El arte de la madera, la esperanza del bosque
Según explican sus responsables, la Fundación Apadrina un Árbol “nace con el espíritu de devolver a esta zona y a sus gentes parte de la vida y de la esperanza que les fueron arrebatadas con el fuego y la despoblación sufrida en las tres últimas décadas”. La tarea es inmensa, pero no imposible. Esta fundación, auspiciada por el Grupo Rayet, la Junta de Castilla-La Mancha y la Diputación de Guadalajara, persigue la revitalización de una zona calcinada nada menos que en una proporción de 13.000 hectáreas. Se trata de la colaboración individual de personas desinteresadas que, a través de una aportación simbólica, ayudan a la conservación del bosque y a la recuperación de la finca de Solanillos, propiedad de la Diputación y situada en el corazón de la zona incendiada.
Puertas abiertas
El proyecto “Apadrina un árbol” está recibiendo la adhesión mayoritaria de la sociedad de Guadalajara y de las principales entidades públicas y privadas de la región. El próximo fin de semana, los días 29 y 30 de septiembre y 1 de octubre, los responsables de la fundación organizan unas jornadas de encuentro de los patronos y las empresas que han colaborado hasta la fecha. La cita es en la finca la Dehesa de Solanillos. Habrá diversos actos pero quizá los principales, a falta de concretar el programa, serán la exposición de fotos del I Certamen Fotográfico “La memoria del bosque” y las esculturas de madera que piensan hacer el colectivo de artistas catalanes “Arts de Ponent”.
El diario La Mañana de Lleida publicó este lunes una noticia del asunto con un titular a cinco columnas: “Arts de Ponent restaura la zona incendiada de Guadalajara”. Así de sencillo y así de complejo porque el reto es formidable. Un total de 18 miembros de la asociación viajarán hasta Guadalajara el próximo fin de semana pero serán ocho escultores de madera los que tienen prevista realizar en la finca Solanillos otras tantas esculturas en un tiempo récord: tres días, cuando lo normal es que tarden más de una semana. El presidente de este grupo leridano de artistas, Josep Antoni Ferrer, explica que “los contactos entre ambas partes comenzaron a través de nuestra fotógrafa Cristina Catarecha, que es vocal de nuestra asociación y que hizo fotos del incendio el año pasado. Les invitamos a que vinieran a Lleida y les encantó las esculturas que tenemos en el parque de la Mitjana”.
Artistas de nivel
El día 30 será de puertas abiertas en Solanillos. Los visitantes podrán comprobar la magnitud del proyecto medioambiental que se ha propuesta la Fundación Apadrina un Árbol. Los trabajos buscan recuperar el antiguo Hospicio, actualmente en estado semiruinoso, y alojar allí los árboles apadrinados. La finca alcanza las 2.886 hectáreas. Los artistas leridanos formarán sus esculturas con madera de la zona quemada y quedarán instaladas en la avenida que dará acceso a la finca. La participación de los escultores de “Arts de Ponent” es altruista y comprometida con la catástrofe que asoló Guadalajara el pasado año: “la idea central –subraya Ferrer- es devolver la madera al bosque en forma de arte”.
Los ocho escultores que viajarán hasta la sierra del Ducado son Chelo Alonso, Carme Roca, Ramon Ruiz, Borlänsa, Jordi Florensa, Agustí Ortega Bragado, Sergi Herrera y Julià Morancho. Cuando lleguen a Solanillos, se instalarán en una casa rural durante todo el fin de semana. Su presidente confiesa que “es la primera vez que salimos de Lleida para una causa como esta pero nos parece fenomenal porque así ponemos nuestro granito de arena a la hora de concienciar a la gente sobre el medio ambiente y sobre lo terrible que pasó en el incendio de la zona”.
“Arts de Ponent” es la asociación cultural más importante de Lleida y una de las principales en Cataluña (www.artsdeponent.com). Se fundó en 1993 y hoy alcanza alrededor de 200 socios que integran a varias disciplinas artísticas como pintura, escultura, fotografía, acuarela, acrílicos, grabado y talleres. Al cabo del año, suele realizar entre quince y veinte actividades de media. Son artistas activos y comprometidos. “Ahora mismo estamos haciendo un mural muy grande en una calle de Lleida, organizamos una feria de arte y nos movemos por las escuelas”, cuenta Ferrer.
Escultor de Checa
Los ocho escultores de “Arts de Ponent” no conocen Guadalajara, más que de pasada, como media España, de camino a Madrid por la A-2. Los ocho incluido Rafael Badia Borlänsa que, aunque sus abuelos descienden de Checa, será la primera vez que pise tierra alcarreña. “No he estado nunca y quiero ir dos o tres días antes para visitar el pueblo de mi abuelo, ya tenía muchas ganas desde hace tiempo, va a ser un descubrimiento”. Para él la colaboración con el proyecto Apadrina un Árbol resulta especialmente sentida. “Estoy emocionado sólo de pensar en la zona”, revela.
A Rafael Badia, en los ambientes culturales leridanos, le conocen por su segundo apellido: Borlänsa. Es “el Borlänsa”, a secas. Lleva toda la vida dedicada a trabajos artísticos y esculturales con una obra que sobrepasa las 4.000 figuras. Su afición principal es hacer brujas y duendes: “llevo miles, siempre he tenido tendencia hacia la brujería y lo mágico”. La escultura que realizará en la finca de Solanillos tendrá 1,60 metros de altura y representará, según explica, la magia del bosque a medio camino de “la mitología fantástica que rodean a los árboles y el enigma de sus espíritus”. Piensa que “todos los bosques son mágicos” y el de los pinares del Ducado, a pesar del fuego, no iba a ser una excepción.
