“El monasterio de Buenafuente del Sistal hizo feliz a mi padre”
¿Cuándo compuso la Misa de la Luz?
Esta misa la compuse por encargo del Arzobispado de Madrid con motivo del proyecto “Misión Joven”, que es un proyecto de evangelización de los jóvenes. Por ese motivo, con la presidencia del cardenal Rouco Varela, en noviembre de 2006, con la televisión en directo, se hizo el estreno en la catedral de la Almudena, en Madrid y luego hemos grabado un disco que acaba de salir. Es un reestreno de la misa. En principio no es una misa más especialmente para jóvenes que para mayores, sino que es para todo el mundo, puesto que la música religiosa no es de unos ni de otros, sino que es de todos. Nació con ese propósito. Entonces ahora en Buenafuente, con motivo del día de la Amistad, que es un día digamos emblemático en el monasterio de Buenafuente y que se instauró hace muchos años, cuando mi padre, Narciso Yepes, empezó a ofrecer conciertos todos los años, para conseguir una ayuda a las hermanas del monasterio. Es un día de amistad y encuentro. Luego, cuando murió mi padre, esa tradición la hemos seguido manteniendo a través de amigos que han hecho un esfuerzo y en este caso, este año, pues la Orquesta Santa Cecilia y el Coro San Jorge, que cumple este año 30 años, son los que hacen su ofrenda musical. Pero este año, en lugar de ser en conciertos, como era costumbre hasta ahora, será en la misma misa, como en tiempos de Mozart. De nuevo, nos encontramos que un compositor contemporáneo tiene la oportunidad de componer una misa que se estrena y eso es especial porque cada pieza, como un aleluya o un canto, están sonando en la propia liturgia. No se trata sólo de la estética y la belleza de la música, sino es la unción que eso puede producir en la misma eucaristía.
¿Cuál es el mensaje que quiere lanzar con esta composición?
El título, Misa de la Luz, recoge el sentimiento que emana de muchos de los versículos que he utilizado para los textos. Por ejemplo, el canto de entrada cojo la luz del mundo, la luz para que se pueda ver. Tengo un salmo que dice “alabemos a la luz de tu rostro”. Son sentimientos a la luz de Dios, de dejarnos guiar en confianza. La gran reflexión es que tenemos que tener mucha más confianza en Dios y confianza en los hombres. Dios nos ilumina y nosotros podemos iluminar a los demás. En este caso es muy bonito porque en Buenafuente ese día, lo que ocurre es que celebramos muchísimas efemérides de gente que nos ha iluminado, que ha sido luz para nosotros. Por ejemplo, lo más importante es que ese día cumple cien años una de las monjas de Buenafuente, con su presencia maravillosa, que es Sor Teresita. Es una celebración muy especial. Además, son diez años justos de la muerte de mi padre, que empezó haciendo esta ofrenda y que la hizo hasta el último momento de su vida. También ese día habría cumplido cien años la madre del capellán del monasterio, don Ángel Moreno, doña Dolores Sancha. Son cosas, en definitiva, que han dado luz y la siguen dando. Pretendemos recoger esa hondura de las personas que a través de la fe han dado a los demás y hacerlo música, y a través de la música acercarse a ese misterio de la relación del ser humano con lo divino.
¿Tiene especial predilección por la música sacra?
Sí, la verdad es que no lo voy a esconder. Yo soy músico y soy creyente. Entonces, son dos facetas que me acompañan siempre. Luego he tenido oportunidad de trabajar en ello de manera muy activa cuando he sido director artístico de la Semana Religiosa de Cuenca, o cuando me encargan misas para componer, o cuando he tenido que dirigir los encuentros internacionales ecuménicos o cuando el propio monasterio de Buenafuente del Sistal me encarga cualquier música. Reconozco que me siento en mi salsa. La música es uno de los caminos más hermosos para estar delante de Dios y para situarse frente a la honradez de lo que te pasa por dentro. La música no esconde segundas intenciones. Uno es sincero y expresa sus sentimientos. Y luego, aparte, como mi trabajo es director de orquesta, siempre que puedo, en mis programas introduzco obras de carácter religioso porque tiene un tipo de comunicación con el público que llega de manera muy profunda.
