Rubianes solamente
Cuando los dinosaurios de la caverna le montaron un proceso inquisitorial por unas palabras grotescas que pronunció en TV3, sentí rabia por Pepe Rubianes. Los que somos jóvenes, y de Barcelona, hemos crecido con su talento en la tele y en los teatros. Falleció ayer. Se lo ha llevado un cáncer de pulmón. Era culto, inteligente, provocador y un cómico como la copa de un pino. Su teatro era el Club Capitol, en la puerta de las Ramblas. Le iba el lugar: bullicio, golferío, cultura a raudales. Lamento que mucha gente en el resto de España le empezara a conocer sólo por decir que le importaba tres cojones la unidad de España. También es verdad que nunca le oí hablar así de los patriotas catalanes, pero da igual. Pepe Rubianes era un humorista extraordinario, un actor con el que era fácil identificarse y, sobre todo, un tío sencillo con el que rápido te descojonabas de la risa. Me encantó en «Makinavaja, el último choriso«. Sus mónologos en la sala Capitol ya son míticos: Rubianes 25 años, Rubianes solamente. La existencia es muy cabrona y te frena en seco, en plena vitalidad y cuando la madurez empieza a convertirte en catedrático de la vida. Su amigo Andreu Buenafuente le dedica hoy en su blog un artículo hermoso y evocador. Muy emotivo. Un epílogo a la altura de uno de esos tipos con el que uno se iría, sin dudarlo, al fin del mundo.