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21 enero 2007

MANUEL FANLO

La grandeza viene de lejos

Por el camino han ido cayendo o perdiendo protagonismo clubs o sociedades históricas que no han soportado la presión del poderoso de Les Corts. El Espanyol, y por alguna cosa será, ahí está. La juventud incrementa su masa social. Sus gentes se sienten orgullosas de vencer al máximo rival con seis jugadores de la cantera. Lo del sábado 13 fue un festival. Una pasada. Un triunfo que desató la euforia, pero no la GRANDEZA"
Mundo Deportivo, 21.01.07
Manuel Fanlo

Robert Massot, colaborador en estas mismas páginas [Mundo Deportivo], acababa su artículo de la pasada semana con un “hoy sí, QUE GRANDES SOMOS” refiriéndose al triunfo del Espanyol ante el Barcelona. Sin ánimo de polemizar intentaré argumentar mi desacuerdo con esa afirmación.

Noventa minutos de juego no pueden mesurar la grandeza de un club, de un colectivo de personas que durante 106 años han mantenido vivo un sentimiento que pese a ser maltratado nadie ha podido aniquilar. La GRANDEZA del Espanyol viene de lejos. Se fragua en la Universidad en el año 1900. Unos cuantos estudiantes pusieron la primera letra de la palabra GRANDEZA. A los del balón se le unieron otros deportistas como el atleta Alberto Charlot, que lucía un escudo del Espanyol en la camiseta, logró el primer título estatal de marcha atlética. Después llegaron los Miranda, Miquel, Bosch, Sole, Prats, Cutie, Marañón, Arcas, Lauridsen, Barris, Jorge, N’Kono, Tamudo… que con ridículos o saneados presupuestos blindaron la GRANDEZA del club.

Y ahora que mi amigo Juan Vilá Reyes nos ha dejado, ¿por qué no recordar su cruzada personal en pos del Espanyol? Se plantó ante el presidente del Barcelona, Enric Llaudet, que intentaba desmarcarse del espacio social que el Espanyol tenía entre el pueblo catalán. Don Juan le aclaró: “Para hacer más grande Catalunya la sardana la tenemos que bailar todos juntos o rompemos la baraja”. Llaudet calló.

Que GRANDEZA la de una afición que ve como entre los unos y los otros, y en una operación económico-especulativa y poco deportiva, el club se quedaba sin estadio propio. Qué fácil y quizá incluso merecido hubiese sido un “iros a hacer puñetas”. Pues no. Nada ha sido fácil. Por el camino han ido cayendo o perdiendo protagonismo clubs o sociedades históricas que no han soportado la presión del poderoso de Les Corts. El Espanyol, y por alguna cosa será, ahí está. La juventud incrementa su masa social. Sus gentes se sienten orgullosas de vencer al máximo rival con seis jugadores de la cantera. Lo del sábado 13 fue un festival. Una pasada. Un triunfo que desató la euforia, pero no la GRANDEZA