Compañías indecentes
Hay quien dice que con tanto paro y tanta crisis resulta una obscenidad detenerse en minucias como el caso Gürtel y otras zarandajas de esta calaña. Lean determinada prensa y disfruten de algunas tertulias, y observarán cómo lo que antaño se presentaba como la mayor mafia de chorizos del país, por supuesto socialistas, ahora se ha convertido en un rebaño de personajes que, pobrecitos míos, “vienen a aprovecharse del partido” (Rajoy ‘dixit’). Como escribía hace una semana Juan José Millás, los mismos que se lanzaron como lobos contra el felipismo, ahora son capaces de edulcorar lo peor de aquella época con tal de atizar al zapaterismo. Y es que algunos no aprenden: todos deberíamos saber que cuando la corrupción lleva la impronta socialista, es que estamos ante unos ladrones impresentables que vienen a saquear el Estado. En cambio, cuando los delincuentes visten trajes de Milano, se peinan con gomina y hacen trabajos para el PP, entonces son unos presuntos sinvergüenzas que deshonran el buen nombre de la derecha. Y ríase usted de Ricardo Costa.
Quizá cabe recordar que el llamado caso Gürtel, la red de corrupción que podría haber financiado ilegalmente al PP, comenzó con una denuncia en 2007 de un concejal de ese partido en Majadahonda. Cuando algunos periódicos, primero El País y luego también El Mundo, empezaron a destapar el tarro de las esencias podridas, los ‘populares’ alegaron que toda esa metralla era cosa menor, que apenas tenía importancia y que mejor hablar de los cuatro millones de parados, como si el tocino tuviera alguna relación con la velocidad. Sin embargo, el caso ha evolucionado, primero en la Audiencia Nacional y luego en los Tribunales Superiores de Justicia de Madrid y de la Comunidad Valenciana, y ha cobrado una dimensión de consecuencias imprevisibles. Rajoy cortó los servicios a las empresas fantasma de Correa y sus secuaces en 2004, pero para entonces ya se había larvado toda una trama corrupta que se extiende por varias comunidades autónomas. Algunos analistas han comparado Gürtel con la Filesa del PSOE. Muy bien. Toda corrupción es detestable, venga de donde venga y tenga el color político que tenga. También cada uno es libre de conformarse como quiera. Pero me da que el recurso del “y tú más” es una pobre excusa que no contribuye a potenciar la ya de por sí cuestionada imagen de líder del presidente del PP.
Desde el punto de vista jurídico, el proceso sigue en marcha. El juez Pedreira del TSJM decidió levantar el secreto de sólo un tercio del sumario, pero aún quedan miles de folios por conocer. De momento, ya son más de 70 las personas imputadas y decenas de cargos públicos se han visto obligados a dimitir o cesar, que nunca se sabe bien dadas las triquiñuelas verbales del presidente valenciano. Pero si en los juzgados tiene mala pinta, políticamente, el asunto quizá supone una factura demasiado elevada para Rajoy y los suyos. El problema de fondo que subyace en un proceso judicial largo y complejo como este es que no tiene visos de acabar en poco tiempo. Según Lucía Méndez, jefa de Opinión de El Mundo, Rajoy puede machacar con su discurso sobre la crisis, pero el Gürtel es un asunto-boomerang que acabará siempre volviendo en el peor momento. Está bastante aceptado que, de celebrarse hoy elecciones, Francisco Camps y Esperanza Aguirre volverían a ganar. Entre otras cosas, porque enfrente no tienen a nadie. Lo que no se sabe con exactitud es cuanta gente que podría votar al PP, de los que no son fieles, dejaría de hacerlo por este episodio en unos comicios generales. Ahí puede estar una de las claves para entender lo que ocurra en los próximos meses.
Y luego están las conexiones con Guadalajara, que tampoco en esta fiesta podíamos faltar. Primero salpicó a Ramón Aguirre, el diputado ausente, por un quítame allá unos contratos que, supuestamente, adjudicó a dedo a empresas de la trama justo en el momento en que, mire usted por donde, él era responsable del Metro de Madrid y Mª Dolores de Cospedal, consejera de Transportes de la comunidad vecina. Y la semana pasada le tocó el turno a Rafael Hernando. Según revela el sumario, una imputada declaró que contactó con la trama a través de Hernando, al que califica de “amigo”, porque le presentó al alcalde de Pozuelo, también imputado. Cuando sucedieron los hechos, Hernando era coordinador de Comunicación del PP. O sea, que no era un tipo que pasaba por allí. La raíz del caso estriba, precisamente, en los encargos que recibieron Correa y “El Bigotes” para la organización de actos públicos y de comunicación del Partido Popular (entre ellos, por cierto, uno en Guadalajara). ¿Quiere esto decir que Hernando es culpable de algo? No, al menos a esta hora, y de hecho no está imputado. Pero sí demuestra que hay compañías que las carga el diablo y que, quizá, por el bien del ciudadano, convendría una explicación. Y tal vez también convendría, dado que su nombre figura entre bambalinas, que no tuviera la desfachatez de declarar cosas como estas: “Zapatero es el jefe del comando que utiliza el caso Gürtel contra el PP” (Servimedia, 27.02.09).
Ciertamente, sorprende esta sensación de “dejà vu” de la política local. Porque aquí no pasa nada. En Guadalajara nunca pasa nada. A veces, me recuerda a la Cataluña ‘pujolista’: aquel pretendido paraíso alejado del ambiente caníbal de Madrid y donde honrados prohombres de la patria, como Fèlix Millet, repartían dinero a diestro y siniestro… hasta que el oasis se ha inundado de bazofia y resulta que lo que parecían préstamos, en realidad eran desfalcos. Sorprende tanto la irresponsabilidad de algunos políticos como la parálisis de la sociedad. Sorprende que el hartazgo no se transforme en rebeldía cívica. Sorprende que la gente aguante lo que le eches.