«La Iglesia católica no ha superado la Edad Media»
¿Durante el papado de Juan Pablo II se acalló la opinión de muchos teólogos?
Sí, totalmente. El pontificado de Juan Pablo II ha sido de pensamiento único y de represión ideológica contra los teólogos que hemos pensado con sentido libre y crítico.
¿Esta represión se va a corregir con el nuevo Papa?
Ojalá, pero lo veo difícil. Después de la elección del Papa actual se han producido ceses de cátedras de Teología en universidades pontificias y libros censurados de colegas nuestros. No soy optimista en relación con el cambio. Aparte de que tenga usted en cuenta que ese cambio es muy difícil porque Benedicto XVI fue el gran inquisidor de la fe durante casi veinticinco años y fue el que impuso ese pensamiento único y el que llevó a cabo esos procesos contra los teólogos disidentes o simplemente críticos.
Cuando tenía 30 años retiraron un libro suyo y a principios de 2003 le censuraron en el Vaticano. ¿Usted se considera un mártir espiritual de este siglo?
Sí, sí, es una carrera de obstáculos la mía. En 1976 el Tribunal de Orden Público secuestró mi libro “Por una Iglesia del pueblo”, el primer libro secuestrado por este tribunal durante la monarquía. El libro recogía las grandes líneas del movimiento de las comunidades cristianas populares, que luchó durante el franquismo a favor de la amnistía y en defensa de los derechos humanos. Era un libro que, además de defender la democracia, se posicionaba del lado de los pobres, excluidos y marginados. Veintiocho años después el Vaticano censuraba un libro mío titulado “Dios y Jesús, el horizonte religioso de Jesús de Nazaret”. Hasta el momento no he vuelto a recibir otra censura, pero tampoco me extrañaría que se produjera porque me muevo dentro del pensamiento crítico y evangélico. En todo caso, no me considero un mártir espiritual, tengo a buen resguardo mi vida. No tengo ni conciencia de mártir ni conciencia de víctima. Soy un teólogo libre que reflexiona desde la experiencia de la fe intentando dar respuestas a preguntas de nuestro tiempo y ayudar a los creyentes y no creyentes el sentido liberador que tienen las religiones, y especialmente el cristianismo.
¿Cuáles deberían ser las prioridades del nuevo Papa?
No me pongo en el lugar del Papa, me sitúo mucho más abajo y camino en otra dirección. Indicarle cuáles deberían ser sus prioridades no lo veo muy útil y, sobre todo, porque mucho me temo que mis prioridades no coinciden con las suyas. En cualquier caso, sí le puedo expresar mis prioridades. La primera es la construcción de un mundo que supere las discriminaciones por razones de género, de etnia, de raza, de clase y de religión. Un mundo en el que quepamos todos. Ese ideal del Foro Social Mundial lo hago mío. Un mundo en el que las razas, las etnias y la religión no sean motivo o causa de desunión y conflicto entre los seres humanos, sino una manifestación de la riqueza de lo humano. Se trata de construir un mundo que, siendo intercultural, sea también solidario, justo, donde se superen las discriminaciones por razones sociales.
¿La Iglesia en España es una institución respetada?
El término Iglesia se utiliza de manera equívoca. Si usted me pregunta si la Iglesia en España es respetada, le diré que depende de qué Iglesia y de qué miembros de la Iglesia. Iglesia son todos los creyentes.
Me refería a la jerarquía y a su constante queja de la falta de respeto por parte de la sociedad y los políticos.
