Pablo Llorente consolida su poesía en “Tiempo Cautivo”
Se encarga de la gerencia del Patronato Municipal de Cultura de Guadalajara desde 1983. Pero su trabajo no acaba ahí: es un intelectual, un pensador. También un poeta. Pablo Llorente (Guadalajara, 1944), licenciado en Ciencias Químicas, ha estado matriculado en nueve universidades. Está afiliado al PSOE desde 1976. Lee mucho y cultiva la poesía. Hace un par de años publicó su primer poemario: “Rápida caravana”, un total de 31 composiciones en las que desgrana su pálpito durante los tres últimos años. Son versos que antes de ver la luz leyeron cinco poetas de la tierra: Paco García Marquina, José Antonio Suárez de Puga, Alfredo Villaverde, Pedro Lahorascala y Alfredo García Huetos. “Rápida caravana” significó la presentación pública de su vena lírica. Ahora acaba de consolidarla.
Durante estos días ha llegado a las librerías de Guadalajara el último libro de Llorente. El título, “Tiempo Cautivo”, anuncia experiencias reveladoras. El autor no esquiva ningún asunto. Se fija en lo más lejano, pero sobre todo en lo que tiene más cerca. No distrae a sus sentimientos y los espolvorea con fruición. Incluso habla de política, de Bush, del Imperio norteamericano o de las cosas de casa. En el tramo final del libro dedica una composición al incendio en los pinares del Ducado titulado “Arde el monte”, que dice: “El bosque todo, tea voraz/Incendio/Arden la tarde, la noche y la mañana. La lumbre de los pinos inflama el aire/con su humo y llamas y los ánimos agita/Vendaval de fuego: holocausto: once héroes/La humareda obscurece la celeste esfera, tanta muerte aflige a todos los humanos”.
“Rápida caravana”, que recogía en total 31 composiciones poéticas, resumía los tres últimos años de vida porque, tal como explica Llorente, “han pasado muchas cosas en el mundo y en mi vida. He estado diez años escribiendo bastante, pero sin publicar. Llevo leyendo poesía desde los 3 o 4 años, aprendí a leer con la poesía tuve tebeos, pero no libros de cuentos. Tenía el periódico y los libros de poesía, y me interesaban más éstos. No me considero poeta, pero sí tengo una predisposición de oído y de captación de la belleza. La poesía es la expresión verbalizada de las cosas bellas”. Con el paso de los años, y tras la publicación de “Tiempo Cautivo”, el vate alcarreño se acerca a la concepción de un estilo literario propio. Él, sin embargo, se muestra más esquivo: “no creo en la rima, mi poesía no es intimista y como leo mucha poesía, soy muy selectivo. Me gusta la poesía que diga algo de forma bella. Dijo Antonio Saura que él quería demostrar que lo feo era bello. Yo no estoy convencido de eso y creo que la referencia, aparte de la imaginación y la creación, tiene que ser la belleza”. El verso que da título al libro, “Tiempo Cautivo”, canta: “Cautivos: mi tiempo y el de España/Franco soñaba eterno “El Movimiento”/En el sesentaidós, a los dieciocho años/en Asturias huelga de los mineros, a diario/nos veíamos en un bar de Madrid/cerca de Tribunales/Reunida la oposición/en Munich, lo apodan “contubernio”/Un año después acaban con Grimau/En Bolivia, el Che de cuerpo presente/Cristo parecía/La caída de Allende. La cárcel/un mes para mi hermano/Atentados a nadie, tampoco a Carrero/Cinco fusilamientos; antes del ansiado final/En pleno siglo veinte, vueltos al diecinueve”.
Sobre la cultura local
Además de poeta, Llorente es una pesona siempre activa en el mapa de la cultura alcarreña. En su opinión, la cultura en Guadalajara “está mejor que nunca, pero es manifiestamente mejorable. Nunca han pasado por aquí tanta gente y nunca ha habido tanto dinero, pero también hay que mirar el cómo. Hay que ir a la exposición breve de los conferenciantes, y después la pregunta o la sugerencia de la gente. Falta diálogo. La gente tiene que salir de los actos con la percepción de que se ha enriquecido personalmente, y que ha hecho causa común con lo que ha dicho el conferenciante”. Preguntado por la frontera del espectáculo, responde: “esa es la palabra: todo lo grandioso y cultura son términos rechazables, como la conferencia magistral. Hay que huir como de la peste. Estas cosas pueden ser corregidas”. En el renacimiento cultural de Guadalajara, Llorente valora especialmente el papel del Teatro Buero Vallejo: “está hecho para determinadas cosas. Es bueno y será mejor cuando pongan la concha acústica. Es bueno para la música en directo pero no tanto para la música de micro y las obras de teatro, es frío, necesita muchos espectadores este teatro. El director, Julio Gómez, ha adaptado la programación a las condiciones del teatro, que es más un auditorio”.
