Manu Leguineche, VI premio de periodismo de la FAPE
El jurado del VI premio FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España), reunido ayer en A Coruña e integrado por periodistas representantes de 35 asociaciones de todo el Estado, concedió por amplia mayoría el premio 2007 al periodista Manu Leguineche. Nacido en Arrazúa (Vizcaya) y afincado en Brihuega y La Alcarria desde hace dos décadas, el veterano reportero recoge así el testigo de los galardonados en las cinco ediciones anteriores: José Antonio Zarzalejos, Iñaki Gabilondo, Antonio Mingote, Jesús de la Serna y Pedro J. Ramírez.
Según una nota hecha pública ayer por la FAPE, los miembros del jurado han reconocido “la honestidad e independencia de Leguineche, así como el intachable ejercicio libre de la profesión, la libertad y la dignidad personal que siempre ha caracterizado su trabajo periodístico y literario”. En declaraciones a Nueva Alcarria, Leguineche confesó estar “entusiasmado” con la concesión de este premio, uno de los más prestigiosos de la profesión en España y también de los mejor dotados económicamente, con 30.000 euros. “Agradezco a los colegas su demostración de cariño y, sobre todo, a las asociaciones de prensa que propusieron mi candidatura, especialmente la de Guadalajara”, agregó el autor de La felicidad de la tierra. El premio se entregará a primeros del próximo mes de mayo.
La candidatura de Manu Leguineche al premio FAPE de 2007 fue presentada por las asociaciones de la Prensa de Guadalajara, Valencia y el País Vasco, siendo ésta última la encargada de defenderla antes de las deliberaciones. Además de Leguineche, otras tres periodistas optaban al premio: Rosa María Calaf, veterana corresponsal de Televisión Española en Asia-Pacífico; Nativel Preciado, periodista de larga trayectoria en prensa, radio y televisión; y Soledad Gallego-Díaz, adjunta a la dirección del diario El País.
El presidente de la Asociación de la Prensa de Guadalajara y secretario de la Junta Directiva de la FAPE, Carlos Sanz Establés, explicó a este diario el procedimiento para dirimir las votaciones del premio: “este año han participado 35 asociaciones, en la primera votación, de los cuatro nominados se eligen dos y Manu ya se ha destacado en las votaciones y, luego, en la segunda votación, entre los dos finalistas, Manu ha obtenido el 85% de los votos, o sea, que ha barrido”. El premio de la Federación de Asociaciones de la Prensa distingue “la aportación relevante a la profesión periodística y la contribución a la defensa del ejercicio libre de la misma, de la dignidad profesional y de la libertad de expresión del periodista galardonado”. La Asociación de la Prensa de Guadalajara remitió ayer a mediodía un comunicado a todos los medios de comunicación de la provincia informando de la concesión de este premio a Manu Leguineche.
Multipremiado
El galardón de los colegas de la prensa es el colofón a una trayectoria cuajada de éxitos profesionales , en la que abundan los más importantes premios. En realidad, Leguineche ha recibido los más importantes premios a los que un periodista español puede aspirar: el Nacional de Periodismo, el Pluma de Oro, el Cirilo Rodríguez, el Godó, el Julio Camba, el Ortega y Gasset y ahora el de la FAPE.
En Guadalajara, donde le consideran un paisano más, tampoco se han olvidado de su talla, tanto en el aspecto profesional como humano. El Club Siglo Futuro le concedió su premio de honor en el año 1999 y el 31 de enero de 2004 fue pesado en una romana de las de antaño, en la plaza Mayor de Peñalver, para recibir “Su Peso en Miel”. La Asociación de la Prensa de Guadalajara también le ha distinguido y muchas otras entidades e instituciones han reclamado su presencia para diferentes actos a los que Leguineche, con su proverbial timidez, no ha podido acudir. Manu es un periodista querido, respetado y admirado por toda la profesión en Guadalajara, tierra en la que se siente plenamente integrado.
Maestro de periodistas
Los premios son el reflejo de su proyección extraordinaria entre los periodistas. Con el paso de los años, Leguineche se ha convertido en el ‘padre’ de varias generaciones de periodistas en nuestro país. Y, desde luego, en el maestro a seguir entre la “tribu” –término acuñado por él mismo para titular uno de sus libros- de enviados especiales. Tenía 20 años cuando llegó por primera vez a Asia y le tocó cubrir una guerra que, en su opinión, marcó un punto de inflexión tanto en política como en periodismo: Vietnam. El país asiático fue el escenario de toda una generación de jóvenes reporteros que, como evoca el propio Leguineche, “nos hemos hecho viejos en las carreteras de este continente”. El reportero Michael Herr dijo: “No tuvimos infancias felices, ¡pero tuvimos Vietnam!”. Eran tiempos de la “tribu” de las tres D que bautizó el periodista vasco: “divorciados, dipsómanos y depresivos”. Y eran tiempos en los que los corresponsales de guerra no hacían espectáculo, sino información. Marta Gelhorn, la segunda esposa de Hemingway, escribió que la última guerra para los enviados especiales había sido Vietnam. “No sé si es verdad –reflexiona- pero en la guerra de Irak todo es muy sucio”. En la actualidad, Leguineche ha abandonado su actividad parcialmente por estar convaleciente de una operación. Hace muy pocos días ha escrito el prólogo del libro Guadalajara 1937. Testimonios de una batalla. “Yo soy del bando de los desolados”, le dijo a Juan Cruz en una reciente entrevista en El País.