La Garlopa Diaria

4 febrero 2009

El Caso

Ejemplar de El Caso

Andaba yo estudiando la propaganda de la Roma imperial, los manejos de Richelieu y la cartelería de Gran Bretaña durante la 1ª gran guerra cuando he escuchado en la SER una entrevista a Eugenio Suárez, el que fuera director del periódico El Caso. Hablaban de ello Joaquim Roglan, que es un viejo león del oficio en Cataluña, y Mayka Navarro, redactora de sucesos de El Periódico de Catalunya.

Me ha entusiasmado escucharles en la tranquilidad de una tarde de febrero,  tomando café. ¿Era periodismo sensacionalista o información seria la de El Caso? Quizá ni una cosa ni otra, pero Roglan ha puntualizado que lo que hacía este periódico no se puede comparar con la avalancha de carnicería y sucesos mal contados que echa la televisión hoy día. En El Caso escribía gente como Cela. Fue un periódico bien escrito,con una redacción cuidada y con un aplomo e ingenio suficiente para juntar la crónica negra con noticias raras y extravagantes que vuelven loco a cualquier periodista: «Nace un pollo con cuatro patas», y cosas así.

Recuerdo que a principios de los ochenta publicó a toda página, en la última, una entrevista con el cura de mi pueblo, don Eduardo, que era cura y fontanero. Le sacaron con una foto en pose de leñador, en el corral de su casa de Galve, con una camisa de cuadros y el siguiente titular: «El cura que dice la misa más corta de España: nunca da sermón». Tremendo. Me hinché a reír cuando lo vi años después gracias a que mi padre, que debe ser que ya intuía que yo iba para periodista, había guardado un par de ejemplares.

Este tipo de noticias las echo de menos en la prensa actual. A veces salen, pero siempre a escondidas y como pidiendo perdón al lector. Y a lo mejor el lector está harto de tanta política y tanto escándalo y quiere cosas que le toquen más cerca. Sin llegar al sensacionalismo, claro, pero me hago la siguiente pregunta: ¿Qué sería más amarillista, volver a editar ahora un periódico como El Caso o las noticias de sucesos que emiten algunos informativos de televisión?

Ha dicho Mayka Navarro que actualmente hay muchos periodistas jóvenes que quieren ser redactores de sucesos desde la Facultad. Debe ser que en las facultades de Barcelona los gustos son diferentes porque yo en la de Madrid no conozco ni a uno. Y es una pena porque la crónica negra es sinónimo de periodismo callejero, de reporterismo, de astucia y talento para contar crímenes sin necesidad de caer en el adjetivo gratuito o escabroso. Navarro ha puesto algunos ejemplos que comparto: Jesús Duva en El País (su serie de reportajes sobre el crimen de Fago fue excelente), Carles Quílez en la SER, Marlasca y Rendueles en Interviú y Onda Cero o la célebre Margarita Landi, todo un icono del periodismo. Tambén es un maestro del género Martí Gómez, uno de mis periodistas predilectos (¡Y no sólo por ser del Espanyol!).

Supongo que les pasará a muchas otras personas, pero cuando mantengo alguna conversación sobre crímenes con mi familia, ya sea a cuenta de una muerte por violencia de género o cualquier otro suceso desgarrador, la generación de mis padres y no digamos la de mi abuela siempre me suelta: «En nuestra época no había nada de esto. No sé chico, parece que no pasaban estas cosas tan raras». 

Desde luego, no había nada de eso en los periódicos, pero eso no quiere decir que no ocurriera. De hecho, El Caso era el reflejo de una España sórdida tan real como la catedral de Burgos. Y tan oscura que el régimen prefería mirar para otro lado. En la radio recordaban esta tarde la orden que aprobó la dictadura en la que prohibía a El Caso publicar más de un suceso español por semana. Del extranjero podía excarbar todo lo que quisiera, pero mucho cuidado si el crimen llevaba factura nacional. Qué cosas: Franco repudiaba los crímenes en la prensa al mismo tiempo que firmaba sentencias de muerte o mandaba ejecutar a presos políticos con garrote vil. Sin embargo,  lo cierto es que a muchos españoles que vivieron aquella época les ha quedado la imagen de que, en esa España devota y de sacristía, no había rastro de sangre. O al menos no tanto como ahora. Aunque muchas veces se la colaban a la censura, está claro que la propaganda era eficaz.

Eugenio Suárez, al que se puede leer una vez por semana en las páginas de ‘Madrid’ en El País, ha sentenciado esta tarde: «Se mataba poco y mal porque era un país desarmado». Imagínense: si entonces, que se mataba mal y había pocas armas porque era la posguerra, conseguían hacer un buen periodismo de sucesos, ¿qué no podría hacerse hoy dada la variedad, la sofisticación y la crudeza de los crímenes presentes?

Y, por cierto, así se me ha ido media tarde. Escuchando la radio. Leyendo. Escribiendo en este blog. Pensando en periódicos. Sin estudiar.

LA VENTANA. CADENA SER: «Recordando a El Caso» (podcast).

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