, exigencia, competitividad y elección a la hora de elegir el centro educativo».
Algunos analistas insisten en que se trata de un problema de comunicación. Con el galimatías de las urgencias se intuye algo más de fondo.
La decisión de eliminar el horario nocturno (y en algunos casos el diurno desde las 15h.) de 21 Puntos de Atención Continuada fue suspendida cautelarmente por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha el pasado 17 de enero, tras el recurso presentado por distintos ayuntamientos afectados. El País publicó el martes que, en el texto de las alegaciones, la Junta tilda de «despilfarro» la pretensión de mantener abiertas unas urgencias con un nivel de usuarios bajo o muy bajo. Pero eso no es lo que habían dicho hasta entonces ni Cospedal ni Echániz. Ocho días antes, la presidenta aseguró en la SER que no es una decisión «que se tome por criterios políticos ni económicos», sino «por técnicos» del Servicio de Salud (Sescam), algo que los propios técnicos rechazaron después públicamente. La cuestión es: ¿se hace porque tener urgencias en los pueblos pequeños es un «despilfarro» o porque les conviene a sus ciudadanos? Total, un lío formidable. La forma con la que ha gestionado este asunto ejemplifica bastante bien las contradicciones del Gobierno regional a la hora de aplicar los recortes y la falta de claridad para explicarlos.
La apuesta por las políticas de austeridad es a largo plazo. No proporciona resultados rápidos. Es el argumento de sus valedores. Hasta ahora, la fijación en el déficit ha aliviado las cuentas públicas de Castilla-La Mancha, pero también ha acelerado el hundimiento de una economía exangüe.
En todo caso, lo peor de todo es el desconcierto sobre lo que va a pasar, no ya el año que viene, sino mañana mismo. El ciudadano tiene derecho a que sus responsables públicos hablen claro y se dejen de eufemismos. Si es ahorro, que lo llamen ahorro y apliquen la tijera con sensibilidad. Pero si es otra cosa, conviene que desvelen sus ideas. En caso contrario, tal vez la única certeza que nos asalte en 2013 será la de seguir en el barro y a tientas. Romos. Planos. Sin capacidad de reacción. Con una sociedad en parálisis, unos servicios demacrados y una economía parapetada en la destrucción de puestos de trabajo.
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[Enlaces:]
http://www.pp.es/actualidad-noticia/pp-castilla-la-mancha-centrara-su-programa-electoral-ayuda-jovenes_3325.html
http://www.ppclm.es/index.php/conocenos/maria-dolores-cospedal/discurso-de-investidura-maria-dolores-cospedal.html
http://www.europapress.es/castilla-lamancha/noticia-cospedal-aclara-reduccion-horaria-pac-decision-tecnica-no-politica-economica-20130121104223.html
http://www.youtube.com/watch?v=XPjEvg7inmg