El peligro de Berlusconi
Cuando varios periódicos, incluso muchos periódicos, se ponen de acuerdo para dejar tan mal a un gobernante, malo. Significa que debajo subyace un caudal notable de información veraz. Y cuando un ministro de un Gobierno europeo, democrático, occidental, ataca a esos mismos periódicos, malo también. Significa que el poder no acepta la libertad de expresión. Ni la crítica. Ni tampoco el disenso.
Esto es lo que está ocurriendo con Berlusconi y varias cabeceras internacionales, que le tienen enfilado por su discurso populista y sectario, sus invectivas a la justicia, su abuso de dominio empresarial, su talante pendenciero y sus salidas de tono improcedentes al afrontar un divorcio, según su mujer, por mantener relaciones con menores.
Financial Times ha dicho que el magnate milanés queda lejos de ser un émulo de Mussolini, pero no ha tenido reparos en publicar que «representa un peligro para Europa». Ahí queda eso. Con toda la carga de un periódico como el Financial. Si ocurriera aquí, en España, con el presidente de Gobierno de turno, nos haríamos el hara-kiri, directamente. Por su parte, El País y The Independent, posiblemente dos de los mejores exponentes de la quality press europea, también han coincidido durante los últimos días en criticar abiertamente y sin ambages el ambiente de «bajo imperio» que se vive en Italia. Por la marrullería mostrada por Berlusconi y la sensación de decrepitud política general, al tener una derecha envalentonada, según las encuestas, con un creciente apoyo popular; y una izquierda hundida en las luchas internas y doblegada por sus propias contradicciones.
l’Unità, el viejo periódico que fundó Gramsci como altavoz del histórico Partido Comunista Italiano (PCI), publica hoy una portada cargada de ironía y a la vez de realismo. Se hace eco de la «alarma» que el «berlusconismo» provoca en la prensa extranjera y subraya la reacción histérica del Gobierno italiano por las críticas que le están llegando, tanto de la prensa foránea como de la interna (caso de La Repubblica, de centro izquierda). El ministro Franco Frattini, ex comisario europeo para más inri, ha venido a decir que le trae al pairo lo que diga una parte de la prensa extranjera. Pero luego la ha puesto a parir. Y ustedes perdonen, pero me ha recordado al discurso que mantenían los regímenes totalitarios de entreguerras, en Alemania, la Unión Soviética o la misma Italia, cuando acusaban a la prensa de fuera de querer desprestigiar a sus países. Pura propaganda. Pura hipocresía. Puro desprecio a la prensa libre.
Berlusconi controla la mayoría de las cadenas de televisión en Italia. Domina las privadas generalistas y ahora también las públicas: Acaba de situar en los mandos de la RAI a algunos de sus principales acólitos. Goza de una posición predominante en mercados sensibles para la orientación de la opinión pública como las telecomunicaciones, la publicidad o la producción editorial. Preside varios consejos de administración y un club de fútbol a la vez que el Consejo de Ministros. Se ha burlado de los jueces, a los que acusa constantemente de «comunistas» y «mafiosos», chúpate esa. Ha aprobado leyes ad-hoc para, a través de su inmunidad parlamentaria, safarse de diversos procesos judiciales. Y el Ejecutivo que preside, en una desenfrenada carrera hacia la demagogia ultraconservadora, está promulgando una legislación racial que busca criminalizar a los inmigrantes, recortándoles derechos y señalándoles con el dedo acusador de la xenofobia y la exclusión. ¿Cómo? Segregando barrios, creando «autobuses» sólo para inmigrantes, sacando a la policía a vigilar al gitano y expulsando irregulares hacia las costas de Libia, como si fueran animales. Entre otras medidas.
Berlusconi es un peligro para la democracia en Europa. No por ser de derechas, sino por las políticas que practica y la relación de éstas con sus negocios privados. Berlusconi es un lastre para la Unión Europea. Y el que no lo vea, o no lo quiera ver (como Zapatero), me parece que flaco favor le hace a las libertades.