Del Pelagallinas al Ungría
Anteayer se presentó el nuevo libro de Santiago Barra: Guadalajara íntima (Diputación de Guadalajara, 2008, 138 págs.). La provincia de Guadalajara tiene la suerte de contar con una amplísima bibliografía. Se ha escrito, y se sigue haciendo, mucho y bien. Tengo amigos de la cultura castellana, de Soria, de Segovia, incluso de Madrid, que siempre admiran el volumen de publicaciones que se editan de temática alcarreñista. Eso es un punto a favor de Guadalajara y creo que dice mucho del interés que generan estos temas. Y más aún: dejan claro el sentimiento de apego de las gentes de Guadalajara hacia lo propio. Es raro el pueblo que no tiene un libro dedicado a su patrimonio, su artesanía o su folklore. En cambio, lo que no es tan frecuente es encontrar libros que cuenten las rutas más escondidas, los paisajes más recónditos, las historias más ocultas. Esta es la gran aportación del libro de Santi Barra. Selecciona casi cuarenta itinerarios fuera de mapa, es decir, de los que casi nunca aparecen en las guías de turismo ni en los portales de internet. Después los recorre, uno a uno, palmo a palmo. Y, finalmente, estampa sus impresiones negro sobre blanco, primero en El Decano y ahora en formato libro, con fotografías que invitan a mover el trasero y poner pies en polvorosa hacia el campo. Hay rutas extraordinarias: el Pelagallinas, que para algunos forma parte de nuestra infancia; el pinar de Sigüenza; la vega del Ungría; la cascada del Aljibe; o la Dehesa Boyal de Peñalba, allá en la Sierra Pobre. Por cierto, a propósito de la Sierra. Sin desdén de ningún lugar, pero me ha parecido que Santi demuestra tener muy buen gusto: la mayoría de las caminatas elegidas recorre la comarca de la Serranía… Así que está todo dicho. Si les gusta hacer senderismo y encontrar la tranquilidad y la belleza en el paisaje, les recomendaría que compren este libro y luego sigan sus pasos. Y si además de gustarles todo eso son de Guadalajara, hagan lo mismo y fíjense en la cantidad de detalles y rincones que se descubren según van pasando las páginas. Guadalajara íntima es un libro de lectura. Pero no olviden echarlo al morral.