La hora de Molina
Hay pueblos que irradian luz. Otros rezuman melancolía. Molina de Aragón podría ser un escenario idóneo para un poema de Pessoa. O para una canción de Leonard Cohen. La ventisca de la mañana y la nieve de las calles en invierno quizá contribuyen a esta sensación, pero Molina transmite un halo desapacible. Quizá también de serenidad, de cansancio. El aire resulta bucólico y decadente. Varios comercios conservan sus rótulos antañones, lo que confiere al lugar un sabor añejo. Algunos edificios altos, quizá más de los deseables, han roto la armonía del casco viejo. Y muchas de las casas y edificios antiguos aportan una visión lánguida, poco decorosa. Baroja escribió: “Es un pueblo de cierto empaque aristocrático, con casas hermosas, calles bastante anchas y una gran fortaleza”. Molina es sinónimo de abolengo. Pero también de una cierta resignación que ahora, por fin, pretende combatir.
La “Ciudad de los Caballeros” atraviesa un momento de inflexión. Su imponente castillo-alcázar es testigo de épocas más esplendorosas, pero aquello hace tiempo que pasó a mejor gloria. El Estado de las Autonomías, diseñado durante la Transición, quiso que un municipio que se apellida “de Aragón” perteneciera a una región llamada Castilla-La Mancha. Molina está en medio de todo y de nada. En el centro de la meseta, a medio camino de Madrid, Valencia y Zaragoza. Pero con poca gente. Faltan pobladores. El municipio alcanza los 3.667 habitantes censados, según el último dato del INE. La densidad demográfica comarcal es del 3%, por debajo de la estepa siberiana. Quizá los diferentes Gobiernos centrales han desoído las peticiones de la ciudad. Quizá creyeron que nunca iban a revelarse. O al menos protestar. Pues bien, ese momento está empezando a cuajar en una parte sustancial de los molineses.
Todavía es una sensación primeriza, pero las expectativas crecen. La ciudad de Molina maneja tres proyectos vitales para su futuro. Primero, la conversión de la N-211 (principal vía de acceso al municipio) en autovía desde Alcolea del Pinar hasta Monreal, ya en Teruel. Fue una promesa comprometida por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, durante la última campaña electoral, y ya han empezado a darse los primeros pasos administrativos. Segundo, la reciente inauguración del Centro de Especialidades, un centro de salud amplio y moderno cuya obra ha financiado la Junta de Castilla-La Mancha. Y tercero: la construcción de un Parador Nacional de Turismo, una vieja reclamación molinesa aceptada por el Estado tras el incendio que, en el verano de 2005, segó la vida de once personas en la cercana Sierra del Ducado.
El incendio fue un punto y aparte. La gota que colmó el vaso. La culminación trágica del desamparo de los montes. Pero hay más razones de fondo que explican el hartazgo de una tierra acostumbrada al ostracismo. Jerónimo Lorente Hernández, 66 años, es de Abobes. Pertenece a la plataforma “La Otra Guadalajara” que, desde 2006, canaliza las reivindicaciones de los ciudadanos de estas veredas. Defiende la conveniencia de separar los problemas municipales de los comarcales, aunque avisa “que el desarrollo de Molina y de la comarca son cosas paralelas”. Hay servicios que, por lógica, deben ubicarse en la capital del Señorío. Por ejemplo, delegación de servicios de la Junta de Castilla-La Mancha, que acaba de abrirse. Esto ha generado recelos en algunos pueblos del entorno, lo que pone más palos en la rueda del progreso para la zona. Sostiene Lorente: “La comarca la ha hecho la historia, no nosotros. Y además entendemos que cuando mejora Molina, mejoran los pueblos. Y viceversa”.
Asistencia sanitaria
De todos los proyectos que Molina tiene entre manos, el Centro sanitario de Especialidades es el único que ya se ha hecho realidad. El presidente regional, José María Barreda, lo inauguró oficialmente el pasado 13 de mayo, aunque desde enero ya ha atendido a 10.000 personas. Se trata de un logro esencial. Una reivindicación histórica por fin satisfecha. Un hito en la ciudad y la comarca. La Junta de Castilla-La Mancha ha invertido 2,6 millones de euros y tiene previsto que este centro de cobertura a unos 8.000 vecinos de la zona. En la planta baja del edificio se ubica el área de Urgencias, el bloque de actuación médica especial para realizar intervenciones de cirugía menor, además de la zona administrativa, el área de Fisioterapia y la de Radiología. La primera planta alberga el grueso de las consultas de asistencia general, con ocho consultas de Medicina General y Enfermería y una consulta de Pediatría. En la segunda planta se agrupan las consultas de las especialidades de Oftalmología, Traumatología, Ginecología, Medicina Interna, además de la Unidad de Salud Bucodental, el gabinete del trabajador social, despachos y una biblioteca.
