ILUSIONES EN LA SIERRA
Hace pocos días, en su programa de Onda Cero, el dúo Gomaespuma estuvo haciendo un poco de publicidad de los tres hayedos que se disputan la etiqueta del “más meridional de Europa”: el de Montejo, en la provincia de Madrid; el de la Pinilla, en Segovia; y el de la Tejera Negra, en Guadalajara. En realidad, los tres son estribaciones de la misma cordillera: la de Somosierra.
Cuando Juan Luis Cano y Guillermo Fesser se detuvieron en el de nuestra tierra, no tuvieron ningún reparo en alabar las virtudes del hayedo de Cantalojas, declarado Parque Natural, de los pueblos del contorno, de la cercana reserva nacional de caza de Sonsaz y de la oferta turística y de servicios. Bueno, a decir verdad, los famosos humoristas resumieron ésta haciendo mención a un único establecimiento: el hostal-restaurante de Galve de Sorbe. A los paletos que todavía creemos en los pueblos, estas cosas nos hinchan el corazón. A otros, sin duda, les traerá sin cuidado. Pero el caso es que Gomaespuma no se equivoca. Con un poquito de altura, en esa zona apartada del mundo, el hostal galvito es lo único que merece la pena, dicho con la objetividad de quien piensa en su estómago, más que en sus raíces. Esta circunstancia es especialmente triste en una comarca que los políticos tratan de convertir en el auténtico sumidero de ocio de la provincia. La sierra norte es un territorio precioso, pero muerto. Cada vez más, aunque las casas se arreglen y las carreteras se asfalten. Faltan personas, que es la base del ecosistema. Y sobran subvenciones estúpidas e incontroladas, como muchas de las repartidas gracias a los fondos de cohesión europeos.
La Diputación, por poner un ejemplo, se gasta un pastón en acudir a Fitur (cosa elogiable, por otra parte) y a Intur, en Valladolid, pero no invierte ni un duro en montar siquiera un mostrador en Expotural, la feria del turismo rural de Madrid, nuestro mercado natural. Yo pregunto: ¿la política en materia turística quien la fija en la provincia de Guadalajara? ¿La Diputación, la Junta de Castilla-La Mancha o cada ayuntamiento va a su aire?
Este es uno de los mayores déficits que Guadalajara presenta en lo que se refiere a una de las bases de su desarrollo. Por un lado, las instituciones venden el mito del turismo como generador de riqueza, de progreso y hasta de puestos de trabajo. Pero, por otro, resulta que el turismo, sobre todo el turismo de Guadalajara, es decir, el de interior, no sirve como pilar del PIB provincial. Esto es un hecho objetivo y tangible. ¿O es que todos los pueblos que tienen una, dos y hasta tres casas rurales en sus términos municipales tienen su futuro garantizado? Tristemente, creo que podemos contestar que no.
Por tanto, quizá Guadalajara necesita dos actuaciones de urgencia en cuanto al turismo. La primera que la acción de los organismos oficiales se desarrolle de manera conjunta e integrada. En su defecto, estaremos perdiendo el dinero y, lo que es más grave, el tiempo. Por otra parte, cabe pensar en el fomento de pequeñas industrias autóctonas (que, en el caso de nuestra provincia estarían preferentemente orientadas al sector agroalimentario) para intentar amarrar el presente y afrontar el futuro con una cara un poco más halagüeña. El turismo es la primera industria española. Pero hablamos de otro turismo, con una capacidad generadora de riqueza mucho mayor que el turismo, minúsculo y especializado, que vende Guadalajara. Pienso, por tanto, que es necesario cambiar el chip. Quizá de esta forma, la próxima vez que los geniales Gomaespuma vuelvan a hablar del Hayedo de Tejera Negra y de las serranías de Guadalajara, lo hagan alabando la abundante oferta de servicios. De ilusiones vive el hombre. Dicen.