Doña Erre que erre
La presidenta de Castilla-La Mancha ha estado este viernes en la localidad de Almonacid de Toledo. Allí ha participado en la liberación de un águila real y un milano y, de paso, se ha referido al cierre que el gobierno que preside va a perpetrar de más de 60 escuelas rurales en la región. María Dolores de Cospedal ha mascullado algunos subterfugios sobre este asunto. “La educación en este medio no era la óptima” y “el fracaso escolar se multiplicaba por dos”. Estas dos frases son todos los argumentos que ha encontrado la presidenta para justificar una medida a todas luces injusta y precipitada.
Cospedal no ha aportado ningún dato, ningún informe de la Consejería de Educación ni tampoco ningún documento contrastado que acredite que los alumnos procedentes de las aulas rurales acaben fracasando más que un niño escolarizado en una ciudad. No ha podido aportar nada de esto porque el pretexto no es cierto. Pero, pongámonos en que sí lo es. Supongamos que el Gobierno regional tiene razón y el fracaso escolar es mayor en los pueblos pequeños, ¿por qué entonces la Junta decide no cerrar todas las aulas rurales? Si el sistema está obsoleto y es tan nocivo para los escolares, nada debería empujar a la Junta de Castilla-La Mancha a cerrar las escuelas con menos de 10 alumnos y a mantener los que tienen 12 o 15. ¿Por qué unos sí y otros no? Y siguiendo con la misma suposición, si los alumnos de la provincia de Guadalajara (de toda) presentan un nivel de fracaso escolar mayor que los de Huesca, ¿qué hacemos entonces, desplazamos a todos los alumnos de nuestra provincia hasta Huesca?
Las excusas en este asunto están viciadas de antemano porque la decisión que se dispone a adoptar Cospedal no tiene ni pies ni cabeza. No se trata de mantener una infraestructura costosa en el medio rural. Se trata, tan solo, de mantener colegios rurales que han demostrado ser un buen método de aplicación de la enseñanza pública en los municipios con menos habitantes. Juntar alumnos de varios tramos de edad nunca fue un lastre en estos pueblos. Ya es difícil que no haya excepciones, pero no hemos visto a ningún docente –que son los que de verdad saben de esto- poner el grieto en el cielo por este sistema. ¿Por qué ahora la Junta decide invocar razones académicas para cerrar estas aulas? ¿Y por qué pretende sustituir este modelo por otro que aumentaría considerablemente los desplazamientos escolares y, por tanto, el gasto público?
El Ejecutivo de Cospedal sigue dando palos de ciego y da muestras de un desconocimiento alarmante del territorio que administra. De otra forma no se entiende el disparate que está a punto de perpetrar contra la enseñanza pública en el medio rural. ¿Pero es que en el PP no hay nadie en las cinco provincias que advierta a su presidenta de este despropósito?.
Si la Junta no corrige el tiro, el cierre de las escuelas rurales terminará desangrando a los pueblos. Aún más de lo que ya están.
SI el Estado no sirve como mecanismo de distribución de rentas (solidaridad con los más desfavorecidos) ni como medio de compensación de las desigualdades individuales (ofreciendo igualdad de oportunidades), ¿por qué seguir llamándole Estado del Bienestar? Si no entendemos que en Guadalajara la permanencia de un entramado rural que evite la desertización de nuestro territorio tiene que ser el primer compromiso de los políticos, que la sangría de los pueblos es una catástrofe irreversible para todos… no hemos entendido nada ni hemos aprendido nada de nuestro pasado. Si hay fracaso escolar, la solución para los alumnos de las escuelas rurales es aumentar y mejorar sus medios, no cerrarlas para incentivar a las familias para que se vayan del mundo rural. Sólo basta tener corazón y algo más que una calculadora en la cabeza para entenderlo.