Boyer
El ex ministro de Economía y Hacienda Miguel Boyer ha publicado un interesante artículo en El País en el que se posiciona a favor de las medidas que ha adoptado el Gobierno para ajustar el déficit. A favor en el fondo y en la forma porque está de acuerdo en haberlo hecho ahora, y no antes, como pomposamente le piden desde las tribunas más jacobinas.
Boyer es un socialista de postín y de la vieja guardia. Nada sospechoso, por tanto, de ser un furibundo zapaterista. Por eso tienen doble valor sus opiniones y su análisis, por cierto, bastante alejado de la retórica habitual de los especialistas en economía. Boyer se muestra partidario de potencier el contrato indefinido y para ello pide una reducción de las indemnizaciones, además de aplicarlo a todos los que buscan trabajo. «Esto -a su juicio- rebajaría la temporalidad actual y no afectaría a los derechos adquiridos». O sea, traducido: que los sindicatos podrían aceptarlo sin ser por ello una derrota en las negociaciones para alcanzar una reforma laboral. El objetivo, según escribe, es reducir la temporalidad, algo que se fraguó durante la reforma laboral de 1984 y que no consiguió corregir las de 1994 y 1997.
Boyer considera, además, que el Gobierno «hizo los deberes» al plantear un plan de estímulos y justifica que no pudiera atisbar la dimensión de la crisis en 2009 «porque nadie es capaz de prever el instante de un shock, ni la hondura de sus efectos». Sin embargo, considera que el Gobierno (léase Zapatero) «pecó de sucesivos anuncios optimistas» sobre la salida de la crisis. Esto desgastó aún más al Gobierno, más de lo que ya de por sí desgastan la crisis.
En consonancia con los liberales (tal como contaba ayer en este blog), Boyer pide no aumentar el salario mínimo porque considera que un desajuste demasiado severo entre el salario mínimo y la remuneración media de los asalariados tiene el efecto negativo de aumentar el paro estructural. Esto es: el que afecta sobre todo a los trabajadores menos cualificados y, muy particularmente, en el caso de España a la mayoría de la masa obrera que se ha quedado sin trabajo después del crack de la construcción.
Y sobre el famoso decreto antidéficit, que ahora debe votarse en el Congreso, Boyer ha escrito:
«El Gobierno está haciendo los deberes a su tiempo, con las duras medidas aprobadas el 20 de mayo. Quienes hablan de «medidas a destiempo y, por tanto, más duras», yerran. Estas medidas de ajuste no eran las propias para 2009, sino para la inesperada situación actual. Son imprescindibles y tendrán incluso que completarse con otras en el campo laboral.
Las orientaciones y medidas laborales más urgentes en el momento actual son las relativas al salario mínimo, a la negociación salarial y a poder contar con un contrato indefinido, con una indemnización por despido improcedente menor que la actual de 45 días, a comparar con los 30 días en Alemania».
No digo que esté de acuerdo al cien por cien con las opiniones que vierte Boyer en su texto. Lo que digo es que este artículo demuestra que se puede hacer una crítica a la política económica del Gobierno, de éste y de cualquiera, sin caer en el ataque gratuito, la barra libre del insulto y la miseria intelectual.