El poder de las Mendoza, en inglés
La Universidad de Illinois ha publicado el libro titulado Power and gender in Renaissance Spain (Poder y sexo en la España renacentista), subtitulado Ocho mujeres de la familia Mendoza 1450-1650, que recoge siete ensayos biográficos de mujeres singulares, pertenecientes a la relevante familia española de los Mendoza, que tuvo su asentamiento en Guadalajara y Toledo.
Cada uno de los textos está escrito por diferentes investigadores, entre ellos Carmen Vaquero Serrano, catedrática de Literatura del Instituto Alfonso X el Sabio de Toledo, que estudia a María de Mendoza y de la Cerda. Otro ensayo se centra en Juana Pimentel, esposa de Álvaro de Luna. Stephanie Fink de Backer estudia el compromiso y los primeros años de matrimonio de María Pacheco, principalmente a través de la correspondencia de su padre, Iñigo López de Mendoza el «Gran Tendilla». Luisa de Carvajal y Mendoza (1566-1614) es biografiada por Ann J. Cruz, editora de la colección en que se publica el libro. Luisa tuvo una juventud con privaciones, rayana en el masoquismo. Poeta y mística, aunque era muy religiosa prefirió llevar una vida independiente, rechazando el convento y el matrimonio, y acabando sus días como misionera católica a Inglaterra.
Menos conocidas son Juana de Mendoza (muerta en 1493), la esposa de Gómez Manrique, y Magdalena de Bobadilla (1545-1580) bisnieta del «Gran Tendilla», coleccionista de diamantes y que, en cierto modo, procuró elegir a sus dos maridos. Finalmente, la profesora española María del Pilar Manero Sorolla, estudiosa del petrarquismo y de la obra de Santa Teresa, investiga sobre dos mujeres relacionadas muy de pasada con los Mendoza: Luisa de la Cerda (muerta en 1596) y María de San José (Salazar), (1548-1603).
Cautivó al emperador
El texto de la investigadora toledana, Carmen Vaquero, es uno de los más destacados. Se centra en la figura de María de Mendoza y de la Cerda, hija del conde de Mélito y nieta del célebre cardenal Mendoza, aquel de quien Isabel la Católica decía «los pecadillos de mi cardenal», cuando veía a sus hijos siendo niños. «María de Mendoza era una joven bellísima que cautivó al emperador Carlos V, quien la escogió como dama de honor para su hermana mayor, Leonor de Austria, que se disponía a partir hacia la Corte de Francia, para que se conociera la belleza española en la Corte del país vecino», cuenta Carmen Vaquero.
Las crueles guerras de religión hicieron que María de Mendoza regresara a caballo a España y se refugiase en Toledo, donde se relacionó con grandes eruditos. Ella era una mujer ilustrada que sabía griego, latín, francés, retórica, gramática, teología… Era tan hermosa que los poetas del la segunda mitad del XVI se enamoraron de ella. Nunca se casó. En Pastrana fue maestra de la princesa de Éboli, su sobrina. María de Mendoza cuidó durante toda su vida de Isabel de Mendoza, hermana ilegítima de la Éboli, fruto de la relación extraconyugal del conde de Melito con su prima Luisa de la Cerda, la dama que se empeñó en que santa Teresa fundara un convento en Toledo. «María de Mendoza fundó a su vez otro convento de dominicas en Alcalá de Henares, aunque no fue nunca monja. Murió en Madrid en 1567», concluye Vaquero. El profesor García de Paz añade que su madre, Ana de la Cerda, tenía “poco o nulo interés” por su hija María de Mendoza. Su carácter ha sido definido como “piadoso e independiente”.
Helen Nader
La coordinadora del libro aparecido en Estados Unidos es la doctora Helen Nader. Se trata de una historiadora norteamericana especializada en el final de la Edad Media y el Renacimiento, con reconocido prestigio. Sus trabajos más importantes están dedicados a los derechos y privilegios del Almirante Cristóbal Colón, y la familia de los Mendoza, especialmente a los primeros condes de Tendilla. En la actualidad trabaja en la Universidad de Arizona (USA).
En Guadalajara es conocida por el libro «Los Mendoza y el Renacimiento Español», publicado en 1979 y que tradujo al español y editó la Diputación Provincial en 1986. Confiamos que algún día aparezcan traducidos otros estudios mendocinos como su artículo «Noble Income in XVI Century Castile: The case of the Marquises of Mondéjar, 1480-1580», Economic History Review, vol. 30 (1977) pag 411-428 o el libro «Liberty in Absolutist Spain, the Habsburgs sale of towns (1516-1700)», The John Hopkins University Press (1990).
El volumen que recoge las ocho biografías de las Mendoza hace honor a su relevancia histórica. La familia Mendoza tuvo un poderoso influjo en la España de los Trastadas y de los Austrias, tanto en la política como en la literatura y el mecenazgo del arte. El doctor García de Paz escribe que “gracias a su pertenencia a una familia poderosa, las Mendoza estudiadas en este libro recibieron una educación culta e influyeron en la literatura y en la sociedad, incluso en las élites cercanas al poder político. Y ello aunque, como dicen los propios autores, vivieron en una sociedad dominada por el hombre en que las mujeres se las iba alejando de la vida pública, situación que se daba en menor medida que en siglos posteriores. En cierta medida, y gracias a su posición, desafiaron las leyes no escritas que postulaban la inferioridad intelectual de la mujer y su vinculación exclusiva al hogar y la familia”.
DETALLE
La princesa de Éboli, protagonista
Sin duda, la figura más destacada que aparece en el libro es la de Ana de Mendoza y de la Cerda, la famosa princesa de Éboli, que nació en Cifuentes en 1540 y murió en Pastrana en 1592. Fue hija única del matrimonio entre Diego Hurtado de Mendoza, virrey del Perú, y doña Catalina de Silva. Se casó con 12 años con Ruy Gómez de Silva, por recomendación del príncipe Felipe, futuro Felipe II. Su marido era príncipe de Éboli y ministro de rey.
Almudena de Arteaga, que escribió una novela histórica sobre la princesa de Éboli, sostiene que es una mujer que “engloba” a todas las mujeres de su época. Aunque perdió un ojo, estaba considerada como una de las damas más hermosas de la corte española. Entre las teorías que se barajan sobre la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia, extremo que los historiadores no han podido confirmar. Nacho Ares, uno de los estudiosos más interesados en la figura histórica de la princesa, escribe: “Ana de Mendoza, princesa de Éboli, es una de las mujeres más singulares del reinado de Felipe II. A pesar de ello, poco o nada es lo que se conoce de los entresijos que rodearon a la vida de esta singular Princesa. De ella se llegó a decir que fue la única «capaz de entretejer alrededor del cuello de todo un rey, una soga hecha con pasiones que estuvo a punto de acabar con un gran imperio».