‘Sanchito’, la memoria de un infante de Castilla
El hallazgo del féretro del infante fue casual, después de una remodelación del altar del convento de Santo Domingo el Real en el 2004. Un año tuvo que demorarse su estudio hasta que la consejería de Cultura de la Junta de Comunidades aportó 7.000 euros para que se iniciaran los estudios de la momia, promovidos por la comunidad de hermanas dominicas que tiene una participación activa en la presencia de la gran herencia cultural e histórica que atesora el convento. El coordinador del proyecto es el profesor Miguel Botella, Director del Departamento de Antropología Física de la Universidad de Granada, quien ha investigado con éxito los huesos sevillanos del Almirante Cristóbal Colón, su hermano Diego y su hijo natural Hernando Colón.
El infante don Sancho de Castilla era hijo natural de Pedro I de Castilla, apodado “el Cruel” o “el Justiciero”. Falleció en 1370 cuando tenía aproximadamente 7 años y sus restos fueron trasladados a comienzos hacia 1409 desde la fortaleza de Toro (Zamora), donde murió, hasta el convento en la que hoy es la capital de Castilla-La Mancha. Los historiadores, hasta la fecha, han conjeturado abiertamente sobre la posibilidad de que el infante don Sancho hubiera muerto envenenado mientras se encontraba recluido junto a su hermano Diego. El equipo de investigadores que ha analizado su momia rechaza esta hipótesis y, tras el estudio anatomopatológico y toxicológico mediante un sistema técnico sin precedentes en nuestro país (microscopía electrónica de barrido con análisis EDAX), ha concluido que no fue envenenado. La momia conserva el cuero cabelludo, la mayoría de los huesos y buena parte de la dentadura. Entre otros datos, la presencia de huesos de leche en la dentición y la falta de vello genital aseguran que los restos pertenecen a un niño con poco más de siete años.
Muerte natural
El equipo de investigadores ofreció una rueda de prensa el jueves 21 de diciembre en el coro de la iglesia del convento de Santo Domingo El Real de Toledo para explicar sus resultados. A “Sanchito” se le ha realizado un estudio previo, según el informe que presentó el profesor Miguel Botella en el momento de la solicitud de la subvención. El Servicio de Radiodiagnóstico del Hospital de Toledo (SESCAM) ha permitido que los doctores José María Pinto y Cristina Romero realicen 16 cortes virtuales a la vez y reconstruir en tres dimensiones el cuerpo para conocer su interior, sin necesidad de abducción, pues éste es un método inocuo que permite conocer muchos aspectos del material estudiado sin destruirlo ni cambiar su estructura.
El estudio antropológico lo ha llevado a cabo el Laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada en colaboración con la profesora Esperanza Gutiérrez, de la Universidad de Alcalá de Henares. Se han estudiado los parámetros de sexo, edad, talla, complexión, marcadores de actividad, posibles patologías y marcadores de condiciones de salud y estrés medioambiental. Una vez conocido el interior y el exterior, se han tomado muestras puntuales de diferentes órganos y de zonas anatómicas, así como de pelo, uñas, músculo y piel, para realizar los correspondientes análisis químicos y toxicológicos. También se ha realizado un análisis parasitológico, en la Universidad de La Laguna, para conocer, tanto los parásitos intestinales, como los ácaros y otros parásitos externos. Estas pruebas aportan información acerca de la época de la muerte y de los hábitos de vida de ese momento, según el doctor Botella.
El estudio de la fauna cadavérica lo ha llevado a cabo la Sección de Antropología del Cuerpo Nacional de Policía, en concreto los especialistas en Entomología Forense, doctoras Lourdes Honorato y Ana María García. El estudio anatomopatológico, de piel, músculo y cabello se ha llevado a cabo en el Hospital Clinic de Barcelona, por el equipo del doctor Pedro Luis Fernández. Asimismo, se han tomado muestras para el futuro análisis de ADN, para comparar en el momento en que sea posible con otros personajes reales que, sin asomo de duda, estuvieran presuntamente relacionados con esta momia, para establecer las debidas relaciones de parentesco. Asimismo, los investigadores analizaron zonas como el interior del cráneo, de la columna vertebral o el abdomen, de donde también tomaron muestras. Este punto fue decisivo para la conclusión de los expertos: “Sanchito” no falleció envenenado, como defendía algunos historiadores, sino de muerte natural fruto de una fuerte infección en los pulmones.