El tronco de madera que le servirá a Borlänsa para representar su figura tendrá dos partes. La de arriba, “que estará calva y simbolizará la deforestación de los montes”. Y la de abajo, que ocupará la textura del tronco y en el que el artista pretende aventurar las raíces. “El personaje tendrá cara y se observará una cierta edad con la que pretendo simbolizar la sabiduría del bosque, la sapiencia de lo viejo ante una realidad creciente, como es la deforestación”. Confiesa que le gustan mucho las leyendas y quizá por eso su personaje pretende transmitir la esencia del enigmática del monte.
Borlänsa se gana la vida trabajando de escultor. Asegura que ha renunciado a muchos privilegios por no tener otro trabajo mejor remunerado, pero certifica que todo lo compensa trabajar en lo que une quiere y en lo que uno está a gusto. “Más que vivir de la escultura, sobrevivo, lo hago desde pequeño que empecé a hacer figuras con papel de periódico. Muchas veces he sopesado si cambiar de oficio, pero al final pienso que hacer lo que quiero no tiene precio”.
Trabajo difícil
La madera es uno de los materiales que con mayor esplendor muestran la belleza del arte popular, sobre todo en el norte de la península Ibérica. “La generosidad del medio natural”, según detallan los tratados de esta disciplina, ha permitido que la madera haya sido abundantemente empleada tanto en las construcciones como en cualquiera de los objetos de la vida cotidiana. El hecho de que hasta finales de la Edad Media las casas rurales fueran esencialmente de madera ilustra la relevancia que hubo de tener la misma hasta ese momento.
No es casualidad, por tanto, encontrar elementos de madera en las construcciones populares de regiones como Cantabria o Castilla-La Mancha. Pero trabajar la madera es una labor compleja que exige precisión, pericia y mucha paciencia. Como cualquier trabajo artesano, pero con el añadido de que la madera es un elemento natural, no artificial, y por tanto está sujeto a imprevistos. “La madera está viva –afirma Borlänsa-, las betas siempre te sorprenden y tienes que aprender a improvisar, pero eso te lo va dando la experiencia”.
Ramón Ruiz es vocal de la asociación ‘Arts de Ponent’ y escultor de la madera desde hace 23 años. Dice que respeta mucho la madera y que “es una manera de devolver la vida al bosque, la madera es algo más que un instrumento para trabajar, lógicamente tiene sus características técnicas que hay que conocer y lo peor es que no hay margen de error, siempre tienes la incertidumbre de pensar si se va a romper”. La figura que llevará su firma en la finca de Solanillos también tiene como epicentro un mensaje de “esperanza”. Fue Jorge Guillén quien dejó escrito que “cuando uno pierde la esperanza se vuelve reaccionario”. Quizá por eso estos artistas catalanes lanzan a la sociedad de Guadalajara un mensaje de optimismo y de comprensión. “La figura que haré –cuenta Ramón- tendrá forma de semilla que logra fusionar a la naturaleza con el ser humano de una forma estética”.
El poeta Antonio Machado, en su libro ‘Soledades’, escribe estos versos: “Ni mármol duro y eterno, ni música ni pintura, sino palabra en el tiempo. / Crea el alma sus riberas; montes de ceniza y plomo, sotillos de primavera”. Los artistas de ‘Arts de Ponent’, gracias al apoyo de la Fundación Apadrina un Árbol, aportarán con su esfuerzo y su talento un granito de arena más, o mejor dicho, ocho granitos de arena, para conseguir devolver la vida a los parajes que el año pasado sucumbieron a las llamas. Tal como subraya su vocal, “vamos a Guadalajara porque estamos comprometidos con la idea del respeto a la naturaleza, porque estamos muy sensibilizados por la tragedia que ocurrió y porque queremos apoyar el trabajo de restauración que se está haciendo en la actualidad”. Dicho y hecho, en directo para todos los que quieran asistir, el día 30 de este mes en la finca de Solanillos.
DETALLE
Troncos de un metro y medio de altura
Las ocho esculturas que el colectivo catalán “Arts de Ponent” legará a la zona del Ducado “se empiezan allí y se tienen que acabar en tres días”, recalca su presidente, Josep Antoni Ferrer. Las esculturas estarán hechas con madera de la zona. “Lo que hemos hecho es un proyecto que se ha enseñado a la Fundación Apadrina un Árbol, que le ha gustado mucho, está hecho en dibujo y maqueta y ahora se trata de hacerlo en madera, para nosotros es un reto hacerlo en tres días porque es bastante complicado”. Por regla general, y aunque depende del tamaño, los escultores tardan más de una semana en realizar sus trabajos con la madera.
Cada escultura presentará una simbología diferente: un ángel muy abstracto, dos personas abrazándose, una reproducción de la Seo de Lleida… Las esculturas superarán el metro y sesenta centímetros de altura y cincuenta de diámetro. El tamaño es el estándar. “Hemos cogido de referencia las que tenemos hechas aquí en Lleida, a lo mejor las que hagamos en Solanillos son un poco más grandes, pero alrededor de 1,60 metros”, relata el máximo responsable de “Arts de Ponent”. Trabajar la madera es un ejercicio difícil, complejo. “Yo no soy escultor, pero tengo un taller de restauración de obras de arte y a veces cuando restauramos alguna imagen nos resulta complicado, muchas veces se dice que la figura está dentro de la madera, ellos tienen que sacar lo que sobra…”, explica con ironía. Las esculturas de la finca de Solanillos serán esveltas y alargadas, tendrán detalles pero no muy profundos en la madera y no llevarán muchos rincones para que se puedan terminar en tres días. “Lo que más cuesta es hacer los agujeros, y los adornos”, sentencia Ferrer.