El mar muerto de La Mancha
Porque agua, lo que se dice agua, poca. La sequía está afectando gravemente al parque nacional de las Tablas de Daimiel. De las 1.750 hectáreas de las que se compone, sólo 30 –ojo al dato: solo 30- permanecen inundadas actualmente. Las fotografías hablan por sí solas. Donde antes había agua, hoy se amontona la hierba más seca que la mojama. Donde antes circulaban las barcas, hoy están clavadas sobre un secarral. Donde antes había patos, hoy no queda fauna ni vegetación.
Yendo hacia la entrada al parque nos encontramos a un lugareño, al que se nos olvida preguntar el nombre. Alto, delgado y con una boina en la cabeza, es de suponer que por costumbre más que por necesidad. Él nos indica el camino correcto hasta las Tablas y nos pone sobre aviso: “la verdad es que están muy mal, majos. Los vais a ver vosotros, la mayoría del parque está seco y chico, da mucha pena verlo sobre todo para nosotros, los que somos viejos y lo hemos visto todo lleno de agua”. Es lo mismo que explican, aunque con palabras más técnicas, en el centro de recepción de visitantes: moderno, amplio, divulgativo. Un aperitivo de lo que cobija el paraje.
Crítica situación
El Parque Nacional de las Tablas de Daimiel está situado en el corazón de La Mancha, en los términos municipales de Daimiel y Villarrubia de los Ojos, provincia de Ciudad Real. En realidad se trata de un oasis de agua entre tanta sequedad. Al menos en condiciones normales. Sin embargo, en la actualidad se ha convertido en un inmenso charco sin apenas líquido elemento. ¿Algo increíble? No si tenemos en cuenta la ‘pertinaz sequía’, como la llaman los clásicos, que atenaza a los pantanos y los humedales de todo el país. Los embalses españoles, según datos aportados por el Ministerio de Medio Ambiente, ya están por debajo de la mitad de su capacidad y el agua embalsada descendió un 1,2% en la última semana.
Con este panorama, la situación que atraviesan las Tablas de Daimiel es consecuente con el clima de nuestros días. Hace ya meses que los responsables del parque y la Junta de Castilla-La Mancha llevan alertando del peligro de sequedad en su extensión y de la escasa sensibilidad del Gobierno central para adoptar alguna medida extraordinaria. Esta semana han vuelto a saltar las alarmas después de que el subdirector de este parque nacional, Carlos Ruiz, advirtiera de su “crítica situación de supervivencia”. Tan solo 30 hectáreas de las 1.750 que potencialmente pueden encontrarse inundadas se encuentran encharcadas. Y ello gracias a un pozo de emergencia. La sequía que arrastra Ciudad Real está afectando gravemente a este paraje protegido.
Evitar que se sequen
En declaraciones a la agencia Efe, Ruiz Ruiz ha indicado que este pozo permite mantener con agua Las Tablas y evitar que sequen, provocando la mortandad masiva de peces y la pérdida de la escasa fauna que alberga el parque. Además ha añadido que la falta de agua se está dejando sentir en el parque, donde el número de especies de aves presentes se ha reducido considerablemente en favor de otros humedales que se encuentran próximos a Las Tablas.
Desde el parque nacional se espera con cierta impaciencia que el verano «pase lo más rápido posible» y que las lluvias de otoño puedan «devolver la vida» a este paraje natural, que hasta hace unos años era el máximo exponente de los ecosistemas húmedos de España. En cualquier caso, según Ruiz, «lo que deseamos, si el agua de las lluvias de otoño no es suficiente para el parque, es que, al menos, permita llenar los embalses de la cabecera del Tajo, para poder realizar algún trasvase de emergencia».
El subdirector del parque ha señalado que, a pesar del nivel de inundación que registra el espacio protegido y las altas temperaturas que se registran, la calidad del agua no es mala y no se ha tenido que lamentar ningún brote de botulismo -enfermedad que afecta a las aves acuáticas presentes en los humedales-. Respecto a los controles establecidos para detectar la posible presencia de alguna especie de ave infectada por la cepa H5N1 del virus de la gripe aviar, Ruiz ha dicho que «a diario se sigue el protocolo establecido, sin que por el momento se haya detectado ningún ave muerta».
