Enrique Meneses: No son 4.123.300 parados, como dice la EPA
Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) se basan bastante en lo que la gente le dice a los encuestadores. Estos seleccionan, cada 3 meses, una muestra de 65.000 familias que se queda en 60.000 después de descartes técnicos. Eso representa unas 180.000 personas. Algunas están cobrando el paro, a otras se les acabaron las prestaciones y las televisiones, el mismo día que se anuncia que ha disminuido algo el paro, nos avisan de que se debe a cansancio, hastío, desesperación: ¡Han dejado de buscar trabajo! ¡Han tirado la toalla! Santo Dios…¡Cómo le gusta el tremendismo a mis colegas! Aquí comemos superlativos a todas horas.
Pero bueno. Hace 50 años, si no se tenía trabajo, la gente se iba a buscarlo a América o a la Europa más próspera –y sin contrato previo, don César Vidal, sin contrato previo– que los que llevaban contrato eran ingenieros y los reclutaba por anuncio el Instituto Español de Emigración, pero no albañiles. Hubo pateras que salían de Canarias hacia Venezuela. Aquellos españoles de las diversas diásporas aguantaron toda clase de dificultades pero salieron adelante y, entonces, se dedicaron a dar a sus vástagos todo lo que ellos no habían tenido durante su juventud. Una manera de maleducarlos como otra cualquiera.
Se calcula entre un 25 y un 30% de personas que trabajan en la economía sumergida. Algunos, incluso, cobrando el paro. ¿Cuantas familias que declaran tener todos sus miembros parados no están haciendo chapuzas o sencillamente trabajando sin ser declararlo en ningún organismo oficial? ¡Como no van a bajar los ingresos por cotizaciones o por IVA si la cifra de 4.123.300 se olvida del tsunami de los sumergidos? ¿Tiene facilidades para encontrar un fontanero, un electricista o un pintor de brocha gorda? Hemos llegado a tener más de 5.600.000 extranjeros (12% de todos los habitantes de España) según el INE. De ahí que nuestra fuerza laboral fuese de 23 millones de trabajadores hasta hace poco.
A todo esto hay que aplicar el genero español por antonomasia: la picaresca. Hable con un damnificado por las riadas y verá que las pérdidas que ha sufrido son “totales”. No les queda nada. Nada es recuperable, más que dirigirse a la cámara, se dirige uno al tasador oficial. En España, si podemos sacar dinero exhibimos nuestra mejor dialéctica y pedimos que nos apunten por lo de las ayudas. En este tercer trimestre, hemos alcanzado los 4.123.300 parados, según la EPA, es decir el 17,93% de nuestra población laboral situada en 22.996.653 personas.
Tomemos el 25% (no el 30% que indican otros autores) de trabajadores en la economía sumergida y ya quitamos mucho dramatismo a la situación. Tendremos un paro real del 13,44%, es decir 3.092.475 parados. Muchos de los que han renunciado a seguir buscando trabajo, no lo han hecho por desengaño sino porque trabajan en secreto o se han vuelto a sus países hasta que pase la crisis porque en Marruecos o Rumanía o Bulgaria, se defienden mejor en casa de familiares campesinos. El hambre absoluta en el campo se soporta mejor que en las caras ciudades de occidente. Me han hablado de un marroquí que viene a España a cobrar el paro todos los meses y se vuelve enseguida a su pueblo del Atlas.
ENRIQUE MENESES