El Madrid, a pesar de todo
Con un equipo que ha perdido 17 puntos en casa; con un presidente que debe su puesto a la decisión de un juzgado; con un equipo de fútbol sin Kaká ni Robben, promesas del mismo presidente; con un entrenador cuestionado por la directiva, zarandeado por los aficionados, ninguneado por algunos jugadores e insultado por casi toda la prensa; con un equipo confeccionado a base de españoles talluditos que rondan o sobrepasan los 30 años y con descartes de grandes equipos, como Manchester o Juventus; con una afición exigente y señorita, como se encargó de recordar el propio Ramón Calderón en una universidad; con un equipo en el que Guti (sí, el de los pases del día del Sevilla), inexplicablemente, parecía sin hueco en el once inicial; con una preparación física limitada; con juergas nocturnas incluidas; con una amenaza de dimisión de Capello en enero; con dos derrotas consecutivas en casa en Navidad; con un director general deportivo que cada vez que habla, sube el precio del pan; con un director deportivo general incapaz de hacer trabajar al director deportivo de la plantilla de baloncesto; con un entrenador que echó a Beckham, proclamando que no volvería a jugar ni un partido más en toda la temporada y luego acabó sabiendo que era titular indiscutible; con un equipo que se deja empatar en el último minuto en el Camp Nou después de secar al Barça en su propia casa; con un Beckham que presume de profesionalidad pero que se borra de su último compromiso con su empresa: el partido en Israel dentro de pocos días; con un Roberto Carlos de juerga tomando copas hasta la madrugada junto a Emerson, mientras el barco se hundía en los partidos del Bernabéu; con una ayuda milagrosa en el último suspiro de un crack llamado Raúl Tamudo; con un presidente que hace una vuelta de honor en un estadio visitante cuando su equipo no se ha proclamado campeón de nada; con un presidente que aparece hasta en la sopa y habla más de la cuenta; con un director general deportivo desvelando a los medios asuntos internos del club; con un presidente ninguneado en los órganos de decisión del fútbol español y europeo; con un último partido de Liga, ante 80.000 entregados aficionados, ante tu público, en tu estadio, absolutamente lamentable y penoso; con un juego mediocre y nada vistoso; con un apuesta futbolística más propia del Eibar o del Alcoyano que del Real Madrid; con un entrenador obstinado y tosco, ante la prensa y ante los aficionados; con un entrenador, eso sí, capaz de motivar a los jugadores; con un equipo malo que cae ante otro equipo mucho peor, tanto en la Champions como en la Copa del Rey; con un equipo que se ha convertido en el amo del 0-1; con una última remontada que comenzó gracias al culo de un jugador del Mallorca; con un jugador desahuciado como Reyes marcando dos goles que valen una Liga; con un equipo que gana por fin un título, después de cuatro años, y lo celebra viendo a su entrenador criticando al presidente en la rueda de prensa; con una prensa deportiva, hace unas jornadas muy crítica con todo, ahora vendida al éxito inesperado porque ese es, también, su éxito de ventas; con un equipo que hace unos meses era una castaña y una cuadrilla de ególatras y vanidosos y ahora es un remanso de tesón y esfuerzo colectivo…
Con todo eso, y quizá todavía más, el Real Madrid se ha proclamado, por trigésima vez en su historia, campeón de Liga. Creo que el gran mérito de Capello, aparte de arengar a los jugadores inculcándoles el valor de la fe de creer en algo, fue comprender la lógica ilógica del Madrid. César González Ruano, que fue un periodista madrileño extraordinario, dijo que “Madrid es puro orden desordenado”. Lo decía por la ciudad, pero vale también para su primer equipo de fútbol. Porque el Madrid es así: convulso, contradictorio, siempre con altercados, pero también inasequible. He visto en este Madrid –quizá ha sido la única nota positiva de la temporada- el espíritu que antaño le hizo ganarse el respeto de todos. No sé a quién se debe, pero en una competición de regularidad como es la Liga, el tesón y el empeño te hacen la mitad del trabajo. A pesar de Calderón. A pesar de Capello. A pesar de todo.