¿Arrancada de caballo y parada de burro?
De pronto, todo parece acelerarse. Italia, con más contagios y víctimas a diario que España, rompe la desescalada el 3 de junio. Reino Unido planea ya desescalar, con más de 300 muertos al día. En EEUU se pasan por el forro el confinamiento con más de 100.000 fallecidos. Y aquí se relajan restricciones y se vive en la calle una alegre vuelta a la seminormalidad. Hablamos de terrazas, de bares, de escapadas a la sierra o al mar, de fiestas de los pueblos. Ya no se ven imágenes de las UCIs, pese a que siguen estando llenas (no saturadas, afortunadamente). Ya no se habla de víctimas. Ya nadie repara en el duelo nacional, ni siquiera los que tanto lo exigieron hace varias semanas. Ya nadie se acuerda de la devastación letal en las residencias de ancianos: es más, esta semana ya ha aparecido el cálculo del ahorro que supone en pensiones. Pones la tele y el ruido gira alrededor de las terracitas y los fines de semana en las segundas residencias. Los políticos han vuelto a su refriega habitual: solo falta volver a perorar sobre Catalunya y ya estaríamos en la vieja/nueva anormalidad. Nadie habla de cómo será la enseñanza después o durante el Covid. Nadie habla de la vuelta de los universitarios a las aulas. Nadie cuenta los sanitarios que se siguen contagiando. A nadie le extraña que se abran antes las playas que los laboratorios científicos. Ningún Gobierno autonómico le sube el sueldo a los médicos y enfermeros -especialmente, los precarios-, mientras un Gobierno que se dice progresista incrementa el salario a los policías como primera medida postrauma. Sales a la calle y voilà. Diríase que todo ha sido una pesadilla pasajera. Tantos análisis sesudos sobre lo mucho que iba a cambiar el mundo después de la pandemia se han quedado obsoletos en apenas dos meses. El economista que fue director económico de Obama en la Casa Blanca ha pronosticado un fuerte repunte del PIB en el tercer trimestre. Vale para EEUU, pero quizá también para todos los países que estamos aterrizando en un modelo de vida que se parece bastante al anterior al 14 de marzo. Como no soy político ni politólogo ni sociólogo ni psicólogo, no abundaré en las causas que explican lo que está pasando. Como periodista constato que la gente se está pasando por el arco de triunfo las fases y que las autoridades, deliberadamente, lo están consintiendo. En fin. Si es para bien, perfecto. Lo peor sería tener una arrancada de caballo para sufrir después una parada de burro. No sé si me explico.