Revolución científica
Al margen de los resultados que aporta esta investigación, el mismo proceso seguido por los científicos ha sido todo un éxito, achacable a la calidad del equipo que ha participado en estos trabajos. En este caso, la conjunción de diversas ciencias, apoyadas en las últimas tecnologías (destacando el urocitoscopio de última generación o el analizador tomográfico de imagen 3D), ha propiciado el esclarecimiento de un hecho histórico, sujeto a hipótesis de diverso tipo. Fue Sor María Jesús Galán, Archivera del convento de Santo Domingo el Real de Toledo, donde se halló la momia de “Sanchito”, quien impulsó los trabajos de investigación. Buena conocedora de la historia del convento, es la coordinadora general del proyecto. “Es seguro –declara- que en varias ocasiones se abrió la tumba, una de las cuales se puede fechar en el siglo XVIII, y porque la momia tiene vestidos de diferentes épocas”. En 1879 se depositó junto al infante don Sancho el cuerpo de la madre María de Valvanera, que también estaba momificado y ahora se encuentra en otras dependencias del convento. Las condiciones naturales del convento de Santo Domingo en Toledo han favorecido la momificación de “Sanchito”.
Sor María Jesús Galán explica que las metodologías elegidas son las menos invasivas posibles, “ya que se trata de analizar los restos con una gran precisión, al mismo tiempo que se conserva el cuerpo sin alterar su estructura y apariencia”. El fin último de las investigaciones, según las monjas dominicas, era “conocer lo más posible con la menor alteración posible”. Para ello el equipo de investigación coordinado por el profesor Botella ha apostado por la Antropología Física, la única que quizá puede aportar una visión objetiva de la historia, sin sesgos ni conjeturas. El investigador José Luis García de Paz cuenta en que allí donde estaba el cuerpo del infante “se ha encontrado una pintura mural, indudablemente gótica, que representa a Jesucristo con barba y aureola a la derecha, y una dama de alto linaje (por lo que se deduce de su vestimenta) que lleva un tocado de acuerdo con la moda castellana de la época, y que está arrodillada devotamente ante él” (Nueva Alcarria, 19.11.05).
La priora del convento de Santo Domingo el Real, sor María Teresa Fernández, confesó en la presentación de los resultados del estudio la revolución que ha causado en la comunidad el estudio de la momia de “Sanchito”, y que ella ya la había visto por los años 70. “Es uno más de la comunidad, le tenemos preparado un traje de monaguillo para ponerle de limpio”, apuntó ufana. El director de las investigaciones, Miguel Botella, sostiene que “si hubiera llegado a reinar este niño –una hipótesis muy vaga por la descendencia legítima y bastarda del rey Pedro de Castilla- no lo hubiera hecho la Reina Católica cien años después”. Ahora, la momia será devuelta a su lugar original en el monasterio, en una de las capillas laterales del coro. El próximo paso de la investigación, 640 años después de su muerte, consiste en reconstruir el rostro del infantito.
DETALLE
Muerto a los siete años
El Infante Don Sancho de Castilla nació el 5 de septiembre de 1363 en Almazán (Soria). Tras una larga guerra civil, su padre el rey Pedro I, “el Cruel”, murió asesinado en 1369 a manos de Enrique II “el de las mercedes”. El niño Sancho fue hecho prisionero y luego falleció en la fortaleza de Toro (Zamora) con al menos siete años. En el archivo informatizado del monasterio de Santo Domingo el Real de Toledo, fundado en 1364, se conserva una carta de la reina Catalina de Lancaster, fechada en 1409, por la que sabemos que la reina, informada del traslado de los restos del infante Sancho (su triastro), agradece a doña Teresa de Ayala, priora de Santo Domingo el Real, el entierro y las honras fúnebres que se celebraron por el alma del infante el 3 de agosto de aquel mismo año” (José Luis García de Paz, Nueva Alcarria, 19.11.05). El infante “Sanchito”, a través de sus ligazones familiares, tuvo vinculación con Guadalajara. El nieto de su hermano Diego de Castilla, llamado Pedro de Castilla “el Mozo”, se amancebó con la reina Juana de Portugal, esposa de Enrique IV, y tuvieron dos hijos. Se refugiaron en Buitrago y en Trijueque, ayudados por los Mendoza, coincidiendo además con Juana de Castilla, injustamente conocida como la Beltraneja, “que no debía estar muy satisfecha con su madre la reina y, menos aún, los Mendoza obligados a guardarles a todos. Al menos, gracias a ello, el futuro cardenal Mendoza logró que Enrique IV donara al segundo marqués de Santillana la Hoya del Infantado en 1470, al devolverle esposa e hija conjuntamente”, matiza el investigador García de Paz. El tataranieto de su hermano Diego fue el Apóstol de Castilla, fallecido en Entrepeñas a consecuencia del encuentro con unos mozos de Sacedón que querían vengar un maltrato a una joven durante las fiestas de toros celebradas.