Entrevistas

27 agosto 2007

EMILIO PINTO, PRESIDENTE FUNDACIÓN O'BELÉN

“Si tienes alguien que te quiera y alguien que te contrate, tienes el 85% de la vida resuelta”

“Necesitamos más familias de acogida de menores en Guadalajara” “He visto padres con navajazos desde la muñeca hasta el hombro de un cuchillazo de su hijo” “Este año hemos entregado un millón de juguetes en El Salvador y el año que viene lo haremos en Nicaragua y Panamá”
Acude contento a la entrevista. La cita es el hotel Tryp de la capital a primera hora de la mañana. Está recién aterrizado de Guatemala y El Salvador. Allí ha visitado centros de niños con sida o abandonados en la calle y ha sido recibido por sus más altas autoridades, a quienes la Fundación que presidente ha entregado un millón de juguetes. El año que viene lo harán en Nicaragua y Panamá. “Hemos demostrado que la Fundación es seria, cuando nos comprometemos a algo, lo cumplimos”, afirma. Emilio Pinto (Sigüenza, 1965) es el máximo responsable de la Fundación Internacional O’Belén, que nació en Guadalajara pero que opera en varias comunidades autónomas. Se trata de una ONG fuertemente subvencionada por las autonomías que realiza labores integrales de atención a los menores con problemas. Actualmente atiende a casi 5.000 chavales. Pinto estudió Magisterio en la Escuela Cardenal Cisneros de los Maristas de Alcalá. Se formó con los mejores terapeutas del mundo. Ha escrito media docena de libros, ofrece conferencias por todo el mundo y “me equivoco dos mil veces al día, aproximadamente”, afirma con modestia. Hace cinco años perdió las elecciones municipales como candidato del Partido Popular a la alcaldía de Sigüenza. “Me alegro de haber perdido”, confiesa un lustro después, “en este tiempo la Fundación ha duplicado el personal y los esfuerzos, ¿qué tiempo hubiera podido dedicar a este trabajo si hubiera ganado?”. Sigüenza se ha convertido en el lugar donde “escribo, donde estoy tranquilo y donde recibo a los amigos”. Y concluye con una cita bíblica: “Dios escribe recto con los renglones torcidos, pero no me arrepiento de haberme presentado porque creo en los sueños”.
Nueva Alcarria, 20.08.07
Raúl Conde

¿Cómo ha sido la experiencia en Guatemala y El Salvador?
Muy enriquecedora. Hemos visitado centros de niños con sida o que están abandonados en la calle. Yo siempre digo que allí hay tres tipos de niños: los de la ciudad, que mal que bien se defienden, los indígenas y los que pertenecen a grupos porque no hay formas de salir. Las maras es un problema que nosotros estamos exportando aquí. A los de la droga les interesa tener jóvenes ahí porque les protege la droga, estos países que están emergiendo de alguna manera tienen graves problemas.

¿Qué es una mara?
Es un grupo de jóvenes que hacen de la pandilla su familia. Hay una serie de ritos, como sufrir malos tratos, si es una chica dejarse abusar… A partir que entrar en la mara, todo gira alrededor de esa pandilla. La mara extorsiona a las tiendas para que le den dinero, tiene su propia economía. Son los “latin king” pero más radicalizados todavía. Son capaces de matar o lo que sea.

¿Cuál es la historia de Belén, la niña que da nombre a la Fundación?
Éramos muy jóvenes y trabajábamos en un barrio de Entrevías dando clases de alfabetización a un grupo de señoras. Un día estábamos dando clases y oímos a una niña que gritaba. Nos asomamos por la ventana y su padre había metido la cabeza de esta niña, que se llamaba Belén, en la puerta del colegio y le estaba dando golpes en la cabeza. Bajamos a ver qué pasaba. Con buena voluntad intentamos ayudar a Belén. Porque Belén pasaba droga, abusaban de ella y demás. Un día se la llevaba uno, otro día le comprábamos ropa, etc. Todos los años en Navidad nos juntábamos con el cura de allí. Al año siguiente le preguntamos por Belén y nos dijo que había contraído el sida y que estaba moribunda. Nosotros nos hicimos la gran pregunta: quisimos y no pudimos o pudimos y no quisimos. Poder podíamos haber hecho algo, pero no quisimos. Entonces decidimos que la Fundación llevara el nombre de Belén para llegar a todos los niños que no han llegado y la “o” significa los niños de todo el mundo: o Belén, o Pablo, o Luis, o Juan… Ahora mismo en la Fundación hay unos 5.000 chicos bajo nuestro paraguas.

