MANU LEGUINECHE
El pasado 11 de diciembre, el periodista Manu Leguineche recibió el VI Premio de Periodismo de la FAPE y la Medalla de la Orden al Mérito Constitucional. El discurso de María Teresa Fernández de la Vega, presente en el acto, tuvo la virtud de alejarse de la solemnidad para bajar a ras de tierra. Fue sobrio, emotivo, elegante y cariñoso. Y me encantó ese calificativo que le ha dedicado a Manu como un hombre bueno. La vicepresidenta lo dijo aprovechando aquello que decía Kapuscinsky: “para ser un buen reportero hay que ser una buena persona”, o lo que es lo mismo, los cínicos no sirven para este oficio. Sin embargo, esa referencia a la bondad innata de Manu, que existe y que es verdad y no forma parte de ninguna mitología periodística, podría ser también un émulo del verso de Machado: un hombre bueno, “en el buen sentido de la palabra”. Y, a partir de ahí, todo lo demás: el periodismo, la literatura, los viajes, los vinos, el cordero, el mus.
Manu es el único periodista de España del que los demás periodistas nunca hablan mal, ni siquiera cuando no está delante. Lo recordó Javier Reverte en su «laudatio» y lleva toda la razón, como todas las cosas que ha dicho. Al lado de Manu estuvieron Pedro J. Ramírez, Iñaki Gabilondo y Antonio Mingote, tres de los premiados en anteriores ediciones. Faltó Zarzalejos, pero estuvo Bergareche. Había periodistas de todas las tendencias y medios: Diego Carcedo, Pilar Cernuda, Mayte Pascual… El periodismo de trinchera, echo trizas. Gracias al trabajo de un reportero que un día cogió un ferry desde Alicante hasta Argelia para enseñarnos que esta profesión hay que entenderla desde la pasión, el esfuerzo y el sacrificio. «Doy por bien pasados todos mis sacrificios y mis muchas aventuras que fueron muy gratas porque este oficio me gusta. Agradezco esta explosión de cariño y amistad que me produce lágrimas. ¡Alguna vez habrá que llorar!», dijo Manu en el espectacular Paraninfo de la Universidad de Alcalá. Reverte confesó que «no conozco a nadie con tanta vocación periodística como Manu».
Me siento un privilegiado por haber estado presente en este acto. Nos hemos reído con Chani y Julián Martínez cuando el jefe de la empresa patrocinadora del premio ha dicho que Guadalajara está «en la vasta llanura manchega». Hemos felicitado a Carlos Sanz, por haber puesto un importante granito de arena para que las asociaciones de prensa de todo el país se hayan acordado de «un vasco afincado en la paz de la Alcarria», como ha dicho Fernández de la Vega. Y me he emocionado, junto a Julia Luzán, que trabaja en El País Semanal, cuando Manu ha dirigido unas breves palabras cargadas de sentimiento, de naturaleza y de verdad. Tal como es él en la distancia corta. El trabajo periodístico de Leguineche se ha centrado en el área internacional, porque sus viajes forman parte de su pasión periodística. Pero en España nunca ha dejado de estar presente, salvo en los últimos años, que por razones de salud se ha tenido que quedar en un segundo plano. Manu recibió en la Universidad de Alcalá el cariño y el respeto de toda la profesión, el homenaje de los periodistas al que es su maestro.