David Pascual Herrera, de apenas 30 años, fue elegido alcalde de Molina por el PSOE en 2007. Aunque es diplomado en Trabajo Social, forma parte de la plantilla del transporte sanitario. Considera que el nuevo consultorio supone “una sustancial mejora de la calidad de vida y la seguridad de nuestros vecinos”. Por su parte, Barreda sostiene que los nuevos servicios que ofrece el Centro de Especialidades molinés están evitando muchos desplazamientos y facilitando la labor de los médicos. Para Jerónimo Lorente y “La Otra Guadalajara”, el centro de especialidades acerca la asistencia sanitaria a los ciudadanos, “el no tener que ir a Guadalajara a hacer cosas, es decir, la cercanía, y eso teniendo en cuenta la gran dispersión de la comarca, pues tiene una gran importancia”. Pero, a su juicio, también tiene una importancia psicológica: “Viene a paliar la sensación de abandono de los últimos años”.
Turismo de calidad
El turismo es otra de las bazas que siempre surgen cuando se habla del porvenir de Molina. El enclave lo tiene todo para exhibir una oferta envidiable: un patrimonio histórico y artístico sublime, una gastronomía recia y unos parajes naturales imponentes, como el Barranco de la Hoz o el Alto Tajo. En cambio, el turismo sigue siendo una actividad emergente en Molina, pero no consolidada. Al menos no tanto como en otros puntos de la región. Ángel Luis López Sanz, 40 años, es uno de los portavoces de “La Otra Guadalajara” y dueño de una casa rural en La Yunta. Considera que el turismo puede ser un eje de desarrollo, pero hace falta mejorar. Y mucho. “Molina como ciudad monumental ya tiene un gran atractivo. Necesitamos gente que venga a pernoctar, no sólo que vayan de paso”, asegura.
El Parador de Turismo es percibido por la ciudad con una mezcla de alegría y escepticismo. Se sabe que es un proyecto estrella, pero muchos desconfían de su impacto. Estará ubicado en las afueras del pueblo, en el paraje de las Piedras de Santa Librada, ideal para contemplar vistas panorámicas. La inversión asciende a 24 millones de euros y generará, según prevé el Gobierno, alrededor de 60 puestos de trabajo directos. Dispondrá de 80 habitaciones dobles. La superficie total, tras un cambio en la parcela, ascenderá a 14.944,55 metros, a los que hay que sumar 2.281,23 metros cuadrados de zona verde, 3.595 metros de red viaria y alrededor de 1.000 metros de zona dotacional. Todavía no se sabe con exactitud cuando puede estar funcionando. Marisol Herrero, consejera de Turismo, advirtió en noviembre, tras reunirse con el director de Turespaña: “Sin duda alguna el Parador estará abierto antes de que termine esta legislatura”. Después anunció la construcción de un auditorio de cultura en unos terrenos que cederá el Ayuntamiento. “Un parador y un auditorio son complementarios, y nos parece que también la cultura atrae muchísimo turismo”, agregó.
Algunos empresarios del turismo rural no son tan optimistas como los políticos. A sus 25 años, Rocío Andrés es la gerente del Paradón de Molina, una infraestructura hotelera que cuenta con 13 apartamentos en su interior. Su opinión es clara: “El turismo rural podría ser uno de los futuros de esta zona, pero gestionado tal como está ahora, no. No hay coordinación, ni entre alojamientos ni entre administraciones, ni entre alojamiento y restauración”, sentencia. Falta aunar voluntades, buscar sinergias entre los promotores turísticos y crear una promoción eficaz. “El parque natural del Alto Tajo no está siendo bien gestionado. Lo que no es normal es que yo tenga un cliente que venga en el mes de enero que quiere ir y allí no encuentra a ningún guía”, afirma. Madrid, el Corredor del Henares, Toledo, Aragón y Levante son los mercados potenciales más atractivos para Molina. Y existen ejemplos a seguir muy cercanos. Otro pueblo monumental, Albarracín (Teruel), se ha mostrado capaz de atraer anualmente a 200.000 visitantes. ¿Por qué Molina no lo consigue?
Comercio en declive
El corazón comercial de la ciudad es la calle de las Tiendas, situada en el centro. Antaño llegó a cobijar alrededor de cincuenta comercios. Hoy quedan muchos menos. La despoblación hace mella y el empleo no abunda. La industria es una quimera y en la agricultura no hay relevo generacional. El comercio y los servicios deberían ser los pilares del empleo en sitios como Molina. Pero este axioma no siempre se cumple porque los problemas acucian. Faltan clientes porque falta gente. Y falta personal porque las oportunidades laborales se esfuman. Santiago Iturbe regenta la ferretería Iturbe, abierta por su bisabuelo. En su peña de amigos son 35 chavales. Sólo cuatro viven en Molina todo el año. Reclama más subvenciones a la hora de emprender un negocio y propone abaratar el suelo industrial: “Ya que las empresas no quieren venir a aquí, pues la otra opción que nos queda es favorecer el comercio y sacarnos las castañas por nuestra cuenta”, explica.
