Turismo en la Sierra
El director general de Turismo de la Junta de Castilla-La Mancha, Rafael Cabanillas, mantuvo hace escasos días una reunión en Valverde de los Arroyos con varios alcaldes de la zona para presentarles un plan de promoción turística de la Sierra de Guadalajara. Se trata, según anunció, del “lanzamiento de una campaña” que contará con el apoyo de Top Rural, “uno de los operadores más importante de internet en materia de turismo rural”, tal como constaba en la nota de prensa remitida desde la consejería de Industria y Tecnología.
El responsable autonómico convocó, para ser precisos, a los alcaldes de Campillo de Ranas, Majaelrayo, Cantalojas, Somolinos y Valverde. Primera pregunta: ¿por qué en un encuentro en el que se trata la divulgación conjunta de la sierra no participaron los alcaldes de otros pueblos importantes o significativos de la comarca? No estaban los de Atienza, Sigüenza, Tamajón, Galve, Campisábalos o incluso Jadraque. Habría que saber si fueron convocados y no quisieron o no pudieron asistir o si directamente se les apartó del resto.
En todo caso, hay que felicitar al Gobierno regional porque la idea de impulsar la promoción turística en la Sierra cae como agua de mayo. Una de las acciones contempladas será “la realización de un Press Tryp con prensa especializada para recorrer la zona y conocer estas localidades en las que los proyectos para promover el turismo rural están teniendo gran impulso”. Eso está muy bien. Humildemente, les propongo una ruta a estos colegas para que comprueben qué bien funciona absolutamente todo en la sierra. Todo es tan estupendo que podemos lanzarnos ya, sin mayor dilación, a exhibirlo con legítimo orgullo.
La ruta en cuestión podría empezar por varios lugares, pero por elegir uno emblemático podrían ser las carreteras que circundan Tamajón. Los periodistas especializados y los valientes turistas podrán apreciar los ‘bachejos’ de la carretera que une este pueblo con el empalme de Majaelrayo. Una auténtica aventura rural, sí señor. Ojito con adentrarse en Almiruete porque su travesía está sin acabar y no traten de ir a Palancares con un camión: su carretera de acceso no lo soporta. Luego pueden adentrarse fantásticamente tanto por la llamada ‘Sierra Negra’ –aunque la carretera entre Tamajón y Valverde sigue inacabada- como la del Alto Rey o la sierra de Pela. Cuando necesiten hacer una parada y comer algo, no se asusten si entran dos personas en un bar, una de ellas pide unos bocadillos y el camarero acaba trayendo sólo uno. O si acuden a comer a las tres y cuarto del mediodía y el jefe del restaurante les dice que, mire usted por dónde, la cocina acaba de cerrarse cinco minutos antes. Nadie se ha encargado de profesionalizar el sector de la hostelería que, salvo excepciones gloriosas, continúa estancado en la taberna de pueblo.
Los periodistas pueden seguir el viaje visitando alguna ermita del Románico, aunque les conviene armarse de paciencia. Es posible que las llaves tarden en aparecer o no aparezcan nunca. Si lo que desean es conocer alguno de los pocos castillos de la sierra, como el de Galve, o monasterios, como el de Retiendas, no se apuren: están completamente abandonados y en ruinas. Mientras tanto, cuidado dónde se ponen enfermos: traten de elegir los pocos pueblos que disponen de centro salud, farmacia o helipuerto. En el resto pueden echarse a temblar. Y olvídense del teléfono móvil. No existen los celulares ni las televisiones privadas, no vaya a ser que por un casual los lugareños se conviertan en ciudadanos de primera. Por la tarde, si continúan dispuestos a asumir riesgos, parece recomendable que metan sus vehículos por algunas de las fabulosas vías de comunicación serranas: una gymkhana repleta de socavones, curvas peligrosas y carriles estrechos y sin señalizar. Sirvan como ejemplos la carretera de Arroyo de Fraguas a Aldeanueva; la de Galve a Condemios; la que baja a Cantalojas; la de Las Minas a Bustares; la de algunas pedanías de Sigüenza o las que rodean a los pueblos más olvidados de la provincia: El Cardoso, El Bocígano o Peñalba. Si necesitan reponer gasolina, sólo tienen surtidores en Atienza, Jadraque y Sigüenza. Si necesitan hacer compras, sumen Cogolludo a los tres pueblos anteriores. Si lo que quieren es un restaurante de alta cocina, ya pueden cambiar de rumbo. Si lo que les apetece es un hotel ‘spa’, de Imón no pasen. Si necesitan tomar un refresco, digamos que en pleno invierno, prohibido parar en Albendiego, Hijes, Ujados, La Mierla, La Bodera, Condemios de Abajo, Riosalido, Pozancos, Paredes, Tordelloso, Cañamares y tantos otros pueblecitos de la comarca. Y si lo que les ocurre es que van en enero, cae una nevada y no llevan cadenas en el coche, pues tranquilos, en un par de días o tres aparecerá la máquina quitanieves de la Diputación, de la Subdelegación del Gobierno o de Dios sabe quién.
Así que, a los colegas de la prensa del turismo les recomiendo con humildad que acepten la invitación de la Junta de Castilla-La Mancha. Serán bien tratados, comerán estupendamente y observarán el cambio que ha dado la sierra de Guadalajara, que hace poquitos años parecía del tercer mundo. Pero, cuando terminen su jornada de trabajo, quizá les convenga visitar la zona con discreción. Como hacen los críticos gastronómicos cuando analizan un restaurante. De esta forma comprobarán que debajo de la propaganda, subyace la realidad. Paisajes extraordinarios, tranquilidad absoluta, costumbres ancestrales. Lo que ustedes quieran. Pero detrás de todo ello, una sociedad paralizada.