Más vale tarde que nunca…
Tocaba entonces sincerarme conmigo mismo, ponerme ante el espejo y quitarme la careta. Había entrevistado a Santi Freixa y conocía desde hacía bastante tiempo a Bernardino Herrera (uno de los mejores jugadores y, sin ninguna duda, el mejor portero y la mejor persona del mundo del hockey hierba… masculino, respectivamente), pero, puestos a ser sinceros, simplemente había oído nombrar de refilón a los tres estandartes de la selección española femenina: Chus Rosa, Nuria Camon y Silvia Muñoz. ¿El resto del equipo? Los primeros 10 minutos de torneo fueron para intentar poner cara a cada nombre que leía en el acta oficial. Bueno, no pierdo nada, aunque tampoco creo que gane mucho, me decía entonces a mí mismo. ¡Cuán equivocado estaba…!
El 26 de septiembre acudí a la presentación del torneo. Los habituales, por aquello del compromiso institucional, Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, y Alberto Ruiz Gallardón, alcalde de Madrid, estaban acompañados por el seleccionador español de baloncesto y reciente medalla de oro en el Mundial de Japón, Pepu Hernández. Comenzaban las buenas vibraciones… Aquel día ya empecé a apreciar el buen rollo que transmitían nuestras jugadoras, pero ni de lejos era capaz de imaginar lo que vendría después.
NOTA. Permítanme que dé a conocer de antemano el humilde aunque meritorio palmarés de España en hockey hierba femenino: con nuestras escasas 6.700 licencias (sirvan tres ejemplos reveladores: Holanda 182.000, Australia 129.000, Alemania 80.000… les aseguro que no sobran ceros), el oasis de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92 está acompañado por el cuarto puesto de las Olimpiadas de Sydney’00, dos quintos en los mundiales de Berlín’76 y Sydney’90 (perdón, «estaba» acompañado) y un cuarto en el Champions Trophy (un mundial oficioso que se juega cada año con las mejores selecciones del mundo) de Berlín’91. Luego podrán compararlo con el de alguna de nuestras rivales…
«Yo si vengo a cubrir el Mundial es mínimo para que lleguéis a semifinales», bromeaba con Chus Rosa. Y digo bromeaba porque un grupo con el podium completo del último Champions Trophy, Alemania, China y Holanda, y un sistema de competición que premia la regularidad y en el que sólo los dos primeros pasan directamente a semifinales, invitaban a pensar que mi aspiración era pura utopía. Un sueño ¿imposible? de convertirse en realidad.
Al día siguiente, gran estreno. Y para comenzar, nada de un aperitivo ligero acompañado por un frío vermut: Alemania, vigente campeona olímpica, campeona del Champions Trophy unos meses atrás, doble campeona del mundo… ¿El resultado? España 1-0 Alemania. Las fanfarrias (Teledeporte y este insignificante redactor componían todo el elenco periodístico audiovisual) seguían en silencio, pues ya vendría China y nos devolvería a nuestro papel secundario de simple comparsa. Sin embargo, he de reconocer que el cosquilleo que me acosa cada vez que espero un éxito deportivo de mi agrado empezaba a surgir en mi interior, así que llegué a la redacción de Radio Marca e imploré a mis compañeros que le dieran un poco de bola al hockey, que íbamos a hacer algo grande. Sin decir nombres para no sonrojar a nadie, las risas fueron múltiples y variadas.
El caso es que llegaron las asiáticas y repetimos resultado: China 0-1 España. “Oye, ¿cómo dices que va esto del hockey? ¿Cuántas se clasifican?”. ¡Increíble!, las minitertulias entre ‘periolistos’ dejaban momentáneamente (tampoco hay que abusar) el dichoso fútbol para interesarse por el hockey. MÍ HOCKEY. Perdonen la prepotencia, pero la ilusión, la garra y las ganas de triunfar de nuestras chicas se me habían pegado cual camiseta sudada por su esfuerzo, y ya sufría las ocasiones rivales, celebraba nuestros goles, protestaba a las colegiadas y, sobre todo, disfrutaba con sus éxitos de igual forma que lo hacían ellas. Me sentía una más (qué quieren, siempre me han dicho que tengo muy desarrollado mi lado femenino…).
Pero los protagonistas de los cuentos de hadas siempre pasan por un momento difícil y el de España llegó al oler los tulipanes holandeses. Con cuatro Champions Trophy, cinco Copas del Mundo (más cuatro platas y un bronce en las diez ediciones disputadas) y un título olímpico, la Holanda de Eefke Mulder nos despertó del sueño (Holanda 2-0 España). Pero, a pesar de que los malos augurios retornaron y muchos hablaban ya del “fue bonito mientras duró”, les aseguro que esta derrota no fue capaz de desvelarnos. Mi cosquilleo, incomprensiblemente, seguía ahí.
El España 3-2 India nos devolvió al plácido dormitar y, una vez más, la Pérfida Albión era el último obstáculo en nuestro camino hacia la gloria. España-Inglaterra, miércoles 4 de octubre de 2006, 16.00 horas. El Día D y la Hora H para entrar en la historia, para superar la mejor clasificación de España en un mundial de hockey hierba femenino. ¿Seríamos capaces al menos de empatar y entrar en semifinales, o el sueño de 18 jóvenes españolas que lo habían dado todo en el terreno de juego se desvanecería en forma de pesadilla por cualquier jugada aislada? El resultado, esta vez sí, es de sobra conocido, pues los grandes medios de comunicación habían mandado a sus gurús deportivos al olor del éxito. España 1-1 Inglaterra. No sin sufrimiento, nuestras chicas se metían en semifinales y lucharían por las medallas. Televisión Española (Teledeporte ahora sí se quedaba pequeño), La Sexta, la SER, la Cadena COPE… ese deporte donde 22 locas con un palo en la mano corren detrás de una bola mientras las colegiadas señalan falta cuándo, cómo y a favor de quién les da la gana, volvía a existir.
¿El final de la historia? Feliz, por supuesto, pero habrá que esperar para saber el grado de felicidad. Para mí ya son héroes. Y por el momento, dejen que me atrape el espíritu de Almodóvar en su primer Oscar y permítanme algunos agradecimientos. Gracias Ivet, por facilitarme el trabajo y estar siempre disponible. Gracias Pablo, por tu alegría contenida y tu reflexión ante los éxitos. Y sobre todo, GRACIAS Chus, Julia, Rocío, Gemma, Bárbara, Marta, Silvia, Silvia, María, Marta, Raquel, Pilar, Nuria, María, Montse, Esther, Gloria y Gigi, por hacerme disfrutar, sufrir, aplaudir, gritar, soñar, sentir ese cosquilleo, soportar risas y, lo más importante, reencontrarme con el deporte de verdad, DEPORTE con mayúsculas, y volver a creer en él. Ya tenéis (no todas, pero algo es algo) las portadas de periódico, las entrevistas de radio y los minutos de televisión que sin duda merecéis. Hay vida más allá del fútbol. Más vale tarde que nunca…