El Gobierno, sin urgencias
Algunos de los expertos en la materia consideran que el parque nacional de las Tablas de Daimiel “es el peor conservado actualmente en España”. Así lo han expresado muchos de ellos en los medios de comunicación durante las últimas semanas. A mediados de julio, en una nota recogida por Europa Press, el Gobierno reconocía que la situación actual de esta joya de la naturaleza es “muy preocupante” debido a la escasez de precipitaciones y a la sobreexplotación del acuífero 23. Este espacio natural fue declarado parque nacional en 1973 por el valor de sus humedales y sus especies asociadas, y e consideró el «último representante de un ecosistema denominado tablas fluviales», que se formaron por los desbordamientos de los ríos Guadiana y Gigüela en su confluencia, favorecidos por la escasez de pendiente en el terreno.
“Esta situación no es nueva, es consecuencia del deterioro acumulado que experimenta la cuenca alta del río Guadiana fundamentalmente como consecuencia de la sobreexplotación del acuífero 23″, señala el Gobierno en una respuesta parlamentaria. El vicepresidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Fernando Lamata, visitó el parque a finales de junio y expresó la preocupación del Gobierno regional por la situación de Las Tablas. La reunión entre Zapatero y Barreda celebrada esta semana ha desbloqueado el asunto. La Administración se compromete a invertir 3.000 millones para salvar el Guadiana y se comprarán terrenos y agua para recuperar Las Tablas. Actualmente, tal como publicaba el diario El País hace escasos días, las Tablas de Daimiel “son más un parque temático que un parque nacional. Se mantienen artificialmente con agua del Tajo y con agua extraída con bombas desde el subsuelo”.
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DETALLE
Último ecosistema de tablas fluviales
El nombre dado a este paraje, «Las Tablas», no es caprichoso, sino que responde al nombre de un ecosistema, en otros tiempos muy extendido en la llanura central de la península Ibérica, y especialmente en La Mancha, y del que lamentablemente sólo queda este resquicio. Las tablas fluviales son desbordamientos de los ríos en sus tramos medios, que provocan grandes encharcamientos, debido a la escasez de desniveles en el terreno. Su carácter especial viene dado por su formación en la confluencia de los ríos Guadiana (permanente de aguas dulces) y Cigüela (estacional, de aguas salobres).
Esta característica hace de las Tablas de Daimiel un ecosistema singular, único en su genero, proporcionando una gran diversidad ecológica. Bajo la superficie, una inmensa esponja de piedra, denominada acuífero 23, originada por el fenómeno natural del Karst: descomposición primero de la roca caliza al infiltrarse el agua aportada por la lluvia y posterior ocupación de los intersticios de la piedra por el agua, en un proceso de millones de años de duración.
La sequía que padece la meseta castellana ha hecho que el actual nivel de encharcamiento del humedal sea «prácticamente nulo, que el río Cigüela no haya alcanzado a las Tablas de Daimiel durante el pasado invierno, y que incluso el Parque Nacional haya considerado como poco útil un trasvase de aguas desde el acueducto Tajo-Segura, dado que, en la práctica, la aportación ni siquiera alcanzaría el Parque Nacional», dada la sequedad del cauce.
«Con su declaración se dio un gran paso en la conservación de uno de los ecosistemas más valiosos de la Mancha, asegurando así, la supervivencia de la avifauna que utiliza estas zonas como área de invernada, mancada y nidificación, creando una Zona Integral de aves acuáticas», señala el texto de su declaración. El Parque Nacional de Tablas de Daimiel es además Reserva de la Biosfera desde 1981; Humedal de Importancia Internacional por el Convenio de Ramsar desde 1982; y Zona de Especial Importancia para las Aves (ZEPA) desde 1988.