La Garlopa Diaria

9 julio 2009

¿Periodismo en vías de extinción? (Enrique Meneses)

Siempre he dicho que el periodismo es un oficio y no una carrera universitaria. Esto no significa que un universitario no pueda ejercer el periodismo. La información de tribunales, de sanidad, de educación, de las fuerzas armadas, de religión, etc… permite  -si se tienen cualidades de comunicador- ejercer un periodismo bien documentado en esas materias.  La mejor escuela de periodismo es una formación ad hoc, su ejercicio y el contacto con maestros de este oficio. Un buen ebanista se suele formar desde la adolescencia junto a un artesano del mueble de lujo durante muchos años.

Yo aprendí el fotoperiodismo codeándome en Oriente Medio con gente como René Burri (hoy en Magnum), Sharokh Hatami, Howard Sochurek, Gordon Tunney, Karl Breyer, Angelo Novi y otros colegas más avanzados que yo. Observando los lugares donde se colocaban, el objetivo que elegían, la película que requería el momento. Si algo no comprendía, lo preguntaba. Les veía tomar riesgos en contraluces, oía que había que desconfiar del fotómetro porque la arena del desierto multiplicaba la luminosidad, aprendí a dejarme quitar el rollo de película entregando a la policía uno virgen y haciéndoles creer que era el de mi máquina, a enviar la película a Francia, entonces enemiga de Egipto, pasando delante de las narices de la censura militar sin que me descubriesen. Ahí es donde aprendí el oficio, en un Oriente Medio donde todo es “mamnun”, prohibido, pero todo se puede hacer.

Pero lo  explicado hasta ahora se corresponde a la mecánica del oficio, antes hay una formación intelectual muy fuerte, bastante más fuerte que la simplemente académica. Para empezar están los idiomas. Inglés, francés y español deben de ser lo mínimo que controle un periodista, con eso puede recorrer el mundo tranquilamente. El lenguaje de las manos y saber hacer, aceptablemente, un croquis a lápiz en una hoja de papel. Ser un gran lector de obras relacionadas con la zona donde vamos a trabajar durante una temporada pero no haber desdeñado una educación general ecléctica y diversificada. Tomar notas, subrayar, aprenderse de memoria frases importantes de personajes relacionados con nuestro trabajo, discernir exageraciones o información tendenciosa, contrastar antes de dar por buena una sola fuente. (…)

El joven periodista de hoy, cuando ve que aumentan los licenciados que la Universidad lanza anualmente al mercado, cuando observa como se reducen las redacciones y se utilizan más becarios en pésimas condiciones económicas, tiende a desesperarse y acabará aceptando cualquier puesto de trabajo que tenga algo que ver con “informar”, como por ejemplo Director de Comunicaciones de una empresa cualquiera donde ganará más que de becario en un diario. Los gabinetes de prensa están plagados de periodistas desilusionados pero que han sobrevivido. Cada cual tiene que formarse a sí mismo lo mejor que pueda, tiene que aprender todas las variantes de la profesión, escribir para papel, radio, televisión, blog, fotografiar, filmar para video o documental, etc… El joven periodista de hoy está más desconcertado que lo estuvimos nosotros hace 60 años pero, sin embargo, tiene herramientas en sus manos que jamás pudimos soñar los que hemos llegado al final del camino. ¡Quién fuese uno de los de ahora!

ENRIQUE MENESES [26.02.09]

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