Una bofetada (una más)
Este viernes ha salido presto el presidente murciano, Ramón Luis Valcárcel, a recordar que el líder del PP, Mariano Rajoy, dijo hace dos días ante la presencia de la secretaria general del partido, María Dolores de Cospedal, en Guadalajara (Castilla-La Mancha), que es «necesario que el agua se reparta de donde la hay a donde no la hay y que, por lo tanto, haya agua para todos» (cito de Europa Press).
Es normal. Estaba cantado. A Rajoy le preguntaron en ‘Proyecto Hombre’ (le preguntó el compañero y amigo Óscar Cuevas) de forma muy clara: por qué el PP no apoya la reserva hídrica que plantea el PSOE en la reforma del Estatuto de Castilla-La Mancha y por qué ha tomado esta deriva teniendo en cuenta que fue el PP, en Toledo, quien pactó la fecha de caducidad de 2015 para el trasvase. Cuando escuché la respuesta (seguimos la rueda de prensa en el periódico a través de la televisión) no puedo decir que me quedara atónito. Como casi siempre, Rajoy respondió balbuceando y con rostro serio, muy serio. No concretó nada. Se limitó a decir, efectivamente, que tiene que haber «agua para todos», que es lo mismo que decir que tiene que hacer buen tiempo o que las flores del campo son estupendas. No concretó nada sobre el voto del PP en el Congreso sobre el Estatuto castellano-manchego. No explicó por qué Cospedal dice una cosa en Toledo y otra fuera de Toledo. No concretó por qué siempre tienen que ser solidarios los mismos. No concretó nada. Como de costumbre. Porque Rajoy nunca concreta, nunca dice, nunca actúa. Nunca remata. Nada hace pensarnos que gobernara el día que las urnas digan que tiene que gobernar.
Lo peor de todo, pese a todo, es que sus parcas palabras representan una bofetada en toda regla a los intereses de Guadalajara y los ribereños. Y, en consecuencia, también a la posición oficial del PP de Guadalajara y Castilla-La Mancha. Cospedal, a su lado, mantenía su sonrisa hierática. Como si no estuviera allí.