La radio en Guadalajara
La emisora de la cadena SER en Guadalajara cumple este año su 25 aniversario. Lo primero es felicitar a los compañeros porque alcanzar una fecha tan redonda no está al alcance de todos los medios de comunicación. La SER ha demostrado en Guadalajara que está hecha por periodistas pegados a la tierra, lo cual creo que garantiza el éxito de cualquier empresa periodística a poco que sus trabajadores se apliquen en su trabajo. Lo malo es cuando convierten a un medio en meras sucursales gestionadas por personas que ni saben donde está el Alamín, ni cual es el pico Ocejón ni dónde localizar la laguna de Taravilla. La SER, con toda la fuerza que da pertenecer a una cadena emblemática, ha demostrado durante todos estos años que se puede hacer buena radio, que enganche, sin salirse de la información local. El éxito tiene mucho mérito en unos tiempos donde predomina lo global, lo digital y todo lo que tenga que ver con la lejanía. Sólo le pongo un pero: la SER debería ofrecer la posibilidad de escuchar las emisoras provinciales a través de su página web, como creo que antes hacía Onda Cero. Es una petición un poco egoísta, lo reconozco, pero facilitaría bastante el contacto con sus programas a todos aquellos que no podemos sintonizar su frecuencia en el receptor.
Creo que la radio en Guadalajara goza de buena salud porque está hecha por excelentes profesionales, desde Luis Vázquez –antes de su marcha a Madrid- hasta Félix García Pérez pasando por Juan Solo y otros muchos compañeros. Se produce la feliz circunstancia de que todas las cadenas nacionales de carácter generalista, desde Radio Nacional de España hasta la más reciente, Punto Radio; e incluso alguna especializada de radio fórmula, tienen emisoras en la provincia con sus respectivos diales. Esto garantiza el pluralismo, también en las noticias locales, y una oferta variada acorde con los cambios de la propia sociedad alcarreña.
Cuando apareció la televisión, muchos pensaban que el final de la radio estaba cantado. No ha sido así ni en España ni en el mundo. En nuestro país, la audiencia de radio ha ido creciendo a medida que el medio adquirió mayor capacidad de influencia entre los receptores. La radio se consagró la noche del 23-F, pero después se ha consolidado con géneros que hoy vuelven a estar de moda, como las tertulias, tan denostadas, pero a las que todos se agarran. Cuando Antena 3 de Radio alcanzó su momento álgido, a finales de la década de los ochenta y principios de los noventa, no llegaba a los dos millones de oyentes. Hoy la cadena SER, que según los estudios de medición es líder de audiencia, sobrepasa los cuatro millones de oyentes en todo el territorio nacional. Así que la radio ha ido a más, y la prueba está muy cerca: que en una provincia con escaso caudal informativo como Guadalajara sobrevivan todas las emisoras es un triunfo del propio medio de comunicación, más allá de los programas o conductores de cada casa. Yo no podría vivir sin la radio: me levanto con ella, trabajo con ella, cocino con ella, me echo la siesta con ella y me acuesto también con ella. No quiero ni imaginarme un domingo por la tarde sin el carrusel. Y cuando ocurre un acontecimiento grave, llámese Torres Gemelas o 11-M, pienso que lo primero que hacemos los españoles es enchufar el transistor. Sea cual sea la cadena elegida, la radio transmite seriedad, rigor y una cierta sensación de familiaridad y credibilidad cuando te acostumbras a escuchar siempre las mismas voces. Un vez le preguntaron a Iñaki Gabilondo cuál es la radio del futuro con la que sueña. Fue en una entrevista en El País Semanal publicada el 12 de junio de 2005. El maestro contestó: “Aquella en la que la profesionalidad esté siempre fuera de toda sospecha, cuando la afinidad ideológica no pone en duda los hechos que debes relatar, en la que los tonos y los semitonos están al servicio del ciudadano, donde se encuentren los afines y los no afines, donde la primera estrella sea la propia radio, sin personalismos”.