El alimoche (por Ferran Monegal)
El alimoche (neophron percnopterus) es un tipo de buitre estrafalario que tiene la cara y las patas de un llamativo color amarillento. Es de un cromatismo pintoresco dentro de su fealdad. Como carroñero es un poco desgraciado, porque sus hermanos más potentes -como el buitre negro y el buitre leonado- siempre le birlan los cadáveres más interesantes y él tiene que contentarse con las sobras de la carroña nada más. Cuando va en grupo suele envalentonarse. En la península Ibérica es escaso, pero puede avistarse -además de en Baleares y Canarias- en la sierra norte de Guadalajara. Precisamente en octubre de 2008, en el término municipal de Campillo de Ranas, se dio el rarísimo caso de unos buitres que atacaron a una ternera que estaba pariendo en un prado. Según zoólogos experimentados se trata de un comportamiento excepcional. Los buitres sólo actúan cuando ven cadáveres.
Nacido en Guadalajara, Nacho Abad -según sus propias declaraciones- se marchó a los 18 años a cubrir la guerra de Yugoslavia como fotógrafo freelance. No sabemos si anteriormente, o posteriormente, crusó estudios de periodismo en la Complutense de Madrid. En cualquier caso, su protagonismo televisivo arrancó en 1998, cuando entró a formar parte de la escudería de criaturas de Ana Rosa Quintana. Primero en «Sabor a ti» (Antena 3 TV) y ahora en el actual «Esenciales Ana Rosa» (Tele 5). Se especializó en sucesos. Y advertido de lo mucho que puede dar de sí en la tele el tratamiento morboso o impactante de trágicos casos, como el de la niña Mariluz, el de la británica Madeleine, el horroroso asesinato de Sandra Palo o la desaparición de Marta del Castillo (por citar algunos de los más dramáticos), la productora Cuarzo, propiedad de la Quintana, le puso al frente del programa «Rojo & Negro» (Tele 5).
Desde noviembre del 2008 viene realizando ahí, cada semana, un tétrico «composite» informativo de sucesos variados, labor que compagina con sus apariciones matutinas con la reina de las mañanas. Su labor llegó al cénit de la irresponsabilidad en una sesión de «Rojo & Negro» (febrero de 2009) en la que introdujo en el plató a una menor, Rocío, última novia de Miguel, el presunto asesino de Marta del Castillo. Sin respetar la más elemental norma de protección al menor, Rocío, de 14 años, fue interrogada y continuamente enfocada. La presencia de su madre no salvó, en absoluto, la perversión televisiva, aunque sí nos alertó de la irresponsabilidad de algunos padres que, en lugar de proteger a sus hijos menores a su cargo, les impulsan hacia el circo, en una delirante carrera hacia el «star system» más antropófago y cafre. Se cubrió de gloria Nacho Abad con este trabajo.
Me consta que sufrió un serio quebranto personal al darse cuenta de su error. Pero tampoco supo hacer la catarsis necesaria. La catarsis de verdad les llegó meses después -a él, a la productora Cuarzo y a su dueña, Ana Rosa Quintana- con una oportuna sanción impulsada por el juez de menores de Granada. Nacho Abad no es un canalla. Es, simplemente, una criatura equivocada que cree haber encontrado en los sucesos un filón televisivo para ir tirando. Quizá ahora ya se haya dado cuenta del precio que tiene que pagar. La tele carroñera necesita cómplices. Y nunca da nada gratis.
FERRAN MONEGAL, crítico de TV de El Periódico, Onda Cero y Barcelona Televisió
Artículo publicado en el suplemento TDT (27.06.09)
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