¿Qué le motiva para componer, al margen de la religión?
Siempre la expresión de los sentimientos. Yo creo que en algunas ocasiones, más la forma musical que un encargo concreto, pero en general la expresión de unos sentimientos. Y desde luego, lo que más motiva siempre es componer para alguien. Componer para mi hija cuando su Primera comunión, o para mi madre cuando murió mi hermano o para mujer cuando nos casamos. Es algo que realmente gratificante. El tener una cara a la que yo le dedico esa música es lo que más me motiva.
¿Cuál es la actividad que mantiene la Orquesta Clásica Santa Cecilia?
Es una orquesta privada que realiza su temporada de conciertos en el Auditorio Nacional de Madrid. Se puede considerar una de las mejores de Europa en su género, que es la música clásica. Tiene un aval de instrumentistas que han tocado en las mejores orquestas de España y está preocupada por transmitir a través de su trabajo esos valores que tanto hermanan, como la búsqueda de la paz a través de la música.
¿El Coro San Jorge pertenece a esta orquesta?
No, son independientes. No tienen nada que ver. El presidente del Coro coincide que es también el presidente de la Orquesta Santa Cecilia, pero son entidades independientes. Al final se han unido celebrando cada uno su aniversario. El coro celebra sus 30 años y la orquesta cinco. El nexo que también puede haber es que yo les dirijo. El Coro San Jorge ha ganado muchos premios a lo largo de los años y que fundó el que actualmente es obispo auxiliar de Getafe. La Orquesta Santa Cecilia está fundada por Javier Martí y por mi, privada, completamente profesional y de alto nivel.
¿Cuándo empezó a sentirse un director reconocido?
Pues no lo sé, no sé si de hecho lo soy. Lo que sí puedo decir es que me empecé a sentir director desde niño porque correteaba entre los atriles de la Orquesta de Radio Televisión Española cuando su fundador la dirigía. Ahí, con 12 o 13 años, ya estaba estudiando dirección de orquestas. Luego estuve en París, en Estados Unidos… De todas maneras, hice la carrera de Matemáticas. Y luego un buen día te lanzas y te pones delante de la orquesta. Con veinte años dirigí un concierto en Murcia a mi padre y desde entonces empecé a trabajar yo solito hasta que pude ser titular.
¿Cómo está la salud de las orquestas en España?
Está habiendo cada vez más orquestas. Yo creo que la salud está bien, las hay que trabajan mucho y el tipo de rigor que se les puede pedir a los músico siempre se puede mejor, pero vamos, están bien. Lo que no goza de tan buena salud es la ayuda que la música recibe a nivel oficial.
¿Prefiere ejercer de director de orquesta o dedicarse a la composición?
Las dos cosas van íntimamente unidas. La composición sólo puede ejercerla cuando alguien me pide una obra, sino estoy volcado en la dirección y en otros proyectos de trabajo musical. Todo es compatible y además una cosa enriquece a la otra.
Su padre, Narciso Yepes, estuvo muy ligado al monasterio de Buenafuente del Sistal. ¿Qué recuerdos tiene de aquellos momentos?
Es emocionante recordarlo. Mi padre llega al monasterio de Buenafuente en realidad a través de los hijos. Nos estábamos preparando para la Confirmación en el colegio Estudio, que dirigía Jimena Menéndez Pidal. Doña Jimena, que era una asidua del monasterio y una de las mayores impulsoras, nos llevaba allí para prepararnos para estos sacramentos. Mi hermana y yo llevamos a nuestros padres a conocerlo y a partir de ahí fructifica una amistad profunda con el capellán del monasterio, don Ángel Moreno, que ha seguido hasta los últimos momentos de su vida de una manera verdaderamente preciosa. El monasterio ha sido el lugar espiritual en el que nuestra familia siempre se ha visto acogida, escuchada y querida, hasta el punto de que las cenizas de mi padre descasan en el monasterio.