Claro, lo que ocurre es que es un uso equivocado del lenguaje. Cuando los obispos dicen que la Iglesia está perseguida, creo que están tomándose unas atribuciones que no les corresponde. La Iglesia son también las comunidades de base, los cristianos para el socialismo, los movimientos por la paz, la Teología de la Liberación, los movimientos que están trabajando en los ámbitos de marginación. Y yo nunca he oído a estos colectivos que se sienten marginados. Todo lo contrario. Lo que hacen es trabajar en los ámbitos de marginación. Ahí está el problema: la conciencia de marginación la tiene la jerarquía, no el conjunto de la Iglesia porque quiere ubicarse en un lugar social distinto al que le corresponde, que es el lugar del poder, de los privilegios. Cuando uno se sitúa en ese lugar fácilmente se considera discriminado pero creo que no corresponde a la realidad. ¿Cómo se puede considerar marginado una jerarquía a la que el Gobierno hace caso en las negociaciones en temas como el económico? ¿Cómo se puede considerar marginada una jerarquía que ha conseguido este año, fruto de una negociación, subir la declaración de la renta del 0,52 al 0,7? ¿Cómo se puede considerar marginada una jerarquía que en las negociaciones con el Gobierno ha conseguido no sólo la clase de Religión sino el que haya también alternativa en una línea parecida a la del Partido Popular? ¿Cómo se puede considerar marginada que cuenta miles y miles de profesores de Religión nombrados por ella y pagados por el Estado? ¿Cómo puede considerarse marginada discriminada una jerarquía cuyos salarios de sacerdotes financian los ciudadanos? ¿Cómo puede considerarse marginada una jerarquía que tiene libertad de expresión para criticar al Gobierno en todas aquellas leyes que no comparten? Me parece que es un abuso del lenguaje. Más bien creo que sería todo lo contrario: deberían arrepentirse de tantos privilegios como poseen y de tantas ventajas que reciben del Gobierno.
“La edad actual de la Iglesia Católica es la Edad Media, no la edad contemporánea en la que cronológicamente vivimos”. Lo dijo usted en una entrevista publicada hace un par de año. ¿En qué se ha quedado desfasada la Iglesia?
Suscribo la frase. La jerarquía católica, y sectores vinculados a ella del mundo católico, da respuestas del pasado a preguntas del presente y es insensible a los grandes problemas de nuestro tiempo, del norte-sur, de las desigualdades de género, de las diferencias sociales, del pluralismo cultural. Vive todavía dentro de un universo muy uniforme y monolítico, creyendo que nos encontramos en la Edad Media donde toda la sociedad era cristiana y se establecía la alianza entre el trono y el altar. Se han dado pasos y se ha producido avances pero pienso que el gran problema de la jerarquía católica es que no ha hecho la transición de la Edad Media a la Edad Contemporánea, ni siquiera a la Edad Moderna.
¿A pie de calle la Iglesia ha perdido fuerza en nuestro país?
No sólo ha perdido, es que tiene que perderla. Históricamente la Iglesia católica ha ocupado espacios que no le corresponden, como guiar la moral de los ciudadanos, gobernar con el poder político, imponer las creencias a toda una sociedad, marcar las normas de moralidad. A la Iglesia lo que le corresponde es dar ejemplo y poner en práctica los principios fundamentales de cada religión.
¿Es partidario de la Alianza de Civilizaciones que auspicia el presidente Zapatero?
Sí, claro, no sé si es una fórmula lingüística muy afortunada, pero soy partidario de que las civilizaciones dialoguen, se entiendan y lleguen a unos mínimos éticos, políticos y económicos que permitan construir un mundo en paz. Soy contrario al choque de civilizaciones, que parece ser el guión actual de la política internacional. Los que han chocado siempre no son las civilizaciones, sin los poderosos, los imperios.
¿Las políticas de las potencias occidentales, especialmente las de EE.UU., alientan los fundamentalismos religiosos?
Claro, la política de Estados Unidos alienta todos los fundamentalismos: el político, defendiendo la religión del imperio; el democrático, que trata de imponer este modelo a todo el mundo aunque sea por la fuerza; el económico, ya que la religión de imperio está aliada con la religión del mercado; el cultural, afirmando la superioridad de la cultura occidental sobre el resto de las culturas; y alienta el fundamentalismo religioso, porque Bush se cobija bajo el cristianismo y ase apropia del Dios cristiano para legitimar su política destructiva de otras civilizaciones.
¿Hasta qué punto la política debe influir en el diálogo entre religiones?
Sí, yo pienso que el diálogo de religiones trasciende la propia religión, de ahí que debe ser promovido tanto dentro de las instituciones religiosas como por parte de los políticos y los gobiernos. Las religiones son una cosa demasiado seria como para dejarlas sólo en manos de los religiosos y además siempre tiene implicaciones políticas, en el terreno de la guerra y de la paz, en las relaciones internacionales, en el campo cultural o en tantos otros ámbitos.