¿Cuáles son los objetivos básicos de la organización?
La Fundación tiene una misión: ayudar a los chicos a ser hombres y mujeres libres y hacedores de una sociedad más justa y solidaria. Se trata de ayudarles a ellos y a sus familias. Para ello utilizamos en España cuatro fórmulas distintas: la primera el tema de protección, a través de familias acogedoras. Hace dos semanas, la comunidad de Canarias nos ha entregado todos los niños de acogida para que los llevemos nosotros. El lugar adecuado para que un niño esté no es, ni mucho menos, un centro, sino una familia acogedora. Esto lo gestionamos en Canarias y Castilla-La Mancha entero, Valencia en parte y Murcia. Tenemos un montón de familias voluntarias que se hacen acogedoras, que buscamos nosotros y les ayudamos cada día, tienen un teléfono 24 horas. Para aquellos que no puedan estar en familia, porque son grupos de hermanos o son muy mayores o están en diagnóstico, están los centros de protección. Luego la red de terapéuticos, cuando los chicos tienen graves trastornos del comportamiento. En España hay 700.000, aproximadamente. Esto se produce porque, o bien el juez ha retirado la tutela a los padres, nos lo entrega a nosotros. Son los centros más duros y difíciles. Tenemos centros en Galicia, Madrid, Canarias… Hay un índice de rehabilitación que indica que el 85% de estos menores se rehabilita. Luego la red de inserción, consultoría, con dos vertientes: pisos de autonomía, todos los chavales pueden salir adelante si tienen dos cosas: alguien que le quiera y alguien que le contrate. También atendemos a familias que tienen problemas con su hijo, aunque no sean graves del todo. Les recibimos y le damos pautas de comportamiento. Este año habrán pasado 700 familias que sus hijos les mienten, les gritan, no cumplen las normas de casa, pero que no está para ser ingresado. La red de consultoría está creciendo en toda España. En octubre sacamos un libro que se llamará “La educación de los hijos como los pimientos de Padrón”, unos pican y otros no. Hay padres que el sabor de picante lo toleran más que otros. A unos padres les molesta que su hija mienta pero no les molesta que venga a las cuatro de la mañana. La última red es la de medidas judiciales. Cuando los chicos cometen un delito, lo primero que intentamos es mediar entre la víctima y el agresor para que no tenga que entrar el hecho judicialmente. Creemos en el derecho de cada chico a reinventar su vida.

¿Toda esta actividad se coordina desde Azuqueca?
Lo que es la sede, la gestión de todo, se coordina desde Guadalajara, pero en la comunidades hay centros y en algunas hay delegaciones.

¿Con cuantos trabajadores cuenta la Fundación?
Somos más de 400. A todo esto se genera unas empresas propias de la Fundación para que los chavales puedan tener trabajo porque a veces nos encontramos con que nadie nos los quería contratar por su historia. Hacen jardinería, carpintería. A veces, nos los contrata su ayuntamiento.

¿Qué tipo de acción social desarrollan cuando reciben a un menor con problemas?
Bueno, ahí hay que entrar en economía. La Fundación principalmente se nutre con dineros de las administraciones. El 93,73% de los ingresos proceden de la Administración, sobre todo autonomías y el Ministerio de Asuntos Sociales. Hay patronos que también dan dinero y empresas solidarias. Estamos intentando que las empresas tengan esa acción social hacia la Fundación porque ahora estamos en un momento difícil en las ONGs debido a todo lo que ha ocurrido con Inservida, Anesvad, etc. No sólo hay que parecer honrado, sino que hay que serlo. Nosotros pasamos las auditorías. La gente puede desconfiar pero por encima de todo creo que debemos ser solidarios. El dólar enriquece a quien lo da y quien lo recibe. Si tienes cinco hermanos, le prestas a uno dinero y no te lo devuelve, no quiere decir que el otro día, pobrecito que te va a pedir dinero, no lo entregue. La gente se está volviendo más desconfiada. Los niños son de las administraciones y éstas tienen la obligación de cuidarlos, es un deber público, como es el Hospital. Es un problema de la sociedad, más que de las administraciones, añadiendo que España es uno de los países más generosos cuando han ocurrido catástrofes. España es muy solidaria, quizá por nuestra cultura e historia. Cuesta más tener entidades. No sólo deben ser solidarias las personas, sino sobre todo las empresas porque ganan de la sociedad y de alguna manera debería volver a la sociedad. Algunos piensan que todo es deber de la Administración. Yo creo que no, la el deber es de todos.

