Los estragos del cambio climático
Los efectos del cambio climático ya son palpables en casi todo el planeta. Fenómeno ignorado durante las últimas décadas, especialmente en el mundo occidental, nos ha atrapado como si de una fatal pesadilla se tratara. La responsabilidad recae sobre los gobiernos de estos países que no han sabido aplicar políticas eficaces de prevención. Y, más aún, sobre el ciudadano, preocupado en consumir y soñar en lugar de proteger su entorno medioambiental. Para comprobar esta coyuntura sobre el terreno con pasear por Madrid, la ciudad más contaminante de Europa según las estadísticas. Plagada de coches, su paisaje dibuja una nube de humos, polvo y ruidos que está matando poco a poco sus parques y zonas verdes. La solución pasa por incrementar el uso de energías renovables para el transporte público, que reduzcan la emisión de CO2 a la atmósfera, reciclar envases y controlar el consumo de energía y agua en las casas.
La atención sobre esta problemática se concentra estos días en Nairobi. Allí se celebra la Cumbre de la ONU sobre ‘Cambio Climático’ y ‘Protocolo de Kioto’ hasta el 17 de noviembre. Más de 5.000 expertos tratarán de alcanzar decisiones comunes para conseguir, al menos, frenar las inundaciones, las sequías o las pandemias tan trágicas que sufriremos en el planeta durante los próximos 50 años. Los primeros avisos ya llegaron: el tsunami de Indonesia en diciembre de 2004 o el huracán Katrina en Nueva Orleans en 2005, que provocaron varios miles de muertos y gente desamparada sin hogar, en el “peor de los males”.
Por el momento sabemos que la temperatura global aumenta vertiginosamente año tras año. En consecuencia, los polos se deshielan, aumentan las inundaciones y especies protegidas como el oso polar o las focas mueren por la falta de alimento. Una catástrofe cuya principal víctima será, una vez más, el África subsahariana. Estaciones más largas, pérdida de cosechas agrícolas, principal recurso natural para los africanos y sequías que acabarán con el ganado son el nuevo verdugo al que tendrán que hacer frente los más pobres. ¿Vamos a encerrarnos otra vez en nuestro Estado de bienestar permitiendo que en torno a 185 millones de personas mueran por el cambio del clima?
Mientras esto sucede, los políticos tienen la obligación de adaptar a los países menos desarrollados al protocolo de Kioto, a través de mayores inversiones en medio ambiente. La mayoría de los participantes han mostrado su intención de implicarse con medidas urgentes. La excepción, una vez más, la vuelve a marcar Estados Unidos. A través de su representante, Harlan Watson, ya ha anunciado que no variará su política medio ambiental, mientras el belicoso George W. Bush no abandone la Casa Blanca. Una actitud intransigente que esperemos sea minoritaria en la comunidad internacional y combatida por la Unión Europea.
De cualquier manera, la cuestión del clima, como la inmigración o el terrorismo, afecta a la educación de las personas. De todos nosotros. Por ello es necesario sensibilizarnos en el cuidado de nuestro aire, ríos, mares… Los medios de comunicación tenemos más que nunca la llave para formar e informar a la sociedad.