LA MEZQUITA
En Guadalajara hay religiones de Champions League, otras de primera y unas terceras que, por lo que parece, están condenadas a ser profesadas en la intimidad. Solo así se entiende la negativa del Ayuntamiento a ceder unos terrenos para la construcción de una mezquita en el barrio de Escritores de la capital. “Ahora mismo no hay un suelo que consideremos adecuado para esta función en este momento», dijo Antonio Román este verano, sin dar más detalles. Contrasta esta posición con la que el propio Román mantiene, entre condescendiente y bizcochona, con todo lo que tenga que ver con el boato católico (véase la Jornada Mundial de la Juventud). Sabe que el PP torea bien en esa plaza, y más en Guadalajara. Los socialistas se han esforzado mucho estos años haciendo votos de penitencia para ganarse el favor de los pastores locales y regionales de la Iglesia católica, pero ese es un caladero reservado casi en exclusiva al PP. Por eso Cospedal ha resucita la peineta y por eso Román, que es más listo de lo que algunos pensaban, cuida tanto las formas en las fiestas de guardar, en las procesiones de misa y vermú y en todo tipo de eucaristías en las que reverdece la Guadalajara de siempre.
Sin embargo, lo que de verdad contrasta con la negativa a la mezquita es la actitud que tuvo Román con la comunidad ortodoxa en Guadalajara, a la que no solo le facilitó una operación similar sino que además recibió solemnemente en su despacho de la Alcaldía, incluida una recepción con el obispo de la iglesia ortodoxa-rumana en España. Era lógico. Con buen criterio, el Ayuntamiento argumentó ese trato tirando de números: en Guadalajara hay empadronados 4.219 rumanos. Es la nacionalidad extranjera más numerosa. El acuerdo se sustanció en febrero de 2010: el Ayuntamiento de Guadalajara aprobó la cesión temporal de uso (nada menos que por 75 años) de un terreno de 6.000 metros cuadrados para la edificación de una iglesia ortodoxa. Las comparaciones son inevitables: ¿Por qué sí había terrenos el año pasado y ahora no? ¿Por qué el Ayuntamiento se comporta de forma tolerante y coherente con los vecinos rumanos y no con los musulmanes? Román sostiene que los promotores de la mezquita incumplen una serie de requisitos. “Mientras no los cumplan no se puede dar la licencia”, dice. En cambio, el Ayuntamiento no ha concretado en ningún momento cuáles son estos requisitos. ¿Por qué tanto hermetismo?