¿En Guadalajara la colaboración de las empresas es óptima?
Siempre es mejorable. Es cierto que las empresas, cuando las llaman a la puerta, te reciben, pero eso va en conciencia de cada una. Hay unas empresas que están dando más de lo que podrían y otras que no se sienten vinculadas ni a la tierra ni al proyecto. Aparte que hay que ser muy fríos en esto. Hay otras entidades. O’Belén no es la única ni la primera y también tiene defectos.

¿Cuáles son los valores éticos de la Fundación?
Sí, hay un código ético. No existe sólo el valor sino que todos los trabajadores nos obligamos a cumplir un código. La Fundación la fundan Manuel Pizarro, presidente de Endesa; Manuel Ureña, arzobispo de Zaragoza; José Morales, de Ibercaja, Ángel Rodríguez. Poco a poco se incorporan patronos. Ahora está Peugeot, una de las pocas empresas que ha puesto su nombre, Ibercaja y la Diputación Provincial de Guadalajara, que fue una invitación y creo que nos debemos a la tierra de donde somos. Nunca hay que olvidar los orígenes, aunque estemos muy lejos y tengamos proyectos de mucho más alto calado en otras comunidades autónomas. Estamos aquí, somos de aquí y queremos seguir aquí. Luego están Alvargómez y el grupo Lávaro. El código ético habla de todas esas cosas, respetamos la religión de cada menor, estamos obligados a no utilizar la imagen y la voz de los menores para fines lucrativos, en fin, una serie de cosas que nos ayudan a entender lo que hacemos.

¿Estos valores están condicionados desde algún punto de vista político o religioso?
No, ninguna. Esa es una acusación que a veces se nos ha hecho. Todos sabemos que a medida que las entidades van siendo más conocidas, siempre tiene alguien algo que decir sobre ellas. En algunos momentos, la gente ha pensado si nosotros pudiéramos ser de derechas o podíamos ser ultrareligiosos. En primer lugar, la Fundación es apolítica y en segundo lugar, es laica. No es una asociación registrada como entidad religiosa. Somos una fundación internacional en el registro del Ministerio de Asuntos Sociales y ahí es donde entregamos nuestras cuentas. Y los trabajadores, eso sí, cada uno podrá ser del partido que sea y de la religión que profese. Lo que no vamos a hacer es obligar a nadie de la institución a ser de algo o de alguien, igual que a nuestros chicos. Tenemos chicos musulmanes y tenemos chicos católicos.

¿Qué función desarrollan los centros terapéuticos?
Es la parte más complicada. El menor puede ser ingresado en un centro terapéutico por una orden judicial, es decir, al haber cometido en un delito el juez considere que es prioritario cuidar a ese menor, curarle en la pena que puede cumplir. O puede venir porque la Administración, en otros recursos que tiene, no ha podido curarle. Cuando entra en un centro terapéutico hay que considerar que entra un chico con trastorno del comportamiento, no es un chico normal, sino que viene siendo agresivo, violento y con ganas de hacer daño, un poco ladrón, incluso consumista. Ahí se prepara el método propio de O’Belén, nuestro saber hacer, en la que trabajamos cinco partes fundamentales: la primera es que él considere que lo que le pasa es una enfermedad y por lo tanto, no tiene que considerar que es malo, sino que tiene que cambiar porque tiene un trastorno. El segundo es inculcarle la esperanza. En todos los sitios le han dicho que es una mierda y no vale para nada. Aquí te digo que, si crees en ti, tú puedes ser lo que quieras. La tercera es que perdone al mundo y se perdone a sí mismo. El cuarto es que lo exprese, tenemos que conseguir saber realmente lo que le ha marcado para cambiar esa personalidad. No sabemos cuanto de genético y cuanto de ambiente social hay, pensamos que si el chico es suficientemente inteligente, él puede a llegar a cambiar su propio carácter. Nos olvidamos de la genética. La quinta parte es hacerle saber que hay una serie de normas y obligarle a cumplirlas. Todo esto se aplica con distintos especialistas. También tratamos que el menor vaya al colegio a estudiar. Normalmente, ellos se sienten mal porque han sido muy rechazados por la sociedad. Este cambio, de no ver al otro como enemigo, cuesta tiempo.