Él formaba parte de la Fundación Buenafuente, creada en 1980, y se mejoró al monasterio. ¿Para su padre fue algo más que un sitio donde poder seguir sus ejercicios espirituales?
Yo no soy el más indicado para hablar de la Fundación, lo mejor es que hablar el director, don Ángel Moreno, o el presidente, don Antonio Lago. Yo sólo soy vocal de la Fundación, aunque tengo ese honor, después de la muerte de mi padre se me pidió. Pero esto no es lo importante, sino que la Fundación es una mano encima del hombro del monasterio porque hay cantidad de problemas jurídicos, económicos, administrativos, que de alguna manera se libera al monasterio de tener que pasar por esos cauces y es la propia Fundación la que toma las riendas. La Fundación la dirigen personas completamente volcadas al monasterio y emocionalmente.
¿Qué es lo más importante que le enseñó su padre en la música?
¡Uy, qué pregunta más difícil! Quizá la manera de ser honrado ante la música, sacar de ella lo mejor que tienes sin escatimar ningún esfuerzo ni exigencia para transmitir todo lo hermoso que tiene. Y luego mucha paciencia, horas de estudio, método de trabajo. También puedo decir la calidad de escucha. Mi padre era una de las personas que mejor sabía escuchar para luego poder hacer algo con eso que había escuchado. Y luego lo último, como a través de la música uno se puede acercar a Dios.
¿La interpretación del Concierto de Aranjuez, en 1947, junto a Joaquín Rodrigo, fue un punto de inflexión en la carrera de Narciso Yepes?
Eso fue un salto de gigante en la historia de la guitarra. Nadie había interpretado así el Concierto de Aranjuez, que se había estrenado antes pero no había tenido prácticamente éxito. Cuando lo reestrena mi padre en el 47 resulta que se convierte en un boom y al mes lo está haciendo en Londres, en Berlín, en Ginebra, en Roma, en París, es decir, es un concierto que de pronto descubre a la guitarra como un instrumento capaz de codearse a una orquesta sinfónica, un piano o un violín. Eso fue el primer arranque que inició mi padre con Joaquín Rodrigo por los cinco continentes. Tanto el uno le dio al otro como viceversa. Desde luego, el Concierto de Aranjuez no sería nada si no lo hubiera trabajado mi padre e interpretarlo por todos los rincones del mundo. Por otra parte, es un concierto que fue identificado por su excelente interpretación.
Su padre dijo que el arte era “la sonrisa de Dios”. ¿Cree que la combinación de religiosidad con las innovaciones que introdujo en la música, especialmente en la guitarra, fueron la clave de su proyección?
Esta frase pertenece al discurso en la Real Academia. Efectivamente, como usted dice, la comparación es totalmente válida. Aparte de hablar de las innovaciones técnicas del instrumento, además creó la guitarra de diez cuerdas buscando efectos de resonancia, inventó toda la técnica para superar las dificultades que entonces había. El que está tocando se convierte en un instrumento al servicio de la música. Toda la técnica no es nada si no es útil para la música y para transmitir un mensaje. El segundo gran paso es que ese instrumento es ante Dios y ante los hombres, una dimensión de la que mi padre se podía sentir orgulloso porque lo transmitía y lo daba a conocer. A través de un instrumento, uno puede tener en la mano una herramienta para los demás y para Dios.
¿Usted toca la guitarra clásica, como hacía su padre?
Pues mire, no. Yo toco casi todos, menos la guitarra. Conozco el instrumento perfectamente y sus posibilidades, pero toco el piano, la flauta, he estudiado muchos instrumentos de la orquesta lógicamente.
¿Guadalajara se ha portado bien con Narciso Yepes?
