Garoña
Todavía retumba en mi mente la viñeta de El Roto que he colgado en la entrada anterior de este blog. Qué bueno. «Los lápices no tienen ningún futuro», dice una vieja máquina de escribir. Algo así debieron pensar cuando salió este invento. Y ya ven. Las máquinas de escribir se han ido al pairo y los lápices continúan entre nosotros.
A propósito de los cambios, me llama la atención esa idiotez que esgrimen algunos detractores del periodismo digital. Dicen que es muy volátil, etéreo y que sólo la prensa escrita puede aportar las claves y reflexiones necesarias para entender la realidad. Ya no es así. Lean, por favor, el magnífico reportaje que ha escrito Ana R. Cañil en el portal soitu.es. Es un texto extenso, bien escrito, elaborado con profusión de datos, detalles y testimonios. La periodista viaja hasta Santa María de Garoña y escudriña la vida tranquila de sus pocos habitantes y su convivencia con la cercana central nuclear.
El artículo viene a cuento de la actualidad. Antes del próximo 5 de junio, el Gobierno debe decidir si renueva por diez años el permiso de funcionamiento de Garoña (propiedad al 50% de Iberdrola y Endesa) o si, como piden los ecologistas, ordena su cierre tras cumplirse las cuatro décadas para las que fue concebida. Es un tema sensible porque el presidente del Gobierno maneja un concepto, «la vida útil» de las centrales, ambiguo y esquivo. Por tanto, habrá que estar atentos a la decisión en torno a Garoña porque marcará, en buena medida, el calado verdadero de la apuesta por las energías renovables de este Ejecutivo.
En todo caso -insisto- lean el reportaje de Ana R. Cañil. Sobre todo léanlo aquellos que siguen pensando que el periodismo electrónico se reduce al chismorreo, las noticias estúpidas y los confidenciales. Descubrirán otro mundo.