La ingrata e imprescindible figura del redactor-jefe en los medios
Sin embargo, en esta ocasión, me encontré con la rubrica de su redactor jefe, César del Río, por ausencia, espero que ociosa, de su directora. Desde luego, puede evadirse cuantas veces quiera la compañera Mar, pues su alejamiento profesional está perfectamente cubierto por el compañero César, incluida también la redacción de la página de opinión. Incluso, animo desde aquí a la incansable y perspicaz periodista para que se relaje algo más en el desempeño de sus responsabilidades directivas y delegue más en su redactor-jefe. Puede estar segura de que la opinión de César casi siempre coincidirá con la suya y, desde luego, constantemente con la de la línea editorial de la publicación. No disimulo mi admiración profesional por Del Río, pero tampoco quiero ocultar las personales, pues si él me dice ven yo lo dejaría casi todo.
La figura del redactor-jefe en las diferentes redacciones de la mayoría de los periódicos, revistas, radios, televisiones o periódicos digitales que se editan en Castilla-La Mancha es bastante peculiar, por no decir desconocida para la sociedad. Puestos a repasar, entre nuestros políticos, empresarios y demás agentes sociales de la región muy pocos podían afirmar con seguridad el nombre del redactor-jefe del medio de comunicación más cercano a su entorno institucional. En la mayoría de los casos se trata de un suplantador profesional consentido del propio director del medio, más entretenido en otras labores ajenas al periodismo.
Casi nadie reconoce la excelente y callada labor que ejercen estos profesionales del periodismo, comenzando por su propia empresa, más atenta a los resultados comerciales del medio, una actividad principalmente ejercida por el propio responsable del medio en colaboración con el departamento de publicidad de la casa. La ingratitud a que está sometido el puesto es más que evidente, mucho más cuando lo que realmente intenta sacar adelante cada día es, junto al resto de compañeros, el medio que les sustenta ante la habitual ausencia del director, un superior que muchas veces parece que tiene el despacho en otra sede por lo frecuente de sus visitas a esas instalaciones.