Metro de Madrid
Da un poco de lástima ver todas las reacciones que se están sucediendo en contra de los trabajadores del Metro de Madrid. Les he escuchado un rato en la asamblea que están teniendo y no veo por ningún lado un atisbo de huelga política que tanto están denunciado desde la gente próxima a Esperanza Aguirre. Los trabajadores del Metro de Madrid protestan porque les quieren recortar su salario y, por tanto, no cumplir lo que ya tenían pactado. Punto. Debería ser entendido por la mayoría de ‘curritos’ de este país: cuando te bajan el sueldo, cuando tocan tu pan, la gente normal reacciona. Y protesta. Y chilla. Y mueve el culo para defender sus derechos. Los que se dicen liberales llaman a esto «vieja retórica trasnochada». Por supuesto, de izquierdas. Porque para la derecha lo moderno sólo son sus ideas. La izquierda es caduca, trasnochada y fracasada. Y puede que en parte lleven razón, pero la realidad es que el «viejo» sistema de sindicación y unión laboral está haciendo posible la lucha de los empleados de Metro. Mira tú por dónde.
Algunos dicen que los que protestan son ricos: tampoco es cierto. Tienen salarios dignos para poder ser cabezas de familia, y nada más. Alrededor de 2.000 euros. Comprendo que la gente se enfade porque no haya metro, pero me da que en el fondo existe una cierta sensación de envidia por ver cómo los trabajadores del metro de Madrid están siendo capaces de reivindicar sus derechos, a diferencia del resto de funcionarios o de empleados de la empresa privada que este año han visto reducidos sus salarios. Entiendo también que podrían respetar unos servicios mínimos del 20%: el efecto sería el mismo y el impacto en la gente sería menor. Pero también es cierto que la Comunidad de Madrid está demostrando muy poca cintura para gestionar este conflicto y, sobre todo, se equivocó tratando de imponer unos servicios mínimos del 50%. La mitad de los servicios no son servicios mínimos.
En el fondo del conflicto subyace el egoísmo de la sociedad, incapaz de mirar por encima de sus intereses. Hay quien sostiene que este conflicto va a dar muchos votos a Esperanza Aguirre: nada como encabritar a una ciudad contra los sindicatos a 11 meses de las elecciones autonómicos. Ciertamente, puede parecer chocante que para defender sus derechos salgan perjudicados las clases menos pudientes, que es la que por lógica viaja en metro. Pero, ¿qué otra opción tienen estos trabajadores? Esa forma que la derecha dice que es antigua, la de sindicarse, unirse y protestar, parece que sigue siendo eficaz en muchas empresas. Incluso empresas públicas. Sin embargo, ¿cuál ha sido la reacción de la gente?
Somos insolidarios por naturaleza, y máxime en una ciudad fabulosa en muchas cosas, pero en la que cada uno va a su bola. Sin importarle nada lo que le pasa al vecino. Absolutamente nada. Nos la meterán doblada tantas veces como quieran.
Nada que añadir. Este país da vergüenza. En vez de, como tú dices aprender de la lección que han dado los sindicatos de Metro, les pedimos que no se quejen que nuestro sueldo es aún más bajo. Con un par.
Así que, según Vd., para ganar votos, Esperanza Aguirre “encabrita” a los madrileños contra los sindicatos… Caramba con doña Espe, ¡Qué malvada y sibilina! Ni siquiera a Maquiavelo, -el de León, naturalmente-, se le hubiera ocurrido algo así.
Mire, don Raúl, tanto en Madrid como en cualquier otra gran ciudad, y sobre todo en la actual coyuntura económica, las huelgas de los transportes públicos generan siempre rechazo y una gran inquina de la ciudadanía contra los huelguistas y los sindicatos que las convocan; rechazo e inquina que crecen y se agravan en la actual coyuntura económica .
Bueno, siempre, siempre, no. Allá por el año 1951, con las cárceles franquistas llenas todavía de presos republicanos, el 1 de marzo concretamente, comenzó en Barcelona una singular huelga de transportes, que ha pasado a la historia como la “huelga de los tranvías”, la última batalla de la generación que perdió la guerra. Pero claro, no se trataba de una huelga de trabajadores del transporte, sino de un heroico –dadas las terribles circunstancias de la época- boicot de los usuarios del transporte público. Nada que ver con la huelga que promueven los sindicatos en el Metro madrileño.
Todas, todas las huelgas de los colectivos del transporte, han sido, son y serán impopulares, porque sus efectos recaen con gran perjuicio en los ciudadanos.
