Paladear Madrid
Joaquín Sabina ha recibido la medalla de oro de Madrid. Es andaluz de nacimiento, pero madrileño de militancia. Me entusiasmó su discurso el día de San Isidro. Pronunció palabras cargadas de calidez, de agradecimiento hacia la ciudad que acoge a todos. Dijo que Madrid es el territorio de los sueños y, con retranca, recordó que lo malo de los sueños es que, a veces, se cumplen. Y entonces dejan de ser una ilusión. Me gustó mucho esta frase: «Yo siempre digo que los que habéis nacido en Madrid, como mis dos hijas, guapísimas, que son madrileñas, gatas de pro, se han perdido el modo de paladearla de alguien que viene de fuera y se baja en la estación de Atocha con su maleta de cartón y con su boina en el alma». Es cierto. Esa sensación de estar solo en la nueva ciudad, como escribe Muñoz Molina, es única. Esa sensación de vacío y plenitud al mismo tiempo no puede sentirla alguien que ha nacido y vivido aquí. Esa imagen de llegar y encontrarte todo, como si fuera nuevo, como si fueras a estrenarlo tú, es irrepetible. Porque pasa una vez y no vuelve, como todas las cosas que merecen la pena. Pongamos que hablo de Madrid.