Ni Siberia ni el Tercer mundo
Un pastor septuagenario rodeado de ovejas. Una anciana con el dedo levantado. Un señor retirado de Madrid que vive solo, sin vecinos, en un pueblo diminuto. Un matrimonio de lugareños: él con la boina puesta, ella con el delantal. Estas son las imágenes que eligió el diario “La Razón” para publicar, el domingo pasado, un extenso reportaje sobre Molina de Aragón. El titular decía: “La Siberia de Europa está en Guadalajara”. En el subtítulo avanzaba algunos datos que no están contrastados: “Los vecinos de Molina de Aragón se rebelan contra el abandono secular de su comarca, la más fría y despoblada de toda España”. ¿La más fría? ¿La más despoblada? ¿Seguro que es así?
Esta información es sólo un ejemplo de la cantidad de noticias que han aparecido, tanto en prensa como en radio y televisión, sobre Molina de Aragón y la Sierra Norte de Guadalajara, aunque más de la primera que la segunda. La plataforma “La Otra Guadalajara” ha logrado parte del objetivo que se había marcado: hacerse oír, que la voz del Señorío se escuchara más allá de Maranchón y que, en todo caso, los problemas acuciantes que vive esta comarca se hicieran visibles. Hacer visible el problema para que, al menos, se reconozca su existencia. La idea no es nueva. Se trata de una estrategia previamente ejecutada con éxito por otras plataformas de corte similar. La más popular es la de “Teruel Existe” pero hay otras como “Soria Ya”, ambas provincias vecinas de Molina y Guadalajara. Un lema corto, directo y expresivo. Una serie de reivindicaciones muy concretas y una batería de acciones reivindicativas que consigan dar en el clavo. Todo ello mezclado tiene como resultado el eco que durante los últimos meses, especialmente la última semana, ha adquirido la tierra molinesa. Sin embargo, no todos entienden bien el mensaje.
“Una tribu del Amazonas”
Que la situación actual de Molina y la Sierra es grave nadie lo duda a estas alturas. La densidad de población es bajísima, los servicios públicos se deterioran y la ausencia de empleo hace que los pocos jóvenes que quedan se planteen marcharse a la ciudad. Además, ya no hace falta ir a Madrid. Ahora Guadalajara y el Corredor del Henares ofrecen posibilidades muy parejas a las de la capital del Estado. Así que, por desgracia, el panorama es complejo porque a todo ello se suma la falta de un cambio de mentalidad que denunciaba recientemente un ganadero en un periódico de ámbito nacional: “Hace años, el Estado se gastó una pasta abriendo una granja de conejos gigante. Los precios se desplomaron y todos los productores pequeños de la zona tuvieron que cerrar. Y luego la granja cerró y nos quedamos peor que al principio”. La zona no necesita subvenciones. Necesita inversiones. Quizá también ceñirse a los hechos para no desvirtuar la realidad. El diario “La Razón” afirmaba: “Se sienten como una tribu del Amazonas al borde de la extinción. Así es la vida son móviles, ni bares, ni tiendas, ni internet” (28.10.07). Y añadía: “la comarca de Molina de Aragón lleva décadas encallada en esta macabra cuenta atrás. Parece que un invierno nuclear se ha adueñado de sus casas de piedra dorada, que sólo recuperan el aliento cuando llegan los veraneantes. El resto del año, apenas quedan ancianos y un puñado de agricultores aferrados al terruño”. Y para completar el estrambote se hace un símil estratosférico: “Si el fin del mundo empieza donde se acaba la cobertura del móvil, los pueblos de Molina de Aragón están atrapados en un universo paralelo. Aquí no hay tiendas, ni bares, ni internet, ni transporte público”. ¿No hay tiendas, no hay bares, no hay internet, no hay transporte público o no existen suficiente de todo ello? ¿Es posible poner al mismo nivel la falta de bares que la ausencia de un Centro de Especialidades?
