Artículos en Nueva Alcarria

12 diciembre 2007

COMARCALIZACIÓN

La Diputación creará oficinas descentralizadas para mejorar el asesoramiento y los servicios a los pueblos

Los Centros Comarcales de Diputación realizaron 11.500 actuaciones el pasado año La presidenta de la Diputación apuesta por potenciar estos centros para facilitar las obras a los pequeños pueblos
Para intentar dar servicio a los pueblos y para acercar su actividad a los ayuntamientos, la Diputación Provincial mantiene abiertos desde 1982 cinco centros comarcales en Guadalajara ubicados en Sigüenza, Molina, Cogolludo, Cifuentes y el sur de la provincia. Su objetivo prioritario es afrontar los requerimientos básicos de los municipios, para solucionar problemas de abastecimientos, electrificación, saneamientos y pequeñas obras cuya reparación es muy costosa para los ayuntamientos. La presidenta de la Diputación, Mª Antonia Pérez León, anuncia la creación en esta legislatura de “oficinas descentralizadas” para mejorar el asesoramiento y los servicios que presta la Diputación a los municipios.
Nueva Alcarria, 10.12.07
Raúl Conde

La Diputación Provincial tiene cinco centros comarcales en Guadalajara: los de Sigüenza, Molina de Aragón, Cogolludo, Cifuentes y Guadalajara sur. Sus responsables políticos son, respectivamente, los diputados provinciales Francisco Domingo, Jaime Muñoz, Ángel Moreno, Javier Marigil y Covadonga Pastrana. ¿Por qué son necesarios centros comarcales cuando ya existen los ayuntamientos y las mancomunidades? Porque los pueblos pequeños, aún teniendo dinero para hacer pequeñas obras, como pintar colegios o arreglar las aceras, no tiene quién se las haga. Es una queja común a muchos alcaldes: a la falta de dinero, se une la ausencia de mano de obra. Y la que hay, está muy solicitada. Los centros comarcales nacieron en 1982, bajo el mandato de Emilio Clemente, para dar servicio a esas necesidades que se consideran pequeñas pero que en realidad son esenciales para los núcleos más desfavorecidos por la despoblación. Se trata de que los alcaldes puedan solucionar sus problemas, pero sin necesidad de trasladarse a la capital. La extensión de la provincia y la cantidad elevada de localidades incitaron a tomar esta iniciativa política, que se ha ido consolidando con el paso de los años.
La gestión de los centros comarcales, hasta la fecha, ha estado encaminado al mantenimiento y la conservación de las redes de abastecimiento, alumbrado y pavimentación. María Antonia Pérez León, presidenta de la Diputación, va más allá y, en declaraciones a Nueva Alcarria, anuncia la creación de oficinas descentralizadas de la Institución provincial, con dos líneas de actuación. Por un lado, el asesoramiento a los municipios y, por otro, prestar más servicios. “Se trata de generar un desarrollo rural sostenible con la creación de estas oficinas descentralizadoras mediante un sistema mixto de asesoramiento y servicios”, revela Pérez León. El objetivo del actual equipo de Gobierno provincial es crear estas oficinas descentralizadas, que van más allá de los actuales centros comarcales, en los cuatro años de la presente legislatura. “La red de centros comarcales creada en 1982 –sostiene Pérez León- es correcta pero el servicio a los pueblos puede mejorar”.
Reorganizar los centros
En opinión de la presidenta de la Diputación, los ayuntamientos de la provincia “están satisfechos” con los actuales centros comarcales, pero piden más, sobre todo en vacaciones, verano y fines de semana. Un total de 139 municipios de Guadalajara tiene menos de 100 habitantes. Son los que más necesitan los centros comarcales. “Priorizamos las intervenciones de urgencia ante la falta de suministro de gas o luz, sobre todo lo que afecta a las redes de alumbrado, agua y pavimento”, recalca Pérez León. La dotación actual de los centros comarcales está compuesta por 56 funcionarios repartidos por los cinco centros comarcales en la provincia. En total, cinco oficiales de albañilería, electricidad y conductores de maquinaria y seis de fontanería. Por cada una de estas áreas hay un oficial, un ayudante y un peón. En lo que se refiere a maquinaria pesada, los centros cuentan con un camión de transporte con grúa, otro camión más pequeño, una mini retro excavadora y una retroexcavadora más grande que sirve a todos los centros comarcales. A todo ello hay que sumar la maquinaria ligera.
Pérez León reconoce que, llegado este momento, “toca renovar la fórmula de organización de los centros comarcales, se trata de un servicio fundamental para los pueblos y generalmente los ayuntamientos nos piden más personal y recursos. No es fácil compatibilizar estas necesidades con el trabajo de los funcionarios”. De ahí la propuesta de creación de oficinas descentralizadoras de la Diputación. Pérez León asegura que “vamos a intentar potenciar estos servicios a lo largo de los próximos cuatro años”. De hecho, la eficacia en la prestación de estos servicios ya se está produciendo. En 2002, las actuaciones de los centros comarcales se elevó a poco más de 5.000. En 2006 rondaron las 11.500.
La presidenta de la Diputación, al ser preguntada por la capacidad de la institución provincial para dar servicio a los pequeños pueblos, contesta: “las diputaciones tenemos mucha más cercanía a esos pueblos chiquitines y nuestros centros comarcales funcionan mejor ahí. Y, sin embargo, debemos dejar otros espacios que ocupamos a la estructura regional que, con creces, nos supera en potencia y en operatividad”. Se trata de repartirse las competencias de la manera más equilibrada posible. En ese proceso, los centros comarcales de la Diputación son una herramienta óptima, pero todavía sin ser aprovechada al máximo. La principal tarea de los centros comarcales es “atender los requerimientos básicos de los municipios, para solucionar problemas de infraestructura a nivel de abastecimientos, electrificación, saneamientos y pequeñas obras cuya reparación es muy costosa para los ayuntamientos tanto a nivel económico como de tiempo”. Según Pérez León, “no creo que sea una utopía la comarcalización. Desde el punto de vista de la prestación de servicios, queremos tener una verdadera eficacia y de ahí nuestra propuesta de las oficinas descentralizadoras porque consideramos, ante todo, que los servicios que prestan los centros comarcales son fundamentales para los pueblos, sobre todo para los más pequeños”.

