Del Real, en evidencia
El 18 de septiembre de 2011, el director de cine Antonio del Real dijo en La Razón que le gustaría que «la cultura no fuera tan sectaria» y que el anterior gobierno eliminó «a todo el que no fuera socialista». El cineasta se ha hartado a pronunciar declaraciones similares durante los últimos años. Tiene todo el derecho del mundo, aunque los hechos se empeñen en ser todavía más tozudos.
El Mundo publica hoy que, según un informe de la Sindicatura de Cuentas de Castilla-La Mancha, la mitad del gasto de la empresa pública «Don Quijote», creada por el ex presidente Barreda para conmemorar el IV Centenario de la publicación del Quijote, no guarda relación con la finalidad de este evento. O sea, que se aprovechó su presupuesto para regar otro tipo de actividades culturales. Y fíjense qué casualidad que una de las partidas más jugosas de este gasto es la subvención de 542.000 € que recibió La conjura del Escorial, aquella película infame que dirigió el propio Antonio del Real en 2008 y cuyo paso por la historia de la filmografía española y mundial es perfectamente descriptible. El informe, por cierto, añade que esa ayuda se concedió «sin que se acredite siquiera el presupuesto real de la producción».
Ahora la solución es difícil: o Del Real se retracta de sus críticas exacerbadas o bien devuelve el dinero que le soltó la Junta de CLM. Ambas cosas parecen igual de improbables. Sin embargo, el relato pone en evidencia esta especie de mantra que algunos han contribuido a levantar -Antonio del Real entre ellos- sobre un cine español subsidiado y limosnero. Por lo visto, chupar de la teta pública solo sirve si se lo dan a uno. Cuando es otro el que lo recibe, entonces siempre aparece algún político al que echarle la culpa.
Al ministro Wert se le acumulan las polémicas, pero ¿para cuando una Ley de Mecenazgo que evite poner en el disparadero a la etérea industria del cine español?