Habrá quien “envidie” la capacidad de los empleados del Metro de Madrid para defender sus derechos, pero la mayoría, la inmensa mayoría, envidia sus sueldos y sobre todo la estabilidad en el empleo que su condición quasi funcionarial les garantiza. Y de este tipo de envidia a la irritación y al rencor no hay ni un paso. Envidia, irritación y rencor son sentimientos entreverados.
Dice Vd. que “en el fondo del conflicto subyace el egoísmo de la sociedad, incapaz de mirar por encima de sus intereses”. Frase hueca, que vale tanto para un roto como para un descosido; y sino, cambie Vd. eso del “egoísmo de la sociedad” por “egoísmo de los empleados del Metro“… Et voilà.
Finalmente, apreciado Raúl, eso de que la izquierda, aquí y ahora, “es caduca, trasnochada y fracasada”, ¿Quién lo duda?. No se ha recuperado, ni lo hará nunca, de los efectos que trajo consigo la implosión de la peor y más cruel tiranía del Siglo XX, la tanto tiempo llamada “patria del proletariado”… Y en cuanto a los sindicatos actuales, con la afiliación más baja de Europa, ¿A quien representan? Son meros apéndices del Poder que les subvenciona y mantiene.
Apreciado Tomás: Decir que la reacción ante la huelga en el Metro madrileño es una muestra del egoísmo de la sociedad no es una frase hueca. Es para mí el fondo de todo este asunto, que ha sido manoseado por los periódicos, se lo digo yo que trabajo en uno de ellos. Por otra parte, se zambulle usted en disquisiciones de tipo ideológico, pero no ha querido entrar a valorar el fondo del asunto de la reivindicación de los trabajadores, ni si sus acciones están siendo o no eficaces. Para mí, se lo digo con toda claridad: sus reivindicaciones son justas y además están siendo eficaces, al menos de momento ya han forzado a la Comunidad de Madrid a sentarse a una mesa a negociar. Por otra parte, respeto que para usted la izquierda sea caduca y trasnochada. Para mí lo caduco, lo cadavérico, es el sistema que nos ha llevado a la miseria moral y económica que vivimos. ¿O es que esta crisis también la ha provocado la izquierda?
Estimado Raúl: Coincido con Vd. en que el sistema del capital no está en su mejor momento, está viejo y achacoso. Hace muchos años que dejó de ser el sistema rampante que fue en sus comienzos.
La decadencia del sistema capitalista se refleja y se cifra en su creciente recurso al estatismo; mayor decadencia cuanto mayor estatismo… Pero la apoteosis de esa decadencia, del recurso al estatismo, se dio en la fenecida URSS y en el ámbito del llamado «socialismo real», que no fue sino la expresión más brutal, salvaje, opresiva y explotadora, insuperada e insuperable, del capitalismo de Estado.
Por desgracia, estimado Raúl, desde el ya lejano nacimiento del sistema capitalista hasta nuestros días, no se ha dado en el mundo otro sistema alternativo al del capital. La URSS y su bloque nunca fueron «socialistas», sino autocracias de capital único.
Por último, también coincido con Vd. en la justicia de las reivindicaciones de los empleados del Metro, pero dudo de que la huelga sea eficaz. Desde luego sí que es absolutamente contraria a los intereses electorales del PSOE en Madrid y su Comunidad. Así lo cree Joaquín Leguina, y hay que ser ciego para no verlo.
Tomás: Yo no he defendido nunca, ni lo haré, a la URSS ni a cualquier otro sistema de izquierdas o derechas que anteponga su ortodoxia política y económica al bienestar de los ciudadanos, y mucho menos si el régimen es de corte dictatorial y sanguinario como lo fueron las dictaduras comunistas de la URSS y la órbita soviética. Igual ocurre con las dictaduras, pasadas y presentes, en América Latina o en cualquier otra latitud, especialmente en Oriente. Sin embargo, no estoy dispuesto a adorar por ello a todo lo que proceda del sistema capitalista, que me parece profundamente injusto. ¿Puede que sea lo menos malo que hemos conocido? Pues puede. Pero precisamente por ello me gusta cuando hay un colectivo que, más allá de la vigencia o no de sus consignas, defiende con uñas su propio estatus,q ue en definitiva es el de sus familias. Por otra parte, al PSOE de Madrid no le hace falta que la huelga de Metro vaya o no a su favor: él solo se las arregla para no salir a flote. Y Leguina hace tiempo que no rema precisamente en esa dirección.
Apreciado Raúl: Por si no lo has visto ya, permíteme que te pase el siguiente enlace:
http://www.youtube.com/watchv=FhaG8LhG00o&feature=player_embedded.
Creo que vale la pena y merece un comentario. Me gustaría conocer tu opinión.
Muchas gracias.