La programación cultural ha variado mucho desde que se hizo cargo de la gestión del patronato. A su juicio, sobre todo, “en las grandes obras. Por ejemplo, antes hacíamos un concierto de jazz en San Roque en julio y otro en agosto. Ahora hacen ocho cada uno de esos meses. Esa es la diferencia, se ha multiplicado por ocho. En 1986, el presupuesto era de 60 millones de pesetas al año. Ahora ronda los 460 millones de pesetas”. El público de Guadalajara, según Llorente, “responde bien a la oferta cultural, muy bien, yo nunca he visto una conexión tan continuada entre el que programa, el director del teatro, y el público. La gente responde”. Desde otro ámbito, pero también valorando la respuesta del público, el nivel de lectura de la gente de Guadalajara no preocupa al autor, que opina que la gente de esta tierra es leída: “creo que sí, lee bastante y la prueba es que la biblioteca es de las que más lectores tienen. Y hay muchos estudiantes aquí y en Madrid”.
Intelectual comprometido
Tras publicar varias obras, Pablo Llorente se decanta totalmente por la poesía, considerado el gran género de la literatura. “Así lo decían los clásicos y así lo decía Cervantes: “esa doncella hermosa a la cual se le deben todas las artes”, cuenta. También ha dicho que le gusta que la poesía “diga algo”. ¿Es crítico su poemario? “Por supuesto, hay crítica a todo. Por ejemplo, en los versos en los que retrato a Estados Unidos, donde les llamo puritanos y que están acostumbrados a decir tú eres malo y o te vuelves bueno o te mando a los marines y las bombas”. En su literatura no rehuye las cuestiones políticas, quizá fruto de su actividad antaño dentro del PSOE de Guadalajara. Al ser cuestionado sobre si se considera un intelectual de izquierdas, no vacila en la respuesta: “de izquierdas desde luego. No me considero ni poeta ni intelectual, pero sí con una tendencia. Aunque puede haber intelectuales de derechas. La defensa de la libertad y de la belleza se puede hacer desde la derecha o desde la izquierda”.
Aunque ya no está vinculado desde hace mucho tiempo a la dirección del Partido Socialista en la provincia, Llorente conserva sus raíces políticas e ideológicas. “Me identifico muy bien con Zapatero, como nunca hubiera creído. Le veo que como es diecisiete años más joven que yo, está cerca de cómo piensa mi hija: quieren las cosas aquí y ahora, con un sentido ético profundo. Me gustaba mucho la figura del contrato renovable, del que tiene que ganarse día a día su puesto”.
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Versos con dedicación
El nuevo libro de Pablo Llorente se compone de diez bloques: De poesía y poetas, donde el autor se declara rendidor admirador de este género supremo de la literatura; poemas urbanos; tiempo cautivo, macizo central del volumen; vivir Alcalá, en homenaje a la ciudad universitaria; señales del imperio, a modo de crítica contra Estados Unidos y las políticas de los neocons americanos; ejercicios de estilo, que sin alcanzar a Raymond Queneau mantienen el tipo; poemas de la naturaleza; la guerra y el otro; fuego, donde recuerda a las víctimas del incendio del Ducado; y, por último, “a modo de epílogo”, la despedida y cierre. La poesía de Llorente no es barroca en absoluta: su verso es limpio y claro, nítido, fácil de digerir y altamente sensible. Una parte destacada del libro son los versos dedicados a personas de la cultura y amigos que han dado su apoyo al autor. A Alfredo Villaverde, también escritor y viajero, le dedica un poema titulado “Olimpo”. Por otra parte, a Miguel Lezcano le califica de “náufrago”: “solo en la mar/perdido/me salvaba su talle/llevándome a un estero/de paz y dicha./Recuerdo…”. El otoño, que es el título del último poemario del poeta ovetense Ángel González, es también el título de la composición que le dedica Llorente: “En este Otoño/para el amor propicio/después de la primera helada/de días lluviosos y alguna nieve/se abren las puertas de mi invierno. También se incluyen poemas dedicados a Alfredo García Huetos, Carmina Casala, Pepe López Rueda, Pedro Aguilar, Estela Bernal, José Fernando Sánchez, Rafael Álvarez y Pedro Lahorascala.