Carolina Mateo Sanz es la quinta generación que atiende la Panadería Mateo, cuya especialidad son las tortas rellenas de miel, manteca y pasas. Tienen el horno en la localidad de Rillo de Gallo y la tienda en Molina. “No me puedo quejar, me gustaría que hubiera más gente, pero es que somos pocos. Hay muchos mayores que hacen poco gasto de pan”, confiesa. Carolina vive de lo que vende en Molina, pero reparte pan por los pueblos de alrededor. Los restaurantes también notan esta tendencia. Los pueblos generan una actividad que complementa el negocio local. Lo mismo opina Antolín Clavo, 54 años. Sus padres tenían una tienda pequeña de comestibles. Ahora él es el duelo de un supermercado en la calle más transitada: el paseo de los Adarves. Tiene cuatro trabajadores a su cargo. “El negocio principal está en los pueblos. Si no fuera por la gente de los pueblos, en Molina solos no nos mantendríamos. Son los pueblos de alrededor los que nos dan de comer”.
La dueña de la perfumería Peco, María Luisa Ruiz, lleva diecinueve años regentando un negocio centenario. Cuenta que no le va mal y se muestra convencida de que el futuro de Molina no pasa por el turismo. “O ponen aquí fábricas para que haya sueldos o estaremos siempre así. El turismo no genera nada, es una ayuda pero no la solución vital. El turismo que sí vale es el que viene todos los años a los pueblos de alrededor”. La Federación General del Comercio de Guadalajara (FGC) confirma que en Molina cada año aumenta el número de trabajadores que pasan a ser autónomos. La gente se busca la vida por su cuenta ante la falta de personal que haga compras. “Tráenos un par de bloques de Alovera de esos…”, remacha María Luisa con ironía, en referencia a la zona más próspera y poblada de Guadalajara.
DESPIECE
“La Otra Guadalajara” se gana el respeto
El domingo 17 de mayo se celebró en Morenilla una nueva edición del Día de la Común, una jornada que organiza la Real Comunidad del Señorío de Molina, institución centenaria que recoge la tradición de los fueros medievales molineses. Sin embargo, actualmente es un organismo sin capacidad ejecutiva y con un margen de maniobra escaso. Los ayuntamientos de las diferentes Sexmas de la Tierra de Molina, a través de alcaldes y concejales, conforman el grueso de sus miembros. Al margen de La Común, existe otra entidad que ha conseguido aglutinar esfuerzos comarcales y mejoras concretas para la zona. La plataforma “La Otra Guadalajara”, sin adscripción política y nacida siguiendo la estela de otras similares como “Teruel Existe”, tiene el apoyo mayoritario de la sociedad molinesa (plasmado en su número de afiliaciones y en las firmas recogidas, más de 11.000), de los empresarios y de los sindicatos. La acción social de esta plataforma ha conseguido galvanizar un sentimiento de arraigo y de reivindicación entre las gentes del Señorío. Aunque siempre ha delimitado muy bien sus fines y el procedimiento elegido, el éxito de la plataforma ha creado recelo en algunos alcaldes y, al principio, también en la Administración regional. El 11 de noviembre de 2007, el diputado regional socialista Antonio Marco hablaba así de la plataforma: “Nadie se puede atribuir la representatividad de un territorio, colándose por la puerta de atrás sin haber pasado antes por el filtro de las urnas”. El pasado 13 de mayo, el presidente Barreda cambiaba el tercio: “En una sociedad moderna el tejido civil tiene que tener la capacidad de organizarse y hacer planteamientos reivindicativos, articularse y vertebrarse”. ¿Qué ha pasado en Molina y en Toledo para que se produzca este cambio de actitud en el seno del Gobierno regional? Cabe subrayar el influjo de María Antonia Pérez León a la hora de asesorar la orientación política del equipo de Barreda. La presidenta de la Diputación Provincial, elegida secretaria provincial del PSOE en julio de 2008, se mostró siempre partidaria de dar cauce y diálogo a las demandas de “La Otra Guadalajara”. Jerónimo Lorente, de “La Otra Guadalajara”, advierte: “Quien no vea que a estas alturas, con los problemas que tenemos, no podemos estar en esas historias, es que no ve nada”. La cultura de este movimiento está haciendo que la gente entienda que es una causa común. El cambio de talante de la Junta de Castilla-La Mancha empezó a notarse de manera paulatina. Han sido varias las reuniones mantenidas entre sus representantes y Barreda, lo que ha facilitado las negociaciones. En todo caso, a pesar de estos avances los miembros de “La Otra Guadalajara” no cejan en su empeño. Lorente matiza: “Nosotros lo que no vamos a confundir nunca es compromisos adquiridos con compromisos ejecutados. Por ejemplo, en cuanto al centro de especialidades, aunque se inaugure, no lo vamos a dar por un compromiso cerrado”. Próximos objetivos: mejorar las carreteras y las telecomunicaciones.