Todos los periódicos, en mayor o menos medida, se han hecho eco de las protestas de “La Otra Guadalajara”, sobre todo después de su marcha de la semana pasada a Madrid y Toledo para entregar 11.000 firmas en La Moncloa y en Fuensalida, sede de la presidencia del Gobierno regional. “La Otra Guadalajara” exige crear un hospital comarcal, extender el ADSL a toda la zona, fomentar el turismo rural, construir una autovía y un plan de montes. La comarca de Molina tiene alrededor de 8.000 habitantes desperdigados en 5.000 kilómetros cuadrados. “Molina de Segura tiene una densidad de población inferior a la de Siberia” (La Razón, 28.10.07). Pues ni Molina de Segura ni Molina de Aragón. El diario gratuito “Que” titulaba un breve el pasado 25 de octubre: “Guadalajara vacía”, para añadir: “Guadalajara, en concreto su comarca del norte, es la zona menos poblada de Europa. Su densidad de población es menor que la de Siberia”. El 24 de octubre, el diario “20 Minutos” –el de mayor difusión de la prensa española, al margen de los de pago- titulaba: “Guadalajara es la zona menos poblada de Europa, incluso menos que Siberia”. Incluso un blog en internet, titulado “Túmbate”, publicó un comentario, citando la fuente del diario gratuito “20 Minutos”, titulado: “Guadalajara es la zona menos poblada de Europa”. El texto hacía referencia a las protestas en Molina de Aragón, pero la foto que acompañaba era una vista aérea nocturna de la Guadalajara… de México. El tema da para un titular redondo y, como dicen los periodistas italianos: “Si non é vero, é ben trovatto”, o sea, si no es cierto, está bien encontrado. Da igual si es cierto o no. Las estadísticas oficiales mantienen que Siberia tiene una densidad de población de tan solo tres habitantes por kilómetro cuadrado. Las zonas más densamente pobladas no superan los cuarenta habitantes por kilómetro cuadrado. Por el contrario, las zonas menos pobladas presentan valores de hasta 0,1 habitante por kilómetro cuadrado.
La tendencia de población en Molina fue en declive hasta junio de 2003 y desde esa fecha hasta ahora ha empezado a crecer de manera constante hasta conseguir los cerca de 3.800 habitantes con los que se cerró el censo en 2004. La Comunidad del Real Señorío de Molina y su Tierra, formada por unos 80 pueblos, tiene una densidad de población de 1,6 habitantes por kilómetro cuadrado y no alcanza los 6.000 habitantes, de los que 3.800 pertenecen a Molina. En dicha comarca hay una treintena de pueblos que no superan las 20 personas. Además de escasa, la población de estos municipios también está envejecida, ya que sólo el 10% de sus habitantes está en edad de trabajar. Sin embargo, en Molina sólo el 14% del censo pertenece a la tercera edad. En términos brutos, por tanto, la densidad de población molinesa es similar a la de Siberia, pero comparar ambas es como comparar la provincia de Soria con las montañas de Afganistán. Con un área de 10,007,400 km2, Siberia corresponde al 58% del área total de Rusia. Si Siberia estuviera separada de Rusia, sería el país más grande del mundo. Molina de Aragón ocupa un territorio mucho menor y está a poco más de una hora y media de Madrid, una de las principales capitales del sur de Europa. En el caso de la Sierra Norte, además, la densidad de población es de 4,2 habitantes por kilómetro cuadrado, también superior a la del destacado territorio ruso. En todo caso, la geografía ha sido un factor decisivo en el subdesarrollo. El territorio de la sierra ocupa 3.300 kilómetros cuadrados en el norte de la provincia. Es el área que agrupa ADEL (Asociación para el Desarrollo Local de la Sierra Norte) formada por 85 localidades que reúnen a tan solo 14.000 habitantes.
