Comienza el ciclo de las tradiciones
El calendario de fiestas de la Diputación es ya un clásico para los amantes de las costumbres de la provincia. Consta de 8 hojas de 31 por 56 centímetros unidas por una espiral: la primera de portada muestra Botarga de Arbancón, las seis siguientes correspondientes a los doce meses del año (uno por cada cara) y la penúltima dedicada a recoger la bibliografía sobre arte, artesanía, indumentaria popular e instrumentos musicales de la provincia de Guadalajara. Sus autores han sido José Antonio Alonso y José Ramón López de los Mozos.
Las imágenes, obra de José Antonio Alonso (Archivo de la Escuela de Folklore de la Diputación) y Alfonso Romo, del Gabinete de Prensa de la Diputación, corresponden a las botargas de Arbancón, Humanes de Mohernando, Montarrón, Beleña de Sorbe, Mazuecos y Fuencemillán. Aparecen, además, las botargas y mascaritas de Almiruete, botargas-danzantes de Albalate de Zorita, el botarga de las danzas de la Octava del Corpus de Valverde de los Arroyos, el bufón de Palacio de Mohernando, los vaquillones de Robledillo de Mohernando, los diablos de Luzón y una imagen de la concentración de botargas y enmascarados celebrada en Robledillo de Mohernando en homenaje a Sinforiano García Sanz.
El comienzo del año significa el principio del ciclo festivo en la provincia de Guadalajara. Las botargas son una de las expresiones más significativas del folklore provincial. Uno de los investigadores que más ha estudiado las botargas de Guadalajara, Francisco Lozano Gamo, ha escudriñado una a una las principales fiestas donde salen las clásicas botargas de la Alcarria. La mayoría están recogidas en el calendario editado por la Diputación.
Las Candelas de Retiendas
En la villa serrana del rió Jarama con su casi derruido Monasterio de Bonaval se desarrolla con motivo de la festividad en honor a la Virgen de las Candelas, la salida de las Botargas,las cuales saltan alrededor de una hoguera en sus vísperas , recorre las las calles muy de mañana festiva y ante la procesión con la imagen de Ntra. Sra. de las Candelas, baila sin darla la espalda en ningún momento, dando atléticos brincos con los brazos abiertos a los que acompaña con fuertes gritos de ¡Vivas a la Virgen!, durante todo el tiempo que dura el recorrido de la procesión fundiéndose entre si los rezos de los devotos, las notas musicales de la Banda, los cencerros del botarga y sus gritos de alabanza a la imagen. Una vez en el interior del templo y con motivo del ofertorio del propio oficio religioso, esta botarga entra y al ser colocada la imagen sobre sus andas ante el altar mayor vuelve a saltar delante de la Virgen de las Candelas, participando después como un fiel más hasta el final de su celebración. Terminado el culto, las botargas, con su colorido traje arlequinado, caretas al rostro suelen luchar entre ellas en señal del bien y el mal por hacerse con una paloma atada en un palo en las cercanas terreras del lugar, sin olvidar de esparcir las molestas pelusas de plantas silvestres entre el publico asistente a esta fiesta tradicionalmente anual con que cuenta el pueblo de Retiendas
Botarga de Montarrón
En la nueva villa de Montarrón y como legado tradicional heredado de la vieja y derruida población entre los avatares de la pasada Guerra Civil Española, los actuales lugareños haciendo honor a una de las botargas que más fiel y puntualmente vienen cada año acompañando con su actuación la celebración festiva y local en honor a San Sebastián, sale en la tarde de vísperas y la mañana de cada 20 de enero.
El inicio de esta «Botarga la larga, la cascaberuela», como se la suele llama por estos lares de la alta campiña- henariega, comienza en la tarde de vísperas llamando por todas las puertas del vecindario, para señalar la participación festiva en la que este personaje toma protagonismo irrumpiendo el normal desarrollo en el reparto de la típica y no menos tradicional «Caridad de San Sebastián», compuesta por una rebanada de pan amasado con harina de trigo y mezclado con granos de anís en horno de leña, un trozo de queso al que acompañaran con un largo trago de añejo y escogido vino de la tierra que reparte de manera generosa la Corporación Municipal del momento junto con la directiva de la Asociación de Ganaderos y Agricultores de la localidad a cuyo yantar sin duda alguna dan sobrada cuenta los habitantes y visitantes que asistan a la jornada festivo-anual con que cuenta Montarrón. Hoy día los actos han cambiado poco y si se hacen modificaciones es por motivos de los oficios religiosos, ya que en sus años de mayores creencias y ritos se ofrecían a los animales domésticos un poco de dicha caridad repartida en las vísperas al mismo tiempo que la botarga trataba de romper la armonía festiva.
