“El periodismo es un periscopio de los ciudadanos”
Café con leche y una botella de agua a media mañana en la sede del periódico más leído en España. Juan Cruz demuestra que, además de un infatigable periodista, es un notable conversador.
¿Por qué se hizo periodista?
Porque escuchaba la radio, pensaba que contar era interesante y porque estaba rodeado de palabras, aunque en mi casa no hubiera libros. En definitiva, estaba quieto y siempre estaba imaginando mundo y vidas. Cuando salí de la cama, tenía medio hecha la carrera. Me fijaba muchísimo en lo que ocurría, me parecía digamos muy atractivo contar cosas.
¿La primera obligación de un periodista es no bajar la guardia nunca?
Sí, la primera es ser capaz de contar lo que ocurre con honestidad y dignidad. Luego viene la escritura pero en efecto, estar atento, no sólo un periodista, sino cualquier ser humano, es importante. Creo que hay valores del periodismo que son valores de la ciudadanía. Todas las personas deben estar atentas a sus derechos. Lo que hace el periodismo es contarle a la gente como se puede defender de una realidad dura, injusta o desagradable. En definitiva, el periodismo es como una especie de periscopio de la ciudadanía.
¿De qué asuntos prefiere no escribir?
Depende. No me gusta escribir en contra de las personas sin tener argumentos adecuados y verdaderos. Me perturba muchísimo el periodismo de lugares comunes, cuando está de moda arremeter contra alguien. Por ejemplo, ahora está de moda lo del canon [digital]. Pero quienes están en contra del canon consideran que los que están a favor del canon, o eso he escuchado, son unos ladrones. Y además lo dicen. Todo juicio sin argumentos es un insulto o se puede convertir en un insulto. Así no me gusta el periodismo.
El fundador de Le Monde dijo que no es posible la objetividad, pero sí jugar limpio con el lector. ¿Todavía es posible en estos tiempos?
Yo creo que sí. Debe ser posible. Si no es posible, es que va mal el periodismo.
¿En qué medida ha influido en el periodismo español la aparición de grandes grupos de comunicación?
Hombre, ha servido para que no sean grupos políticos los que controlen el oficio. Antes de que fueran empresarios, eran sobre todo políticos y caciques. Y yo abogo porque sean grupos de comunicación o empresarios de comunicación los que estén detrás de los proyectos de comunicación. Cuando detrás hay otro tipo de empresas, generalmente tienen la tentación de defender el objeto crucial de esas empresas.
¿Los editores de la prensa de hoy conocen el oficio?
Sí, por lo menos en la experiencia que yo tengo así es. Estoy seguro que Juan Luis Cebrián, que es el consejero delegado de esta empresa, conoce muy bien el oficio y además lo ha ejercido y con mucho éxito. Ha sido director de El País y antes tuvo otras misiones periodísticas. Lo conoce perfectamente. El anterior presidente a Ignacio Polanco era Jesús de Polanco, que lamentablemente falleció este año. Era un hombre relacionado con el mundo editorial de una manera directa e importante, con lo cual, conocía el tema editorial y de la comunicación. De él nacieron muchísimos elementos que hoy constituyen el Grupo Prisa. De modo que sí, estoy rodeado de gente que sabe de eso.
¿Es cierto, como defienden algunos colegas, que existe un periodismo de trincheras?
¿Y desde que trinchera lo dicen? Es decir, durante un tiempo arremeter contra nosotros fue una especie de deporte aceptado. Cuando nosotros respondemos, ya no es tan aceptado. Se trata de que nosotros no respondamos. En cuanto nosotros decimos: oye, que estamos aquí, y hemos hecho y lo demás allá dicen que estamos atacándolos. No me parece justo.
De todas maneras, los ataques son naturales a la profesión, ¿no?
Bueno, es natural a la profesión e incluso a la poesía. Recuerda a Quevedo y Góngora, Lope y Cervantes. Pero yo sí creo que estaría muy bien que se juntara la profesión para establecer unos límites a lo que está ocurriendo, al insulto, a la descalificación, al desprestigio por el desprestigio.
¿A través de los colegios profesionales?
No, yo creo que debería haber una autorregulación que ahora no existe.
“Manu Leguineche es la identificación personal del periodista”. Lo ha escrito usted en su blog.
Seguro que lo he dicho. Él simboliza lo que hoy para mí es el periodismo que me gusta. Es la persona que va a un sitio y lo cuenta, no la que se sienta en un despacho y dice: se van a enterar en Moscú, y escribe un artículo para ver como derriba a un gobierno o como conspira para acabar con una persona. Manu [Leguineche] es un periodista honesto. Para mí tendría que ser un sinónimo: honestidad y periodismo.
El otro día, en la entrega del premio de la FAPE a Leguineche, estuvieron presentes Iñaki Gabilondo y Pedro J. Ramírez, que representan dos formas distintas de ejercer la profesión. ¿Eso es cosa de Manu o es posible mantener al margen de los bandos?