¿El menor como llega al centro terapéutico?
Por orden judicial o por la Administración. Nosotros tenemos sólo la guarda. La tutela la tiene cada administración autonómica. Muchas veces son madres que no pueden más con sus hijos y los tienen que llevar a la Administración para que se hagan cargo. Otras veces están en otro tipo de centros, el chico ya no puede más, ha prendido fuego tres veces al centro y entonces lo mandan aquí.

¿En Guadalajara cuantos menores están ingresados?
En el mundo rural hay menos trastornos que en el mundo urbano. Por una razón: si un niño vive en un pueblo y sale por las noches, quien está educando no sólo es el padre, sino como los amigos del padre están en la calle, y la vecina conoce al niño, y otro conoce al niño, enseguida saben si fuma, bebe o lo que sea. Incluso los demás le regañan. En las capitales todos somos anónimos. Yo puedo ir con una “litrona” por la calle en Madrid y como no me conoce nadie no pasa absolutamente nada. En Guadalajara están creciendo y mucho los trastornos del comportamiento. Mucho. Más de lo que nosotros podemos pensar. Cada vez son más los padres que están acudiendo a consultoría. Lo que pasa es que este trastorno es avergonzante y frustrante para los padres. Si soy padre de un niño que me insulta, yo me avergüenzo, y segundo me oculto. ¿Por qué? Porque no consigo hacer frente a la labor más importante que tenía, que es ser padre. El entorno normalmente no lo sabe. Ni la propia familia no puede llegar a saber lo mal que trata ese niño al padre. Me recuerda a las primeras épocas de la droga. Todo el mundo ocultaba quién tenía drogas en casa. La media española está entre un 8% y un 10%, según los últimos datos en colegios, en Guadalajara estaría en 15% y un 17%, aproximadamente. Sobre todo en el Corredor del Henares. Hay muchas cosas que influyen en todo esto. Por ejemplo, la casa. Antes todos sabíamos que teníamos un hogar, que era el de nuestros padres. Nacimos y nos criamos en el mismo sitio. Ahora la casa ha dejado de ser un hogar para convertirse en una inversión. Hoy compro aquí, mañana la cambio, pero con eso el niño tiene que cambiar de amigos y de colegios. Quienes más sufren los problemas sociales son los menores.

¿Se necesitan más centros de menores en Guadalajara?
Se necesitan más familias acogedoras en Guadalajara. Los centros no es el entorno más favorable para un menor. Lo que es para el tema de protección, se necesitan familias acogedoras. Ningún centro puede repetir lo que es una familia. Un niño entra en casa de cualquiera de las familias que tenemos y puede tener una vida normal. Es la normalidad lo que nos hace normales. Lo que nos hace anormales es la anormalidad. También se necesitan más consultorías para familias. Nosotros estamos dando hora para dentro de seis meses.

¿Los trastornos de conducta se deben considerar un problema sanitario?
Lo es, están diagnosticados en el libro donde se diagnostican todos los problemas psiquiátricos del ser humano en el apartado de trastornos del comportamiento. No es sólo sanitario, es socio-sanitario, es decir, no pertenece sólo al hospital. Hasta ahora estamos entendiendo la sanidad como algo sólo hospitalario, pero también depende mucho de las redes sociales de nuestro entorno, que tenga gente que le ayude. Aquí estamos tendiendo a una sociedad totalmente individualista. En España se consumen 38 millones de pastillas diarias, es decir, si estamos consumiendo tanto es que algo nos pasa, aunque a los farmacéuticos les venga muy bien. Antes era difícil encontrar a alguien que consumiera Orfidal, por ejemplo.

