Periodismo

4 agosto 2003

Periodismo basura

GUADALAJARA DOS MIL, 04/08/2003

Don Ewitt es un periodista que a los 20 años ya era corresponsal de guerra. Hoy tiene 80 y todavía conduce el espacio del que es creador, Sixty minutes, en la cadena de televisión CBS americana. En los cursos de El Escorial le preguntan cuál es la clave del éxito de su programa, y él responde: “en que no tiene ninguna ideología: ni liberal, ni conservadora, ni de ningún tipo, siempre va por la vía de en medio”.

Esto contrasta mucho con dos noticias que han salpicado en los últimos días la actualidad. Una es bien conocida y otra ha sido casi ocultada, es de suponer que por considerarse “políticamente incorrecta”. Con la primera me refiero a la muerte del Dr. Kelly, la fuente revelada de la BBC para destapar los informes falsos del Gobierno británico con relación a la guerra de Irak y la posesión –supuesta, todavía no demostrada- de armamento nuclear por parte del dictador Sadam Hussein. La segunda noticia radica en la sentencia de la Audiencia Nacional, hecha pública la semana pasada, que condena a Televisión Española “por emitir una información sesgada y carente de objetividad durante la huelga general del 20 de junio de 2002”. En paralelo, el comité antimanipulación, integrado por cincuenta profesionales de la casa, ha analizado el tratamiento informativo de TVE en los últimos meses en asuntos importantes como el cisco de la Asamblea de Madrid, el accidente del avión Yak-42 y la invasión de Irak. La difusión de la propaganda aliada, las frases tendenciosas o la ocultación de la rabia y la indignación de las familias de los militares muertos en el trágico accidente aéreo son sólo tres ejemplos de antítesis del periodismo libre. El periodismo es crítico o no es, sostiene Umbral. El trabajo de Alfredo Urdaci, director de los servicios informativos de la cadena pública estatal, delata las presiones políticas de La Moncloa y corroboran la diferencia abismal con otras televisiones públicas europeas. Incluso las emisoras particulares de Berlusconi, propietario del grupo de comunicación Mediaset, incluyen más debates políticos y tertulias en su parrilla que cualquier canal español.

Hay una televisión basura burda y repugnante: la de Xavier Sardà y los ‘programas del corazón’. Pero es justo reconocer que también existe un tipo de periodismo basura. El que oculta la verdad por sistema, el que no garantiza el derecho del ciudadano a estar “libremente informado”, el que vende la dignidad a costa de labrarse un futuro prometedor para su bolsillo. Da igual que sean los socialistas o los populares los que manipulen. El fin es el mismo y los medios, por un estilo. ¿Seremos capaces los españoles, algún día, de dotarnos de una radio televisión pública independiente y de calidad? ¿Seguirá Televisión Española sufragando gastos millonarios en programas frívolos mientras engorda su deuda histórica? ¿Les interesa a los ciudadanos, en estas condiciones, acarrear con los gastos de un ente público afín al gobierno de turno? ¿Por qué las cadenas privadas –exceptuando algo Telecinco y Canal Plus- no ofrecen el contrapunto necesario de libertad y crítica? ¿Por qué los españoles tragamos con todo?

Hago tantas preguntas porque no encuentro respuestas. Hace pocos días, frente al palacio de la Magdalena de Santander, los escritores José Luis Sampedro y Manuel Rivas tributaron un homenaje al mar que acabó convirtiéndose en un acto de desagravio con los voluntarios que recogen el chapapote de las playas contaminadas. Hay quién dice que los jóvenes no se mueven nunca del sillón. Y cuando lo hacen, mire usted por dónde, llega un político franquista y regala una medalla al ministro más desastroso de nuestra joven democracia. Claro que lo peor viene después, con las ceremonias pomposas y la fanfarria publicitaria en los aparatos del régimen. Así destruyen, sin compasión, la poca esperanza que nos queda.