Atraso, pero no tanto
Tanto en Molina como en la Sierra Norte hay muchos pueblos con pocos habitantes, de avanzada edad y, para colmo, dispersos. Pero una cosa es que tengan que soportar problemas graves, algunos incluso estructurales, es decir, que van más allá de una inversión económica, y otra muy distinta que se presente a estos territorios como si fueran tercermundistas. La polémica no es nueva. Hace justo un año, en noviembre de 2006, la presidenta del Partido Popular de Castilla-La Mancha visitó Sigüenza para presentar el Plan Director de la Sierra Norte elaborado por su formación. Mª Dolores de Cospedal proclamó que “la Sierra Norte sólo se desarrollará mejorando sus comunicaciones”. Y abundó más en el asunto, que es extrapolable a la comarca de Molina: “Todos los guadalajareños saben que en la Sierra Norte hay muchas personas que cuentan con pésimas comunicaciones, que ni siquiera hay cobertura telefónica, que además, hay quienes no tienen garantizado el derecho al acceso a la sanidad, muchos jóvenes se van porque no tienen oportunidades de trabajar, por eso, presentamos este plan”. El grupo del Partido Popular de la Diputación ha visitado unos 55 pueblos de la Sierra Norte y realizado más de 500 encuestas desde marzo. De toda la información recabada destaca que el 90% de los encuestados hayan coincidido en la mala situación de las comunicaciones, que califican de “peligrosas y tercermundistas”, añaden que además, hace muchos años que no se actúa en ellas. También, los encuestados se quejan de que las nuevas tecnologías no llegan: mala o nula cobertura para móviles, falta de telefonía fija en algunos pueblos y ausencia casi total de banda ancha. Además, la mayoría se quejan de que no pueden ver la televisión, sobre todo las cadenas privadas. Los habitantes de esta área piden también más transporte público, limpieza de montes, más servicios sanitarios, transporte para los alumnos, abastecimiento de agua, nuevos regadíos y más vigilancia policial, entre otras cosas.
Al presentar como “peligrosas y tercermundistas” las carreteras de la Sierra, se armó el taco. Mariano Escribano, Francisco Javier Homobono y José Ramón Fernández, alcaldes de Hiendelaencina, Hijes y Valverde los Arroyos, respectivamente, enviaron una carta en los medios criticando las palabras de De Cospedal por considerarlas fuera de lugar. Estamos mal, pero no hace falta exagerar, venían a decir los ediles. “Hace tan sólo unos días nos encontramos en los medios de comunicación con unas declaraciones catastrofístas y repletas de adjetivos exagerados sobre la Sierra Norte y la forma de vida de sus habitantes”, comenzaba la misiva. Así, palabras como “abandono”, “indignante” o “aislamiento” eran algunas de las expresiones que utilizaba en la prensa la candidata regional del PP para definir el estado de la Sierra Norte y de los pueblos de los que orgullosamente nos sentimos parte de esta zona de la provincia de Guadalajara”. Los tres alcaldes matizaban las afirmaciones de la líder popular templando gaitas: “Es cierto, que la vida en los pueblos conlleva muchas dificultades que no existen en las ciudades, pero tampoco hay que olvidar que nunca como hasta ahora, desde que los pueblos quedaron desiertos, ha existido ni más preocupación ni más atención por parte de las administraciones competentes por evitar las desigualdades entre los pequeños municipios y las grandes ciudades. Aunque todo puede ser mejorable, tenemos atendidas las necesidades educativas y sanitarias; y hoy tenemos residencias de mayores cercanas, casas tuteladas, atención social, etc.”
El asunto, en todo caso, no es político. Las manifestaciones en torno a la situación “tercermundista” de Molina y la Sierra se han producido por ambas formaciones, tanto desde el PSOE como del PP. Miguel García, uno de los portavoces de la plataforma “La Otra Guadalajara”, asume que “Molina sigue siendo una comarca “pobre, deprimida, deshabitada y con una población envejecida”. Pero de ahí al tercer mundo media un abismo. A pesar de las carreteras. A pesar de la falta de habitantes. A pesar de la metáfora siberiana.