¿Qué tipos de medidas se pueden aplicar a un menor que ha cometido un delito para facilitar su reinserción?
La maldad ha existido siempre. No podemos decir que todas las cosas malas que se hacen en la vida son un trastorno del comportamiento. Sería una falsedad. ¿Cuál es la diferencia entre alguien que es malo y alguien que comete un delito accidentalmente? Sobre todo, está en el después. Uno se arrepiente y el otro no. Hemos tenido ejemplos en España, como el chico de la catana, que tenía agradecimientos de sus fans. Estamos hablando de sicóticos, de patologías muy graves. Ahora, cuando un chico comete un delito, lo primero que hay que hacer es ponerle en la realidad con el delito. Vivimos en una sociedad en la que gana el más fuerte. Hemos pasado a una sociedad en la que gana el más fuerte, cuando tendría que ganar el más cercano. Si un chico por pegar a otro le hacemos el líder, le estamos validando la forma de actuar. Entonces, cuando un chico comete un delito, romper los retrovisores de los coches o el mobiliario urbano, hay que protegerlo pero debe tener su oportuno castigo y tratamiento, las dos cosas. Las nuevas pedagogías de los chicos modernos es: yo lo hago y tú la pagas. El tú es el Ayuntamiento, los padres, el colegio, lo que sea. Y otra filosofía suya es: el premio inmediato y el castigo negociado, es decir, estamos en mayo, me ha dicho mi padre que si apruebo todo me da la moto. En mayo quiero la moto. Castigo negociado, le dicen: mira, como te has portado mal, vas a estar un mes sin tele. Pero el niño te dice: no te preocupes, pasada mañana se le ha pasado a mi padre. Ellos saben que el premio es inmediato y el castigo negociado.

¿Cómo reaccionan los padres que son acosados por sus hijos?
Tengo incluso navajazos de los chicos, pero fue en otras épocas. Los padres, a veces, cuando vienen a verte, te dicen: preferiría que mi hijo estuviera muerto o tuviera cáncer antes que soportar esto. Porque es difícil entender lo que le pasa a tu hijo: que eso que tú más quieres te esté insultando desde por la mañana, diciéndote hijo puta, cabrón, que encima te roba y que no tengas a nadie que te pueda entender. Hay gente que dice: dale dos leches, como si dando dos tortas se pudiera arreglar el problema. Es un tema que está oculto. Los padres muchas veces no saben qué recurrir, nos llegan padres que nos han conocido por un medio de comunicación o a través de la página web o bien algún psiquiatra amigo les ha dicho que existimos. He visto padres con navajazos desde la muñeca hasta el hombro de un cuchillazo de su hijo, padres que duermen con las puertas de su habitación blindadas, padres que viven con un dictador y se hace lo que su hijo dice, y si no se hace, le cruzan la cara al padre. Y estamos hablando de chavales que han vivido en familias normales, es decir, que esto no afecta sólo a la clase baja, sino al revés.

¿Qué hace O’Belén para favorecer la inserción laboral?
La ley de este país dice que, a los 18 años, los niños no pueden permanecer bajo el paraguas de la Administración, cosa que me parece absurdo porque a mí mis padres no me echaron a los 18 años de casa. Nosotros decidimos montar pisos de autonomía, es decir, que tres o cuatro chicos se fueran a vivir a un piso con un educador. No nos paga nadie nada. Tenemos el piso y lo montamos. Le enseñamos a hacer currículum y hacen formación. El problema es el acompañamiento, es decir, necesitan la constancia de un adulto amorosamente firme que constantemente te esté diciendo: no lo dejes, sigue adelante con tus objetivos. El problema luego no es el primer trabajo, sino que el chico sea capaz de mantener ese puesto de trabajo. Vivimos en una época de la inmediatez, si nos metemos en internet y tarda tres segundos en descargar una página web, nos vamos a otra. Esto salpica como un virus que nos afecta a todos. Cuando ya no nos lo quieren en ningún sitio, van a las propias empresas de la Fundación. Pero si tienes alguien que te quiera y alguien que te contrate, tienes el 85% de la vida resuelta.

¿Se corre el riesgo de adoptar un tono dramático en la defensa de estos menores?
Podemos caer en un defecto tremendo: creernos salvadores de algo, cuando no somos salvadores de nada. El único que se puede salvar es él mismo, si quiere salvarse. En un momento determinado pasamos adultos al lado de la familia para ayudar. Es cierto que a veces en nombre de los niños se han hecho verdaderas burradas en el mundo. No hay que dramatizar, sino conocer cuál es el problema y ayudar a los padres mientras se pueda. El lugar más maravilloso para un niño son sus padres. Donde hay que dedicar esfuerzos en todo el sistema de la infancia es en la familia. Si yo he conseguido tener educadores que pueden hacerlo, ¿por qué no vamos a tener familias que lo sepan hacer? Si hemos conseguido tener familias educadoras que lo saben hacer, ¿por qué no le vamos a dar un principio de validez a su propia familia? El tema está en que se adelanten al problema, que sean capaces de consultar antes de que el problema se agrave.