Cela vuelve por sus fueros
La figura de Cela, carismático, vocero, provocador, nunca dejó indiferente a nadie en vida. Ahora, después de muerto, tampoco. Así quedó patente en el acto de presentación de este libro de Marquina. El autor se hizo acompañar de Arturo del Villar, escritor, y de Ramón Hernández, novelista alcarreño afincado en Madrid. El primero, después de hablar de lo bonita que era la poesía y de recitar algunos sonetos, cambió el tercio y, al comentar el libro objeto de la presentación, dedicó una completa diatriba en contra de Camilo José Cela, tanto como persona como escritor. Villar acusó al escritor gallego de “fascista, colaboracionista con el régimen, censor, delator, machista, propagandista, vendido, plagiador, pésimo literato, lamentable poeta, pesetero y de cobrar tres millones de un dictador venezolano por escribir su novela ‘La catira”. Todo esto lo soltó este señor de carrerilla, sin apenas aliento, hilando su discurso con una prosa a medio camino del barroquismo y de Salsa Rosa. El respetable, sobre todo el público venido de Guadalajara, se enfadó. Y puso pies en polvorosa. Jesús Campoamor, Teodoro Pérez Berrinches y Manuel Criado de Val abandonaron la sala con gritos airados y reprochando sus palabras a Del Villar. Marquina cortó al presentador, le apremió a que acabara por falta de tiempo y Del Villar le contestó que ya había acabado. La cosa no terminó ahí. Al final de la presentación, a preguntas de una asistente, volvió a rebrotar la polémica y, ante la insistencia de las críticas a Cela, otro grupo de amigos alcarreños del Nóbel se levantó de sus asientos, entre ellos, Javier Borobia, concejal del PP en el Ayuntamiento de Guadalajara, el poeta José Antonio Suárez de Puga y José Ramón Pérez Acevedo, presidente de la Casa de Guadalajara en Madrid. Otros asistentes, llegados desde La Alcarria, optaron por quedarse hasta el final, por ejemplo, Juan Garrido, presidente del Club Siglo Futuro; Eladia Abánades, delegada de Sanidad; y Pablo Llorente.
La anécdota, reveladora, dejó claro que Cela sigue provocando sarpullidos incluso desde la tumba. Parece que no existe el término medio a la hora de analizar su biografía y sólo Ramón Hernández, que eludió hablar sobre su poliédrica personalidad, trazó un perfil bastante moderado del autor de “Mazurca para dos muertos”. “Yo voy a hablar del libro de Francisco García Marquina, que es de lo que se trata hoy aquí”, dijo. Luego advirtió que la libertad de expresión ampara tanto a los defensores de Cela como a sus acérrimos detractores. Lo que más llamó la atención a muchos de los alcarreños presentes en el acto, según comentaron luego a este diario, fue que Marquina, cuando Arturo del Villar concluyó in extremis su ataque verbal a Cela, dijo: “estoy de acuerdo con todo lo que has dicho, pero…”. Del Villar decidió exacerbar los defectos celianos en lugar de ponderar tanto sus virtudes como sus acciones más oscuras. Marquina, muy acertado, respondió después: “No se puede decir que Camilo José Cela fuera un ogro o una persona educada, era todo al mismo tiempo, no se puede excluir una parte de otra de su personalidad”.
Fenómeno literario
El caso es que la presentación del libro de Francisco García Marquina, poeta, biólogo, novelista y amigo personal de Cela durante muchos años, quedó un tanto macilenta después de este trance. Arturo del Villar, antes de sus exabruptos, presentó al autor como un recuerdo un poco desacertado de la Guadalajara de condes y caciques, como si la Guadalajara de Romanones tuviera hoy algún parangón con la actual. En todo caso, a pesar de la condición de amigo de Marquina con Cela, y ante el peligro de trazar una figura favorecedora, Del Villar aclaró que el autor “ha querido ser objetivo”.
Por su parte, Ramón Hernández dejó claro que “tengo un elevado concepto de Marquina como escritor. Su novela ‘Cosas del Señor’ es superior a ‘Cien años de soledad’ de García Márquez, y sé de lo que hablo. Es un texto honesto, trabajado, profundo. En toda España no hay nadie con unos conocimientos tan profundos para hablar de ese fenómeno literario que fue Cela”. En un plano estrictamente cultural, Hernández recordó la importancia de la publicación de “La familia de Pascual Duarte” en la renovación de la narrativa de posguerra, que hasta la fecha era anodina, de plomo. “Yo entonces vivía en Guadalajara exiliado porque era desafecto al régimen. Considero este texto fuerte, pero no tremendista. Cela era un novelista diferente. No es el autor que tengo por estilo, pero sé por mi profesión cuando un libro tiene mérito”. En referencia a la polémica creada en torno a su figura, Hernández matizó que él partía de “premisas literarias, yo hablo del Cela escritor y este libro de Paco Marquina es un libro de enorme mérito, se ajusta a los cánones de una buena biografía y no es personalista por su autor”.
Datos para interpretar
Tras capear el temporal, Francisco García Marquina quiso apaciguar los ánimos analizando la figura de Cela sin alharacas ni improperios: “yo he traído aquí una extraña mezcla, entre dos enemigos de Cela y a mí me quedaba la posición de defenderlo, pero lo cierto es que en mi biografía aporto datos para la interpretación. Habría que situar todas estas cosas en su contexto”, aseguró en referencia a las acusaciones vertidas por su compañero de presentación. Estas cosas, según Marquina, recuerdan a la división categórica que el propio Cela hizo de los que le rodeaban: “para él, el mundo se dividía en amigos y en hijos de puta. Camilo, como acabamos de comprobar en esta sala, suscita controversias. Todo lo malo tiene un correlato de luminosidad también”. Marquina recordó un episodio positivo: “cuando José Bergamín publicó un artículo defendiendo la República, Juan Ignacio Luca de Tena lo puso a parir en el ABC. Cela le hizo saber a Bergamín que, al margen de estar de acuerdo o no con su opinión, la respetaba y le brindaba su casa seguía abierta para él”.
En opinión de Marquina, “Cela era un conjunto de luces y sombras. Para unas personas, era un grosero y engreído. Para otros, era un hombre educado. Yo creo que era las dos cosas simultáneamente. En la biografía me he limitado a aportar datos, los hechos, y cada uno que saque sus conclusiones”. Marquina, que declaró que “la poderosa personalidad de Cela influía tanto que hace imposible la objetividad”, admitió que tuvo que publicar su biografía en una editorial universitaria de EE.UU. después de ser rechazada por las editoriales con las que habitualmente trabaja. “Me dijeron que Cela no era rentable hasta 2016, cuando se cumplan quince años desde su muerte. “Parece que los hispanistas tienen más interés en la Historia de nuestro país que los propios españoles”, remachó Marquina.
Camilo José Cela fue definido por su biógrafo como “un ser múltiple, un ser majestuoso en procesión” y distinguió tres facetas, como hombre, actor y escritor. “Camilo no tenía defectos, tenía excesos. Llegó a ser muy perfeccionista. Era un farsante. Un día Millán Astray le felicitó por su obra y le dijo: ¡caballero legionario! Y luego Cela puso en su currículo que había sido caballero legionario”. Según Marquina, Cela tenía la misma vulnerabilidad de Quevedo, “un hombre provocador pero frágil”. Por último, “y esto es lo más importante –sentenció Marquina- Camilo era escritor, y además atractivo, de gran impacto y moral”.