La Garlopa Diaria

22 marzo 2010

Excelente Ignacio Camacho en el ABC de hoy. Claro y conciso.  

IGNACIO CAMACHO

Si la esperanza para acabar con el santuario francés de ETA es esa Securité que confunde a bomberos catalanes con terroristas vascos más vale que sigamos confiando en la Guardia Civil. Desarmados, camuflados y en territorio ajeno, los servicios de información españoles en Francia resultan mucho más fiables que los torrentes galos, cuyo soberbio patinazo los convierte en merecidos aspirantes al premio César por su bordado papel de brazo tonto de la ley en la comedia bufa «Confusión en el hipermercado». Toda la firme solemnidad de Sarkozy y su promesa de cadena perpetua para los asesinos de gendarmes se ha desmoronado con ese enredo memorable, que sumado al del FBI con el rostro de Llamazares deja en franco entredicho a la seguridad antiterrorista internacional. Cuando están a punto de implantarse en medio mundo scanners que desnudan a los viajeros lo menos que cabe esperar de tanto escrutinio tecnológico es que esté manejado por tipos de una cierta solvencia y no por émulos del Superagente 86.
El primer precepto de la lucha contra el terrorismo es no creer la palabra de un terrorista, o por lo menos someterla a cuarentena de verificación. Encelada con la declaración falsaria de su único detenido, la policía francesa cometió un error ridículo y contumaz que revela una lamentable bisoñez en un asunto sobre el que hace treinta años que debería tener interés y experiencia. Los bomberos de Gerona han tenido la suerte de hallarse a salvo cuando se difundió el vídeo de su inocente avituallamiento; es fácil imaginar la desagradable peripecia que habrían sufrido de haber quedado al alcance de unos agentes encabronados por el asesinato de un camarada. Y aún así nadie va a devolverles la integridad de una reputación manchada de manera indeleble en las cachés de las miles de páginas de internet donde han quedado registrados como pistoleros con el carrito de la compra.
En materia de seguimiento de etarras nadie posee mejor know how que la inteligencia policial española. El protocolo es así: Francia permite que nuestros agentes desarrollen en su suelo tareas de investigación, localización y seguimiento, respeta sus tiempos y estrategias y espera que desde España llegue la decisión de actuar en el momento conveniente. Entonces provee los medios y el papeleo, detiene a los mendas y aplica el procedimiento legal establecido. Así han caído decenas de terroristas y es de esperar que sigan cayendo muchos más. El problema ha surgido cuando, heridos de rabia corporativa por el crimen del brigada, los policías galos han pretendido mostrar su eficacia con un orgullo precipitado e irresponsable. El resbalón, cortésmente minimizado por nuestro Gobierno, resultaría una broma anecdótica de no ser porque el comando asesino continúa en libertad. Y porque ésta es la hora en que los altivos responsables del desaguisado aún no han formulado nada parecido a una disculpa.

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