¿Y la coherencia?
La mayoría de los analistas y editorialistas que hoy pontifican sobre el debate celebrado ayer en las Cortes, la mayoría, no todos, coincide en señalar que Zapatero salió vivo. Otros dicen airoso. Otros van más allá y le dan ganador frente a un Rajoy errático, apocado y titubeante.
El líder de la oposición realizó un prolijo diagnóstico de la situación económica, pero no añadió nada nuevo, ni concretó las medidas de su plan económico. Tampoco tuvo cintura para contestar la cascada de propuestas de Zapatero en su primera intervención. Lo explica muy bien Victoria Prego en El Mundo. Rajoy no es un pésimo parlamentario, pero su retórica está muy por debajo de la de Zapatero, que es un duro fajador porque, entre otras cosas, acumula una amplia experiencia entre los escaños del Congreso.
El cronista parlamentario, Fernando Garea, en su interesante blog de elpais.com, relata que, al día siguiente del Debate sobre el Estado de la Nación, los diputados del PSOE han dado sensación de victoria: «Rajoy ha venido hoy al Congreso a decir que ganó por goleda, pero su sola comparecencia supone ya admitir la derrota. En el Parlamento las victorias y derrotas no se miden de forma objetiva, sino que son consecuencia de la imagen que se transmite».
Al margen de quien haya ganado o no el debate, que no creo que interese demasiado al personal, el presidente del Gobierno lanzó una serie de medidas de carácter económico que buscan reactivar el consumo y la compra de casas y de coches. Bien, analizadas estas medidas con detenimiento, podemos concluir que la socialdemocracia ya ha asumido algunas de las tesis que le ha estado negando durante los últimos meses al centro derecha europeo: incentivos fiscales, ayudas directas, inyección económica a sectores estratégicos.
La propuesta «estrella» que se sacó de la manga Zapatero fue la anulación de las deducciones en la compra de un piso, a partir de 2011, para los que ganen más de 17.000 euros anuales, cifra que progresivamente irá aumentando hasta los 24.000. No me parece una medida vacía, como algunos sostienen en los periódicos de esta mañana. Tampoco me parece una medida que «apaleará», como le espetó Rajoy, a las clases medias españolas. Otra cosa es si esta idea casa con el discurso mantenido hasta la fecha por el Gobierno. Es decir, si es coherente en un líder socialista.
Nadie que gane menos de tres millones de pesetas puede comprarse un piso y comer. O elige una cosa o la otra, pero no las dos. Lo mismo le ocurre al que tiene ingresos inferiores a los 24.000 euros. Por tanto, la medida supone una eliminación casi total de las desgravaciones por la compra de viviendas. El País, en un alarde optimista, titula: «Zapatero elimina ayudas al ladrillo para cambiar el modelo productivo». ¿Por qué tenemos que creernos que las deducciones por vivienda son la principal causa del boom inmobiliario? En un editorial bastante impreciso, El País defiende que la medida puede ser arriesgada, pero «técnicamente correcta». Lo que busca el Gobierno es desatascar el stock de viviendas hasta 2011 y, de paso, animar ese mercado. Pero la pregunta es: ¿Y después, qué? ¿Ya estaría todo hecho para garantizar un nuevo modelo productivo? ¿Ya se crearían puestos de trabajo reactivando, parcialmente, si es que se consigue, el mismo sector que nos ha llevado a la crisis?
Es cierto que en España existe una clase media que posee en propiedad más de una vivienda. También es verdad que no tiene mucho sentido, fiscalmente, que un ciudadano con varias casas pueda desgravarse la hipoteca en la declaración de la renta. Pero hay que valorar otros matices. El más importante, que se trata de una clase media, autónomos y no autónomos, deslomada a trabajar, cargada de impuestos y, en buena medida, sostenedores del tejido productivo. Quizá los socialistas debieran replantearse si es ideológicamente aceptable y políticamente rentable cargar contra este grupo de ciudadanos. ¿Seguro que lo han pensado bien los estrategas de Moncloa? ¿Seguro que casa con el programa electoral con el que el PSOE concurrió a las elecciones generales hace tan solo un añito?
Me gustaría saber qué opina Jesús Caldera, ahora que lidera el laboratorio de ideas del PSOE, de las medidas que ha anunciado Zapatero. Me gustaría saber qué opina Alfonso Guerra, aunque he leído en el blog de Nacho Escolar que Guerra calificó el discurso del presidente como «el mejor que le he oído nunca». Siempre he pensado que el mayor patrimonio que puede tener un político, al margen de su ideología, es su coherencia. Y me da que Zapatero patina con la suya cuando adopta medidas propuestas por el PP y cuando toma decisiones que, en la práctica, gravan a las rentas medias, no a las más altas. En suma, pura contradicción.