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La comarcalización que no existe

Ni los ayuntamientos ni las administraciones han dado un paso adelante para constituir comarcas en Guadalajara

Las funciones de los Centros Comarcales que la Diputación tiene repartidos por toda la provincia entronca directamente con la posibilidad de realizar en Guadalajara un proceso de comarcalización. “Podrían ser instrumentos útiles en este sentido”, afirma la presidenta Mª Antonia Pérez León. En este sentido, hay comarcas, como el Señorío de Molina, que están reclamando con insistencia la necesidad de dotarse de entidad jurídica y política propia, lo que equivale a constituirse en comarca, pero con competencias y recursos económicos. Hasta el momento, no hay ninguna novedad en este asunto y todo sigue como estaba.

Los Centros Comarcales de la Diputación son, junto a las mancomunidades, las herramientas más cercanas a las que puedan echar mano los Ayuntamientos para satisfacer sus necesidades. Son necesidades básicas: pequeñas obras, averías, arreglos de importancia menor. En todo caso, problemas importantes para la mayoría de los pueblos de Guadalajara, que son pequeños y con pocos habitantes. La provincia de Guadalajara tiene cuatro comarcas naturales: La Alcarria, la Campiña, la Sierra y el Señorío de Molina. En estos cuatro territorios existen diferencias: no tiene el mismo potencial futuro, por ejemplo, la zona del Alto Tajo que el norte del Señorío molinés. Pero las preocupaciones son similares. Sin embargo, nunca ha existido en Guadalajara un interés verdadero y efectivo por ejecutar un proceso de comarcalización. Así que, en nuestra tierra, las comarcas sólo sirven para dar rienda suelta a la vanidad del terruño y para ser pasto de la literatura. Poco más.

La comarca que más está reivindicando la comarcalización es Molina. No lo está haciendo, curiosamente, a través de los ayuntamientos ni de la Comunidad del Real Señorío, llamada “La Común”, sino de la plataforma “La Otra Guadalajara”. Sus impulsores creen que “urge” hacer la comarcalización: “Es hora de que vayamos entendiendo y asumiendo, que la unión institucional desde la que gestionar un Plan Comarcal de Desarrollo Integral, no sólo es una necesidad, sino también un derecho legal reconocido en El Estatuto de nuestra Comunidad Autónoma. Es un derecho de los Ayuntamientos juntarse y constituirse en comarca y es un deber de la Junta de Comunidades, el reconocer la nueva institución y dotarla de competencias y de medios técnicos, económicos y humanos. Y es un derecho de los propios vecinos, exigírselo a los concejales y alcaldes en aquellas localidades que sean remisos a tomar esta iniciativa. Así, se funciona en Aragón, así se funciona en Cataluña, así se están planteando funcionar en otros lugares y así necesitamos funcionar nosotros, en una comarca tan caracterizada y tan alejada de Guadalajara y de Toledo”.

