Mucha miranda y poca ‘compranda’
Declarar parque natural 125.000 hectáreas en el área noroeste de la provincia creo que es una muy buena noticia para Guadalajara. El proyecto parte de la Junta de Castilla-La Mancha y se ejecutará durante esta legislatura. A priori, nadie en su sano juicio se puede oponer a esta figura jurídica, que busca potenciar la conservación de un terreno fecundo en valores naturales y ecológicos. Otra cosa es analizar si resulta idóneo para todo el territorio que se quiere proteger o sólo para una parte del mismo. El 16 de febrero de 2007, el consejero de Medio Ambiente, José Luis Martínez Guijarro, se reunió con 38 alcaldes de la Sierra en el Ayuntamiento de Galve de Sorbe. Allí les aseguró que “el futuro parque natural de la Sierra Norte será una gran oportunidad para los municipios de esta comarca”. Sin embargo, no concretó nada más. Que no lo hiciera entonces, hace ya más de año y medio, es cosa lógica. Lo que resulta un poco sospechoso es que, pasado todo este tiempo, la Junta no haya sido capaz de matizar con más precisión los detalles del futuro parque. Hace pocas semanas, Medio Ambiente volvió a convocar otra reunión con los alcaldes en Villares de Jadraque. Según cuentan algunos de los asistentes, la cita no sirvió para avanzar. Y me ha recordado todo esto a la historia de aquel comerciante muy conocido que iba por los pueblos de la Sierra del Alto Rey, allá en los tiempos de la miseria. Harto de que el personal tocara mucho el género pero comprara poco, les espetaba a grito pelado: “mucha miranda, mucha ‘tocanda’ y poca ‘compranda’…”. Me da que esa es la sensación con la que salen los alcaldes después de sus reuniones con los gestores del medio ambiente. Mucha promesa, mucha ilusión, pero pocas concreciones. Y así es imposible que nadie se entusiasme con este asunto.
A lo largo de los últimos meses, he notado reacciones muy diferentes en los alcaldes serranos, aunque casi todas caminan en la misma dirección. Los hay, como Paco Ortega, de Miedes de Atienza, que se preguntan en qué le va a beneficiar el parque natural a la Sierra de Pela, que no se llama así por casualidad. Otros regidores, como José Ramón Fernández Gordo, de Valverde de los Arroyos, quisieran que alguien del Gobierno regional les aclarase cuanto dinero obtendrán por el parque unos pueblos ávidos de aumentar su exigua financiación. Julián Esteban, primer edil de Galve, aplaude el parque, pero no quiere que eso perjudique la instalación de una central eólica que anda trajinando con la Junta. Mariano Escribano, alcalde de Las Minas, me dijo que el parque está muy bien, pero que no sabían mucho más que eso. Juan, uno de los pocos habitantes que vive todo el año en Naharros, observa un exceso de paternalismo en las palabras de los miembros de la Junta: “nos dicen: esto es lo mejor para ustedes, esto es lo que necesitan, en plan padres, pero nunca cuentan con nosotros en serio”. En una visita que hice a Zarzuela de Jadraque, hace muy pocos días, también noté algo de zozobra. Jerónimo Pérez, miembro de su asociación cultural, no lo ve claro: “sí, la idea es buena, pero no terminamos de ver resultados, a los de la Sierra Negra les va a venir muy bien, pero ¿y a los que estamos en medio?”. Un ganadero de Zarzuela, al que pido perdón por no recordar su nombre, dijo al salir del bar: “que hagan algo porque con esto del parque no van a dejar ni mover a las vacas para no pisar las flores”. Y quizá el mayor apoyo que he detectado en la zona se concentra en la Sierra del Ocejón, lo cual es lógico porque es el territorio de la comarca que requiere mayor protección medioambiental. Paco Maroto, alcalde de Campillo de Ranas, opina que “hace tiempo que debería estar hecho el parque, nuestro recurso de futuro es la naturaleza, aquí no hay industria ni comercio, vivimos de la naturaleza, así que tenemos que protegerla al máximo como lleva haciendo la Sierra de Madrid hace muchos años”. A pesar de que algunas zonas ya gozan de una figura especial, como la Reserva de Caza de Sonsaz, el Pico del Lobo, el Parque del Hayedo de Tejera Negra o la reserva fluvial del Pelagallinas, en los pueblos de la Arquitectura Negra sí tienen muy claro que son los principales destinatarios del parque natural de la Sierra, y que les va a caer como agua de mayo. ¿Por qué ampliarlo entonces a un territorio tan extenso? Esta es la cuestión fundamental que la Junta de Castilla-La Mancha todavía no ha contestado.
El delegado de Medio Ambiente, Sergio David González, me comentó hace un tiempo que “el parque natural es lo mejor que le puede pasar a la Sierra”. Pero aún no sabemos en qué argumentos se basa esta afirmación. Ni siquiera Ana Terol, directora del Organismo de Espacios Naturales de Castilla-La Mancha, con despacho en Guadalajara, ha confirmado cuándo estará constituido el parque, cuáles serán sus límites y qué inversiones acarreará. Y los alcaldes no son ignorantes. Me temo que una parte importante de ellos siente rechazo a que alguien venga desde Guadalajara o, peor aún, desde Toledo, a decirles lo que es bueno o malo para una tierra que conocen palmo a palmo. La Sierra de Guadalajara es un territorio deprimido desde hace décadas. Su densidad de población es de 4,2 habitantes por kilómetro cuadrado. El propio Ortega y Gasset, delante de Alcuneza, escribió: “los pueblos de esta tierra son súbitas apariciones que aguardan al viandante puestos en sus barrancas. No se los ve hasta que se está muy próximo”. Formalizar en las Cortes regionales un parque natural no sé si es tarea compleja o asequible. Lo que sí es muy difícil es aportar soluciones de calado, aunque no sean rimbombantes: atraer población, asentar neorrurales, mejorar la asistencia en Educación y Sanidad, facilitar las comunicaciones, arreglar las carreteras. La sensación que les queda a muchos serranos es que la información sobre el parque natural escasea. Que no se está contando lo suficiente con alcaldes, agricultores, ganaderos y comerciantes en la elaboración del proyecto, no sólo en su exposición. Que no es posible planificar un territorio si éste cada vez tiene menos personas. Y, en definitiva, que se está pregonando a bombo y platillo una idea que suena bien, eso de crear un macroparque queda perfecto en un programa electoral, pero con poca chicha. Al menos por ahora.