Hombre, Manu [Leguineche] y otros periodistas, algunos de los cuales han sido premiados con el mismo premio, como Jesús de la Serna, concitan esa metáfora a la que aludes, que divide el periodismo en dos lados. Tengo una enorme admiración por Iñaki Gabilondo, ha conseguido que el periodismo sea un elemento de integración ciudadana. La gente se agrupa en torno a él para saber qué pasa. Y creo que el otro periodista al que aludes ejerce otro tipo de periodismo, de relación con la sociedad.
¿Se puede mantener la adrenalina de periodista durante toda la carrera o la fiebre se va atenuando con los años?
Yo tengo la misma adrenalina de siempre, pero comprendo que sea difícil de mantenerla permanentemente. A veces, el periodismo que se ejerce en España, o parte de él, han llegado a perturbarme y a pensar que quizá ya no estoy adecuado en el sitio adecuado en el mejor momento. Estoy muy contento en el periódico. Es mi vida. Toda mi vida de adulto ha estado en este periódico e incluso cuando dejé de estar en él seguí vinculado al periódico y bueno, este es mi sitio. Pero con respecto al periodismo en general, sí tengo muchas consideraciones críticas que hacer. Es que yo creo, por otra parte, que los profesionales no podemos aceptar el gremialismo. Tenemos que estar enfrentados al gremialismo y tenemos que ser críticos con nuestra profesión para que esto avance.
¿Ese nivel de crítica se mantiene con las nuevas generaciones?
Hombre, yo no soy nueva generación aunque me gustaría. Esa respuesta la tendrías que dar tú.
¿Por qué es necesario pasar por una Facultad de Ciencias de la Información para ejercer el oficio de periodista?
Exactamente, ¿por qué? Te hago la misma pregunta: ¿por qué?
Porque me obligan.
Ah, bueno, en este periódico no obligan. De hecho, el director de El País es químico, después hizo el máster y aquí está, dirigiendo el periódico.
Una excepción que honra a la profesión, pero no es lo habitual.
Yo no lo comprendo tampoco. Creo que hay que hacer una carrera para ser médico, otra para ser arquitecto porque son rudimentos técnicos que no se adquieren con la práctica. Pero en periodismo se trata de saber que algo ha ocurrido y contarlo bien. Así lo hacen los británico y es el mejor periodismo del mundo. Y no hacen una carrera. Estudian Literatura, Derecho, Historia…
Usted siempre recuerda la frase de Scalfari: “periodista es gente que le dice a la gente lo que le pasa a la gente”. Dicho así, parece hasta sencillo nuestro trabajo.
Me parece que es lo que hay que hacer. Lo que pasa que, claro, se necesitan muchísimas cosas: formación, experiencia…
Delibes siempre defiende el sujeto, verbo y predicado, una escritura sencilla para escribir en los periódicos. ¿Cómo están escritos los periódicos de ahora?
Hay zonas de los periódicos que están muy bien escritas y luego hay cierto descuido. Por ejemplo, el cambio en El País se hizo para que el periódico contara más historias y a lo mejor eso obliga a mejorar más la escritura. Yo pienso que el periódico lo está logrando. Creo que El País está muy bien escrito. Habrá excepciones. Seguramente lo peor escrito será lo mío, pero yo estoy muy contento de leer el periódico. El invento de la última página, que parecía difícil de mantener, creo que es un buen territorio. Otro periódico muy bien escrito es La Vanguardia, periódico que tiene mucha libertad de escritura. Creo que las nuevas generaciones están escribiendo bien. Necesitan quizá, y esto es un defecto nacional, más lectura. Yo creo que la gente no se ha dado cuenta de cuál es el problema de la lectura en España. Hay que leer más. La gente no se da cuenta de cuál es el problema que crea la falta de lectura. Es como nadar en el mar o la piscina. Es más saludable nadar en el mar que en una piscina. Pues es más saludable leer un libro que leer en internet. No escribimos bien y leemos poco. Y si no leen libros no leerán periódicos.
¿Dónde está la raíz de ese problema de la lectura?
Es social, los medios de comunicación tienen bastante culpa: la televisión, la radio, el periódico o internet, que es un vicio que hay que controlar.
¿Por qué era necesario un cambio en El País?
El director dice que era una responsabilidad con las nuevas generaciones y yo creo que tiene toda la razón. El periódico lo está mostrando. Los últimos datos de audiencia del periódico revelan que, en efecto, él tenía razón y un gran porcentaje de jóvenes se está acercando ahora a nuestro periódico.
¿Dónde está la frontera entre periodismo y literatura?
En todas las cosas hay fronteras entre la crónica y el artículo, hay frontera entre el hombre y la mujer. Estamos rodeados de fronteras y la literatura tiene unos códigos y el periodismo tiene otros. Si nosotros aplicáramos a la literatura el código de periodismo haríamos malos libros y si hiciéramos lo contrario haríamos mala literatura. Pienso que los géneros están para establecerlos y se pueden romper pero siempre con la inteligencia de saber romperlos.
Creo que fue Carlos Fuentes quien dijo en Babelia que el tema de la felicidad es el eje de su último libro Ojalá octubre. ¿Es así?
La búsqueda de la felicidad para mí. Él decía que era la felicidad. Mi padre siempre estaba buscando la felicidad. De eso trata el libro, precisamente.