Aprovechar la Común

En Aragón, el proceso de comarcalización se ha llevado a cabo gracias a la aprobación de una ley autonómica que ha tenido en cuenta las diferencias y sensibilidades de cada territorio comarcalizado. En Cataluña se ha hecho, en cambio, a través de los consejos comarcales que ya existían previamente. En Castilla-La Mancha, la Administración regional, pero tampoco ninguna otra administración pública de la comunidad, han apostado nunca por la comarcalización. En todo caso, el presidente José María Barreda sí recomendó a los molineses potenciar la Común, que agrupa a poco más de ocho mil habitantes repartidos en los pueblos de las cuatro Sexmas: la del Campo, con cabecera en Cillas; la de la Sierra, que es Alcoroches; la del Sabinar, que es Ventosa; y la del Pedregal, en Anquela. Se trataría, siguiendo el consejo de Barreda, de reorganizar sus atribuciones, ampliar objetivos y asumir nuevas competencias. En todo caso, nadie habla de la gallina de los huevos de oro: ¿quién pagaría el aumento de dotación económica que exigirían sus recursos? La Común es hoy una institución histórica de la Tierra de Molina, pero sin apenas competencias y mucho menos recursos económicas. En estas condiciones, exigirles a los ayuntamientos que potencien un proceso de comarcalización es no conocer el territorio. Muchos alcaldes bastante tienen con atender las necesidades básicas de sus municipios como para plantearse objetivos políticos de largo alcance. Es algo lógico y extrapolable a otras comarcas de la provincia, como la Sierra Norte, donde se reproduce una situación parecida. La diferencia es que allí no existe una institución como “La Común”. En Molina sí existe y “deberían aprovecharla”, proclamó Barreda. “La Otra Guadalajara” considera que tiene que ser la Junta de Castilla-La Mancha la que pilote este plan comarcalizador, que revertería directamente en una mejora de los servicios públicos en la comarca.

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“Superar viejas rivalidades”

Aplicar en Guadalajara un proceso de comarcalización exigiría un cambio de mentalidad a todos los niveles. En primer lugar, desde un punto de vista estrictamente político, ya que las diferentes administraciones públicas no se han mostrado favorables, al menos de forma activa, para llevar a cabo este proceso. Y, segundo lugar, de los propios ayuntamientos, que tampoco han dado nunca un paso al frente, ni en el Señorío de Molina ni en la Sierra, que son los dos territorios donde, a priori, más puede beneficiar una posible comarcalización. El Gobierno regional, a través del propio presidente Barreda, se ha limitado a animar a los molineses a aprovechar la institución de “La Común”, la Comunidad del Real Señorío de Molina. En otras autonomías, como Aragón o Cataluña, el proceso de comarcalización se está aplicando con éxito. En Castilla-La Mancha, los expertos coinciden que sería aplicable, sobre todo, a las zonas más despobladas de Guadalajara y Cuenca. Puestos a hacer autocrítica, los responsables de la plataforma “La Otra Guadalajara” sostienen que para conseguir la comarcalización, “hace falta adquirir una fuerte conciencia comarcal, hace falta superar los viejos y trasnochados clichés de rivalidades entre pueblos y también dejarnos de dicotomías estúpidas de si lo más importante es el pueblo y el ayuntamiento de cada uno, o lo más importante es la comarca, porque lo importante son las dos cosas. Distinto es, que el hecho comarcal lo hayamos tenido olvidado y que ahora tengamos que poner todos, incluidos los ayuntamientos y alcaldes, el mayor énfasis en ello. Hay, pues, una gran tarea comarcal a realizar, la del Plan Integral, y para exigirlo y conseguirlo necesitamos juntar la fuerza de todos, la fuerza de la comarca entera, sin que nos falte un solo pueblo, ni un solo brazo”. De momento, no se ha producido ningún avance político en este terreno.