Yo creo que sí. Guadalajara es una provincia de España donde mi padre se ha sentido a gusto y, en concreto, el monasterio de Buenafuente del Sistal, ha encontrado los momentos más felices de su vida. Si portarse bien es dar felicidad, desde luego, Guadalajara se la ha dado.
¿Acude con frecuencia también al monasterio de Buenafuente?
Sí, sí. El monasterio es un lugar de encuentro, mantengo una relación muy cercana con el capellán, con las monjas, con la madre abadesa y las hermanas. Simplemente como lugar de retiro para la familia, con mi mujer y mis hijos, y tener unas vías de retiro, de soledad, de andar por el campo, de escuchar el silencio de la naturaleza y de ver a los amigos.
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Día de la Amistad en el monasterio y 100 años de Sor Teresita
La comunidad del monasterio de Buenafuente del Sistal organizó ayer el tradicional Día de la Amistad, que este año ha tenido una protagonista excepcional. Sor Teresita Barajen Ortiz de Zárate cumple hoy 16 de septiembre cien años y a ella está dedicada buena parte de la acción de los amigos de este monasterio. En la misma celebración se tuvo un recuerdo especial para Dolores Sancho, en el centenario de su nacimiento, y de Narciso Yepes, de cuya muerte se han cumplido diez años. Él fue quien inició esta jornada, que mantuvo hasta el fin de su vida. Por las especiales circunstancias de los distintos aniversarios, el programa estuvo unido a la celebración de la Eucaristía, que comenzó a las cinco y media de la tarde. Uno de los actos más importantes fue la interpretación de la Misa de la Luz, compuesta por Ignacio Yepes, que él mismo dirigirá con el coro San Jorge y Solistas de la Orquesta Clásica Santa Cecilia. El programa litúrgico fue el siguiente: “Sois la luz del mundo” (Canto de entrada) Texto: inspirado en Mt 5, 13-16; “Os doy el agua viva” (Canto de aspersión) Texto: inspirado en Jn 4, 10-14; “Señor, ten piedad” Texto: Ignacio Yepes (inspirado en la liturgia); Gloria Texto: inspirado en la liturgia; “Caminaremos a la luz de tu rostro” (Salmo responsorial) Texto: inspirado en Sal 88, 16b-17ª; “Aleluya” Texto: Ignacio Yepes inspirado en Mc 16, 15; Mt 28, 19-20; “Salmo de David” (Después de la homilía) Texto: Ignacio Yepes inspirado en Sal 100, 1; “Cristo, óyenos” (Invocación para las preces) Texto: inspirado en la liturgia; “Bendito seas, Señor” (Canto de ofertorio) Texto: inspirado en la liturgia; “Santo” Texto: Ignacio Yepes inspirado en la liturgia; “Cordero de Dios” Texto: inspirado en la liturgia; “Yo soy el Camino” (Canto de Comunión) Texto: inspirado en Jn 14, 5-7.12-27; 15, 5.13-20; 16, 20; “Letanías de la Virgen” Texto: Ignacio Yepes inspirado en las letanías a la Virgen; “El Espíritu del Señor” (Canto de salida) Texto: inspirado en Is 61, 1-3a.6; “Seréis mis testigos” (Himno del último encuentro con Juan Pablo II)
Texto: Ignacio Yepes. El acto más singular desarrollado ayer en Buenafuente fue la ofrenda al monasterio del Gran Pantocrator románico, que ha sido restaurado por la Universidad Complutense de Madrid. Después de la celebración eucarística tuvo lugar la presentación del libro “La imagen de Cristo en la Contemplación de Santa Teresa de Jesús”, editado por Monte Carmelo, fruto de la investigación de Ángel Moreno, como tesis doctoral, defendida en la Facultad de Teología del Norte de España, sede de Burgos, el 4 de mayo de 2007. En el mismo acto, se presentó la grabación del CD “Misa de la Luz”, de Ignacio Yepes, publicado por Ediciones Paulinas. Después, todos los presentes degustaron un ágape de hermandad en la plaza de la fuente.
