Juan Carlos
El hijo de un rey que nunca fue rey. El niño que con diez años dejó Lisboa para someterse a una educación férrea, católica y ultraconservadora entre aristócratas y generales. El heredero al trono, sometido a las tensiones entre su padre, el conde de Barcelona, y el dictador que durante 40 años rebajó a los españoles a la condición de súbditos. El Borbón que en 1969 fue designado sucesor a título de rey, saltándose así la continuidad dinástica. El Jefe de Estado que la izquierda consideraba un títere de Franco y el búnker del Movimiento, un peligroso liberal contaminado por inclinaciones democráticas. El monarca que, tras heredar todos los poderes del Estado a la muerte del tirano, impulsó la reforma, no la ruptura. El rey constitucional «de todos los españoles». El dirigente tutelado por la Casa Blanca. El jefe de las Fuerzas Armadas cuyo papel en el golpe del 23-F fue convenientemente almibarado por los amanuenses de la transición, pero que aún hoy sigue siendo objeto de debate intelectual entre los historiadores (entre otras cosas, porque muchos archivos siguen sin desclasificarse). El rey que asumió el papel moderador que le asigna la Constitución. El político epítome de la transformación de España en una democracia consolidada, europea y moderna, y en un Estado semifederal con el Estado de las Autonomías. El Borbón que estuvo en el punto de mira de ETA, que hablaba catalán en público y que inauguró los JJOO de 1992 después de entrar en el palco del Estadio Lluís Companys al son de Els Segadors. El Jefe de Estado que defendió el derecho de autodeterminación del pueblo palestino en el Parlamento de Israel y hacedor de la Conferencia de Paz de Madrid en 1991. El diplomático que, junto a Felipe González, elevó el peso y la proyección internacionales de España en todos los continentes. El marido infiel y obsesionado con la velocidad y los deportes caros. El rey de la abdicación en 2014, forzado por una catarata de escándalos. El comisionista de los grandes bancos, las grandes empresas y las grandes fortunas. El delincuente que, pese a sortear un reproche penal tras las sucesivas investigaciones judiciales, ha hundido su reputación de forma irreversible. El amigo perenne de las satrapías que le financian la vida de lujo que le mantiene apartado de España. El padre tóxico e incómodo del titular de la Corona, quien ya ha dejado claro que prefiere que no resida en nuestro país. El Emérito empeñado en deteriorar la imagen de la institución monárquica y volcado en dilapidar todo su crédito personal.
Todo Juan Carlos, todo lo que fue y todo en lo que ahora se ha convertido, está en la versión actualizada de la prolija biografía escrita por Paul Preston y cuya tercera edición ha publicado Debate recientemente. He aprovechado unos día de convalecencia por Covid para leer esta obra que sirve para repasar la significación histórica de un personaje ya amortizado.