En cuanto al traje o atuendo de esta botarga, es de tela de diversos colores con puntilla, lleva cobijón o chepa en las espaldas, rabo, una pequeña porra con clara caricatura demoníaca tallada, y en la otra mano porta unas grandes castañuelas con las que recoge las monedas que las gentes le ofrecen a cambio de que esta les deje de atosigar con las mismas sobre las espaldas y suele acompañar en sus santos. También es fácil y lógico que esta botarga ofrezca una naranja a las mujeres, en señal de fecundidad a la hora del parto, si bien sus creencias y actuaciones son más profundas.
Humanes, Mohernando y Razbona
La botarga de Humanes, según Lozano Gamo, tiene su salida, cada mañana del primer día del año. Concretamente suele aparecer en las calles del pueblo al primer toque de campana que invita a los feligreses a participar de la primera misa del nuevo año que acaba de comenzar, al ser una botarga de carácter tanto fustigante, como limosnera, de aquí en que su primordial actuación se centre en perseguir a las mozas,chiquilleria y solicite alguna linosna a los adultos que se encuentra a su paso y acuden como fieles a la ceremonia religiosa, en la que este personaje no participa y tras el oficio si renueva su correrías tras los jovenzuelos y reitera la voluntaria petitoria limosnera.También se tiene la creencia de que esta botarga campiñera tiene poderes de favorecer la fertilidad de los campos y sobre las mujeres que estén en periodo de embarazo. En cuanto asu traje, este consta de tres colores fundamentales y sujetos a la propias normas heráldicas, los cuales están entremezclados y con sencillas figuras de la misma tela sobre el traje, como por ejemplo los bolsillos y costuras de la chaqueta, mangas y bajos del pantalon a modo de fenefas.Detalle muy impostante es la capucha y el rabo (Higa), en el cual antiguamente se dice que llevaba alfileres, al objeto de que cuando algún joven atrevido le intentara coger este en un descuido del botarga se pinchara .Por ultimo, señalar su anonimato de la persona que la viste a través de una careta artesanalmente elaborada con cuero y ofreciendo unos rasgos diabólico, para obtener respeto mas bien ante las gentes que otra representación en general.
El pueblo de Mohernando, que durante algún siglo fue cabecera de una rancia he histórica Encomienda señoreada por la familia Eraso y junto a la Orden de los Caballeros de Santiago, viene desde hace algunos años celebrando la festividad de San Sebastián con la salida a las calles de la «Botarga y el bufón de palacio «en la que participa todos los habitantes y se unen en torno a la degustación de algún trozo de curado queso, salado bacalao y vino a raudales en señal de religiosidad, tradición y participación festiva de los lugareños y visitantes anualmente cada 20 de Enero.
Por su parte, la pequeña localidad de Razbona, enclavada en pleno valle del río Sorbe, la cual administrativamente se encuentra sujeta como barrio anexionado a la villa condal de Humanes, posee unas numerosas y rancias festividades en su propio calendario anual, entre las que esta la salida de «La Botarga de la Epifanía», cada 6 de enero.
Diablos de Luzón
“El pueblo serrano y molinés del antiguo Ducado de Medinaceli como es Luzón –escribe Lozano Gamo-, vienen desarrollando una de las tradiciones más genuinamente etnológica y carnavalesca sin igual en nuestra provincia de Guadalajara, como es la salida y correrías de los negros y temidos Diablos. Cuentan los más ancianos del lugar en referencias con la salida de «Los Diablos» y no se trata de ningún rancio cuento o leyenda, si no de una mítica y trasmitida actividad que se llevaba a cabo una vez caída la tarde de carnaval, entre dos luces corrían por las calles los Diablos, asustando a sus gentes por ser untados de hollín y ser teminos por sus cuernas de toro sobre su indumentaria diabólica”. Según los recuerdos del pasado más lejano y guardado celosamente de generación en generación estos Diablos iban vestidos con largas faldas; las camisas a modo o semejanza de aquellos blusones que llevaban los tratantes de ganados más popularmente conocidos como muleteros o mieleros; en la cabeza portaban grandes cuernos de toro; sobresaliendo de sus bocas enormes dientes creados con patatas peladas para mayor resalte ya que el resto del cuerpo estaba embadurnado de una mezcla de hollín y aceite con el que ademas untaban a quin encontraban en su transcurrir callejero en especial a los que no fueran disfrazados ese día.Por su fuera poco su temido aspecto y roce al estruendoroso ruido de sus zumbas o grandes cencerros que penden de la cintura,con lo cual se hacen nueños de calles y plazas al menos por un día tan señalado en el calentario tradicional y etnológico de esta villa molinesa de Luzón.
Vaquillones de Robledillo de Mohernando
Otra de las tradiciones relevantes de la provincia son los vaquillones de carnaval. Según Lozano Gamo, “su más hondo abolengo data de antiguos ritos pastoriles que con motivo del carnaval, iban hombres vestidos con sacos o serillos peludos (alfombras de esparto deshilachados).Llevaban sobre los hombros y unas jamugas de las que se usaban para acarrear las mies sobre los lomos de las caballerías, en cuyo extremo delantero se habían colocado sendos cuernos y una gran zumba al cuello o varias a las cinturas. Así como una ristra de campanillas al extremo trasero de dicha estructura de manera,generalmente de ramas de arboles frutales.