Un templo y un conjunto arquitectónico magníficos
El monasterio de Buenafuente del Sistal, según explica el cronista provincial Antonio Herrera Casado, se compone de un conjunto de construcciones que albergan las dependencias monacales, de un templo magnífico, y de un conjunto de edificios que en su torno forman una especie de pueblecillo en el que surgen, unas nuevas y otras restauradas, las casas de recogida de ancianos, de ejercicios, de juventudes, y otros usos que sirven para dar vida a aquel poblado con una articulación de servicio a la comunidad. Lo más interesante del conjunto de Buenafuente es, por supuesto, el templo monasterial. En su origen, fue solamente una pequeña ermita que recogía en su seno a la fuente milagrosa (la Buenafuente) de uso muy anterior, y de culto quizás precristiano. Se situaba esta ermita junto al terraplén que hoy limita al monasterio por el norte, y se la puso una puerta orientada al norte y su cabecera o presbiterio hacia mediodía.
Pero el templo de Buenafuente se alzó definitivo y grandioso a partir de mediados del siglo XIII, cuando a él llegaron las monjas del Císter. Su planta es rectangular, alargada de levante hacia poniente, de una sola nave, como corresponde a un templo monasterial femenino, en el que nunca había más de un oficiante, y por lo tanto no necesitaba más de un altar. Por eso su ábside es único, y además ofrece la curiosidad de ser de planta cuadrada, decorado en su muro exterior por un ventanal estrecho escoltado de columnas, capiteles y arcos semicirculares, y un óculo circular en lo alto. En esta iglesia de Buenafuente, destacan algunos elementos de interés. Por ejemplo, el hecho de que la fuente que da nombre al monasterio sigue manando, y lo hace en el interior del templo, en un hueco al que da cobijo el muro de poniente. Existen tres grandes retablos, todos ellos de época barroca: el mayor, presidido por la Virgen titular, iluminado por el óculo o ventanal del ábside, y dos laterales, dedicados a San Bernardo y otros santos cistercienses, con un magnífico escudo heráldico de la monarquía castellano-leonesa.
Al exterior, la iglesia tiene un aspecto fortificado. El ingreso se hace por su cara norte, pues la del sur está adosada al monasterio y clausura. La puerta principal actual es moderna, quizás del siglo XVI, y es muy sencilla, con arco semicircular moldurado apoyado en pilastras. La primitiva puerta de ingreso, que quizás lo fueses también de la inicial ermita, se abre en el primer tramo de la nave, a los pies de la misma. Es una soberbia pieza de estilo románico con influencias netas de la región languedociana.
Para visitar el monasterio, el camino más directo se hace por la autovía de Aragón, desviándose a la altura de Alcolea del Pinar, en dirección a Luzaga y Riba de Saelices, cogiendo la carretera local de Alcolea a Villar de Cobeta. Cuidado y no despistarse, pues la salida de la autovía está mal indicada. 24 kms. después, sin dejar esa carretera, y tras atravesar densos pinares, cañones rocosos, el lindo valle del río Salado, y los sabinares de Huertahernando, se llega a este ilustre y antiquísimo monasterio cisterciense, vivo hoy, y ocupado por una activa comunidad de monjas bernardas. Restaurado con cuidado y buen gusto, puede visitarse a diario su entorno y la iglesia románica, pidiendo la llasves o alguien que acompañe en la Casa de Ejercicios, que está en el mismo edificio del monasterio. Además, se puede quedar el viajero a comer, ó a pasar algún día de descanso y retiro del mundo. Para éllo, es imprescindible llamar antes y exponer su deseo en el teléfono 949 835 032. O contactar por e-mail con el que allí leen, que es cisterbuenafuente@planalfa.es. Tienen también página web: www.ciudadredonda.org.