Hermann Tertsch
La noticia esta mañana en los cenáculos del periodismo madrileño, ya sea en las alturas o en los sótanos de la profesión, ha sido la agresión que ha recibido el periodista Hermann Tertsch.
Quizá este episodio, y también algunas reacciones que han venido después, sea el reflejo del momento que vive el periodismo en la capital, donde todo se exagera, todo se deforma, todo se presenta entre hipérboles y exclamaciones. Una jaula de grillos, en suma, bien macerada con titulares sensacionalistas y con tertulias donde no se impone quien razona mejor, sino quien chilla más.
Cuatro periódicos compiten cada día a cara de perro para llevarse el gato al agua de la audiencia que es derechas y la que es crítica con Zapatero, que no siempre tiene por qué coincidir. Y varias emisoras de radio y de televisión (especialmente algunas de las nuevas de TDT) están especializadas desde hace tiempo en el insulto, en la crítica personal y barriobajera, en el lenguaje tabernario. ¿Es que no se puede atizar al Gobierno porque es de izquierdas? Bueno, yo creo que se puede y se debe criticar a cualquier Gobierno, tenga el color que tenga. Pero lo que no es periodismo es la manipulación sistemática, ni la tergiversación como estilo, ni el insulto como punto de partida. Todos cometemos errores y excesos, pero quien parte de ellos me parece que tiene una cuota de responsabilidad mucho mayor.
La agresión a Tertsch merece todo el desprecio del mundo. Hay que rechazarla, condenarla y no justificarla bajo ningún pretexto ideológico. Sin embargo, establecer una relación causa-efecto entre la sátira que recibió en un programa de otra cadena (el de Wyoming, en la Sexta) con la agresión me parece una ‘boutade’. Insisto: hay un clima como prebélico, de tensión permanente, de deformación grotesca, de falta de respeto hacia quien han elegido los ciudadanos que resulta un poco chusco y lamentable. Ya pasó desde el año 1993 al 96, cuando Felipe agonizaba. Ya pasó en los últimos años del Gobierno de Aznar, cuando recibió invectivas personales que supongo no habrá olvidado. Y vuelve a pasar ahora porque la derecha política y mediática siente que lleva ya demasiados años fuera del poder.
Termino: la agresión a Tertsch no tiene justificación alguna. Me parece deleznable. Sin embargo, no por ello tenemos todos que aplaudir su estilo de entender la profesión, ni su sectarismo, ni su falta de respeto hacia quienes no piensan como él. Distingamos. No todo lo que sale por la tele con apariencia de humor es humor (Wyoming traspasa esa frontera asiduamente), pero tampoco todo lo que sale por la tele con apariencia de información resulta ser siempre información. Humildemente eso es lo que pienso.