Su misión, según nos narrarón los mas ancianos del lugar, es romper el orden del recorrido carnavalescos entre las gentes disfrazadas y mascaritas que les acompañen, si bien su objetivo más prioritario esta en levantar las faldas a las mujeres sin destrozarles los ropajes cada martes de carnaval.Si Bien es verdad este Cronista Oficial de Robledillo, ha podido saber por recuerdo oral de los más ancianos del lugar que según sus padres y abuelos «Los Vaquillones», en sus salidas anuales hace más de un siglo, estaban disfrazados aparte de portar las populares y artesanas jamugas con sus cuernos y cencerros con sacos de esparto, pieles de animales ya fueran de oveja,toro,vaca,zorros,jabalíes o corzos con sus caretas incluso en sus rostros, lo que biene a significar su arraigada tradición pastoril y ganadera del lugar en tiempos mas remotos del normal desarrollo de aquellos martes de carnavan en esta villa campiñera de Robledillo”.
Zarragones de Majaelrayo, Galve y Valverde
Los grupos de danzas rituales de Guadalajara también tienen botargas. Tienen una función de menor protagonismo que las de la Alcarria, pero también son figuras relevantes en sus respectivas fiestas. Quizá las más destacadas, por su tradición y vistosidad, son las de los danzantes de Majaelrayo, Galve de Sorbe y Valverde, todas en la sierra. En el caso de Majaelrayo, salen dos botargas, una adulta y otra infantil. Es una figura revestida de traje multicolor, con careta o sin ella, y sonajas colgando que hace de acompañamiento y asusta a la chiquillería. Durante la misa del día festivo, recorre la iglesia para vigilar que nadie se duerma. Si a alguien ve en este estado, le golpea con una cucharada de palo y le arroja una especie de “sopa de salvado” que lleva en un cuenco que cuelga de su traje. La botarga lleva una casaca de tela de algodón, la mitad roja y la otra mitad verde, con mangas largas de los mismos tonos, alternadas con el cuerpo, con volante pegado al cuello de color azul con remate blanco y otro sobre las mangas de color verde o rojo. Lleva capucha verde. Se abrocha por delante, con botones; y un cinturón con campanillas, del que cuelga también un cuerno lleno de una especie de gachas y una cuchara que sirve para embadurnar a los chiquillos. Completa el traje un pantalón largo y ancho, con una pernera de cada color de la chaqueta; y calcetas blancas.
El “zarragón” de Galve, que sale a bailar junto a los danzantes durante la fiesta en honor de la Virgen del Pinar, lleva un vestido diferente al de los danzantes: camisa blanca de algodón; faja ancha, negra, colocada alrededor de la cintura; chaleco negro de pana lisa, como el descrito para los danzantes; chaqueta corta, de tela estampada en colores vivos, diferente a la de los danzantes, con solapas pequeñas, entallada, con un corte horizontal en la cintura del que salen los faldones terminados en pico, que llegan hasta las corvas. Los chiquillos y no tan pequeños juegan a darle tirones de los faldones. También pantalón de la misma tela que la chaqueta, de hechura semejante al de los danzantes, pero con un pequeño volante en la boca de cada pernera, que termina en picos (en lugar de la puntilla de los danzantes). Cubriendo los pies utiliza medias de lana negra (de las usadas por las mujeres). De calzado, utilizan alpargatas de esparto atadas con cinturas negras, iguales a las de los danzantes. Y de tocado, gorro de distinta tela que el pantalón y la chaqueta, ajustado a la cabeza, del que pende una borla amarilla. El gorro acentúa la diferencia de este característico personaje con el resto de los danzantes.
En el caso de Valverde de los Arroyos, el zarragón o botarga acompaña a los danzantes durante la fiesta de la Octava del Corpus. El atuendo es muy diferente al de los danzantes. Lleva camisa blanca con cuello de picos, de manga larga; chaqueta recta, con cuello de solapa, dos bolsillos en el delantero, abrochada con dos filas de tres botones, y realizada con retazos de pana de color amarillo, rojo y marrón, con adornos haciendo contraste en la smangas y espalda; pañuelo al cuello de color amarillo con grandes lunares blancos y marrones. De la cintura para abajo, pantalón largo confeccionado con trozos de tela de pana de diferentes colores (marrón-rojo y marrón-amarillo por delante y verde-rojo y amarillo-marrón por detrás, en cada pernera, respectivamente). Van atados a la cintura con un cordón; calcetines blancos. De calzado, alpargatas de suela y talón de cáñamo y puntera de lienzo blanco, sujetas a la pierna por cintas negras cosidas a la puntera y al talón. Y tocado: gorra de la misma tela que el traje, haciendo visera. De color verde, amarillo y rojo.